Capítulo 48

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Agus: Ahora que estás más tranquila dime ¿qué pasa mi reina?

Lali: ¿Por qué me dejaste hacer todo eso? Agus, no pude.

Agus: Intenté detenerte, pero no me escuchaste. Nunca me escuchas.

Lali: Agus – Me senté en la cama – Siento algo diferente.

Agús: ¿Qué?

Lali: Aquí – coloqué mi mano sobre mi corazón – No tengo control sobre mis acciones, cuando…

Agus: Cuando?

Lali: Cuando peter está cerca de mí.

Agus: ¿Cómo te sientes?

Lali: Pierdo el hambre, me sudan las manos, me pongo nerviosa, se me acelera el corazón y me siento totalmente entregada a él.

Agus: Sabes, Lali? – se rió en el rincón -, descubrir que estás enamorada no es lo mismo que una prueba de embarazo. No podemos simplemente ir a la farmacia de la esquina y comprar una prueba.

Lali: Nunca me había sentido así, Agus.

Agus: ¿Qué sientes por Maxi?

Lali: Lástima – me miró riendo – Porque no se merece lo que le hice.

Agus: ¿Qué sientes por Vico?

Lali: Siento un cariño enorme por él. Es como si fuera mi hermano.

Agus: Me confundes – se rió – Pareces una niña y te estoy explicando cómo hacer sexo.

Lali: Eso creo que ya lo sé – me reí, sin entusiasmo.

Agus: Sólo quiero decirte algo. Esto es muy serio.

Lali: ¿Qué?

Agus: Te has enamorado de tu hermano.

Lali: No sé si estoy enamorada de él.

Agus: ¿Eh? - El me miró.

Lali: Está bien, lo estoy. Pero no se lo diré. Somos hermanos. Como dijiste, esto es serio.

Agus: Mi reina – miró la hora en su reloj -, ¿te importa si me voy? Realmente necesito irme.

Lali: No Agus, puedes irte. Incluso porque creo que mi madre llegará pronto y la pelea será mala.

Agus: Sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿no?

Lali: Lo sé – sonreí esta vez de verdad – Te quiero mucho, mucho, mucho. Y soy la persona más afortunada del mundo por tenerte como mi mejor amigo – Lo abracé fuerte.

Agus: Yo también te amo, Lali.

Lali: Voy al cuarto de Peter, ya sabes el camino ¿no?

Agus: Puedes irte – dijo besándome la frente – Quédate con Dios, y cualquier cosa, puedes llamarme.

lali: Gracias – Sonreí y salió de la habitación.

Me levanté y fui a la habitación de Peter. Los paquetes todavía estaban en el suelo, tal como estaban cuando los arrojé allí. Recogí los paquetes pensando en qué haría con ellos.

Peter: ¿qué vas a hacer?

Lali: No lo sé. Pienso hacer las maletas para que me echen de casa.

Peter: No te excedas.

Lali: Nuestro padre dijo eso, Peter. Las drogas son mías, yo las compré. Y pagaré por todo.

Peter: Ella te hizo cambiar - sonrió.

Lali: No sólo ella. Disculpe. - Dije saliendo de la habitación.

Poco después oí llegar el coche de mi madre y luego unos pasos en las escaleras. Salí de mi habitación y me encontré cara a cara con ella, quien simplemente abrió la puerta de la habitación de Manuela y entró, dejando la puerta abierta.

Lali: ¿Cómo está?

Gime: Está bien. Tuvieron que darle tres puntos en la muñeca, pero todo está bien.

Lali: Nunca me perdonaré eso – Me apoyé en el marco de la puerta y me llevé las manos a la cara.

Gime: Estas cosas pasan, Lali. No fue el primero ni será el último.

Lali: quiero hablar contigo. Yo, tú y Peter.

Peter: Yo también quiero hablar contigo – dijo quedándose a mi lado.

Gime: Pero no quiero hablar contigo – dije mirándolo seriamente – Quiero que te vayas de aquí, de esta casa.

Lali: Las drogas no eran de él, eran mías, te lo dije.

Gime: No intentes defenderlo, Mariana. Sé que son suyos.

Lali: ¿Lo dudas? - Respiré hondo - Te llevaré a donde lo compré, y el chico te dirá que lo compré. Yo estaba con Agustín. Llámalo si quieres. Ayer no hablé contigo ni con Manuela porque tenía los paquetes en el bolso.

Gime: Deja de mentir.

Lali: ¿POR QUÉ MENTIRÍA? SABES QUE SIEMPRE HE ODIADO A PETER Y A TODA ESTA FAMILIA, ¿POR QUÉ MENTIRÍA? - Grité haciendo despertar a Manuela.

Gime: Cuando llegue tu padre, hablaremos.

Lali: Hazle un análisis de sangre a Peter. Verás que no hay nicotina ni nada químico en su sangre.

Gime: Entonces te haremos uno también para ver si también eres drogadicta.

Lali: No dije que lo soy.

Gime: Entonces ¿por qué lo compraste? Tranquila, hija – Dijo a Manuela.

Manuela: ¿qué pasa? - Miró a mi madre y luego a mí.

Lali: Tengo mis razones para comprarlo, pero en ningún momento dije que estaba drogada.

Gime: Decídete, Mariana.

Lali: Como dijiste. Cuando llegue mi padre, hablaremos – Me di vuelta, yendo a mi habitación.

Peter: ¿Lali? - Vino detrás de mí.

Lali: Hola? - Lo miré, antes de cerrar la puerta.

Peter: ¿Podemos hablar un poco?

Lali: Sí. Le di espacio para entrar y cerré la puerta.

Peter: Gracias por todo lo que estás haciendo.

Lali: Te digo la verdad, Peter.

Peter: Creo que podríamos pedir un descanso ahora, ¿no?

Lali: Ejem. Creo que estoy cansada de ser la Lali insensible, inútil y que odia a todos.

Pedro: ¿Amigos? - extendió su mano.

Lali: Hermanos – sonreímos y él me abrazó.

Pero yo quería ser mucho más que su hermana. Mucho más que una amiga. Quería ser algo que sacudiera sus estructuras, de la misma manera que él sacudió las mías.

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