Capítulo 24

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Manuela: Pela? ¿viste lo genial que estuvo mi fiesta?

Peter: Sí, lo vi, princesa. Fue muy, muy hermoso.

Manuela: ¿Y Lah? ¿Dónde está ella? ¿Como está ella?

Gime: Verdad, hijo. ¿Donde está tu hermana?

Peter: Creo que está arriba con Agustín - Traté de ocultar mi disgusto al hablar de ella.

Gime: ¿Está mejor?

Peter: Para mí, me encogí de hombros.

Nicolás: ¿Qué te pasó, eh?

Peter: ¡Nada, eh!

Manuela: Pela, ¿viste cuántos regalos me dieron?

Peter: no lo vi. ¿Donde estan?

Manuela: ¿adónde están mamá?

Gime: Están en el auto, ¿no Nico?

Nicolás: Sí, lo están. Todos ahí...

Manuela: Pues vamos, pela.

La bajé y ella me arrastró fuera de la casa para recoger los benditos regalos. Y realmente fueron muchos. Me tomó alrededor de tres viajes llevarlos a todos a la casa. Los desenvolvió todos, y con inexplicable alegría me los mostró todos, poco después escuché las voces de Lali y Agus, miré las escaleras y estaban bajando. Miré su brazo y estaba muy rojo. No tenía la huella de mi mano, pero estaba demasiado roja. Si tenía suerte, se volvería violeta. Y esperaba esto desde el fondo de mi corazón. Manuela empezó a levantarse y yo la abracé, dirigiendo mi atención a los presentes. Pasó junto a mí sin decir nada y Agustín solo se despidió de mí y dijo feliz cumpleaños a Manuela, quien tampoco le hizo caso. Se quedaron afuera un rato y luego escuché el sonido del auto de Agustín arrancando y luego regresó Lali, dirigiéndose hacia la cocina. ¡Qué diablos! Le preguntaban por qué tenía el brazo rojo y ella abría esa boca enorme que tiene. Fui a la cocina, claro, tuve que defenderme, y me llevé a Manuela, en mi regazo.

Nicolás: Mariana, ¿por qué tienes el brazo así?

Lali: Hola? - lo miró.

Gime: Es verdad, hija. ¿Qué sucedió? - Se acercó a su brazo y lo miró más de cerca.

Lali: Ah, ¿eso? - Ella me miró, subrepticiamente.

Ah, ese fue Peter quien lo hizo. No sé mamá, se puso toda nerviosa y no sé por qué y me hizo esto, pensé. Pero solo pensé...

Lali: Cuando me desmayé en la fiesta. Creo que me caí sobre el brazo y terminé así.

Peter: ¿QUÉ? - La miré asombrado.

Gime: Ay hija mía, estás mejor, ¿no?

Lali: Lo estoy. Pero por favor, no me hagas volver a ir a una fiesta infantil nunca más, en serio.

Gime: Claro que no, ángel mío – la abrazó y Lali me miró sonriendo.

Lali: Me duele la cabeza – se separó y puso su mano donde le había jalado el cabello.

Gime: ¿También te golpeaste la cabeza?

Lali: Debe haber sido. Todo salió mal hoy...

Nicolás: Te acabas de desmayar, Mariana.

Lali: Pero yo iba a salir con Agustín, papá. Y ahora estoy así - señaló su brazo - y tengo un dolor de cabeza enorme.

Nicolás: No exageres hija mía.

Lali: No es una exageración – me reí. No sabía cómo hacer que sintieran lástima por ella.

Manuela: Lah - La abracé con más fuerza en mi regazo - ¿y mi regalo?

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