3. Encuentro en el Bar

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Trabajar en la playa vip siempre me brindaba oportunidades únicas para interactuar con personas famosas. Aunque ya había tenido encuentros con algunas celebridades de Hollywood, nada podría haberme preparado para lo que sucedió esa noche en el bar. Me encontraba detrás de la barra, preparando cócteles extravagantes para los clientes adinerados que se deleitaban en la exclusividad de nuestro lugar.

El ambiente estaba impregnado de lujo y excentricidad, y mis ojos se paseaban de un lado a otro, observando a los famosos que disfrutaban de la fiesta. Pero entonces, una figura cautivó mi atención de manera especial. Era Anya Taylor Joy, la actriz de mirada enigmática y belleza singular, conocida por su papel en series como "The Queen's Gambit."

No pude evitar mirarla mientras charlaba con sus amigos en un rincón del bar. Su presencia irradiaba una especie de magnetismo que parecía atraer la atención de todos a su alrededor. Mientras seguía observándola, vi que de repente se levantaba para despedirse de sus amigos y se dirigía hacia la salida. Sin duda, no podía dejar pasar esta oportunidad.

Cuando Anya se acercó a la barra, traté de mantener la calma, pero mi corazón latía con fuerza. Ella sonrió con amabilidad y pidió un último trago antes de irse. Con la destreza que me había ganado el puesto, preparé su bebida favorita y se la entregué.

—Aquí tienes, el trago perfecto para cerrar la noche —dije, tratando de sonar seguro.

Anya aceptó el cóctel con una sonrisa.

—Gracias, parece delicioso. ¿Cómo te llamas?

—Soy Nick —respondí, tratando de disimular mis nervios—. Trabajo aquí desde hace un tiempo. ¿Tú eres Anya, verdad?

Ella asintió con una risa suave.

—Sí, soy Anya. Mucho gusto, Nick.

Durante unos minutos, conversamos sobre cosas triviales: el clima, la belleza de la playa y otros temas superficiales. Aunque estaba nervioso, intenté mostrarme relajado.

Finalmente, Anya Taylor Joy se levantó para marcharse, pero al dar un paso, olvidó su bolso en la barra. Observé cómo se alejaba y me di cuenta de que tenía la responsabilidad de devolvérselo. Tomé el bolso con cuidado, y antes de que ella se perdiera entre la multitud, corrí hacia ella y la alcancé.

—¡Disculpa! —llamé su atención. Anya se volvió, y con una sonrisa, le entregué su bolso- Estabas olvidando esto.

—Debo ser un poco distraída últimamente. Pero gracias por ser tan atento.

Los días siguientes, Anya continuó visitando el bar. Siempre pedía el mismo trago que le había servido la primera vez. A medida que pasaba el tiempo, nuestras conversaciones se volvían más fluidas. En una de esas noches, mientras yo preparaba su trago, Anya me miró y dijo:

—Nick, eres un gran bartender.

Sonreí, tratando de mantener la modestia.

—Gracias, Anya. Solo hago mi trabajo.

Ella negó con la cabeza, sus ojos verdes fijos en los míos.

—Hablo en serio, Nick. Un buen trago puede hacer que un hombre parezca un candidato excelente.

Mi curiosidad se despertó, y le pregunté:

—¿Puedes ser un poco más clara?

Anya inclinó la cabeza seductora y dijo:

—Un hombre que hace buenos tragos de seguro tiene otros talentos.

Sonreí ante su insinuación y respondí:

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