Playa VIP

20. Bailando, bailando...

Zendaya me miró con una sonrisa traviesa.

—Nick, ¿te gusta bailar? —preguntó de repente.

—No soy muy bueno, pero me gusta intentarlo —respondí, un poco nervioso.

—Perfecto. Te propongo un reto. ¿Qué te parece si bailamos un poco? —dijo, levantándose y extendiéndome la mano.

—Claro, ¿por qué no? —acepté, tomando su mano y me puse de pie.

Comenzamos a bailar lentamente, con algo de música que ella puso en su celular. Pero pronto, Zendaya decidió subir la apuesta.

—Vamos a hacerlo más interesante —dijo, acercándose más a mí, sus movimientos volviéndose más sensuales.

A medida que el baile se volvía más intenso, nuestros cuerpos se rozaban cada vez más. Zendaya se giró, presionando su trasero contra mi entrepierna y moviéndolo de una manera que me hacía perder la razón.

—Vamos, Nick, puedes hacerlo mejor —dijo Zendaya, susurrando en mi oído mientras movía sus caderas contra mí.

Mi corazón latía con fuerza, y sentí que la excitación crecía en mí. Traté de mantener la compostura, pero era imposible no reaccionar a su cercanía.

—¿Te estás divirtiendo? —preguntó ella, su voz suave y seductora.

—Mucho —respondí, tratando de controlar mi respiración.

Zendaya se giró y comenzó a moverse aún más sensualmente, sus manos recorriendo mi cuerpo. Sentí cómo mi erección se hacía más evidente bajo mi ropa, y no pude evitar sonrojarme.

—Vaya, parece que estás disfrutando más de lo que pensaba —dijo Zendaya, notando la protuberancia en mi pantalón. Sus ojos se abrieron con sorpresa y una sonrisa traviesa apareció en su rostro—. Eso se ve... impresionante.

—Lo siento, no puedo evitarlo —dije, sintiéndome un poco avergonzado.

—No te disculpes, Nick. Es un cumplido —respondió ella, su voz cargada de picardía—. ¿Te importa si lo toco?

Mi corazón latía aún más rápido.

—Adelante —dije, con un hilo de voz.

Zendaya rozó mi erección con las yemas de los dedos, sus ojos brillando con malicia.

—Wow, esto es... increíble —dijo ella, relamiéndose—. Tengo una idea. Espérame aquí un momento.

Zendaya se alejó por unos minutos y regresó con una sonrisa misteriosa.

—He pedido servicios de bebidas a mi cuarto. ¿Te importaría llevarlas tú? —preguntó, sus ojos llenos de una mezcla de desafío y deseo.

—Claro, no hay problema —respondí, intrigado por lo que tenía en mente.

Subí al cuarto de Zendaya con las bebidas, y cuando llegué, ella me esperaba en la cama, vestida con un conjunto de lencería negra que realzaba su figura. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus labios estaban ligeramente entreabiertos, invitándome a acercarme.

—No puedo creer lo que veo —dije, boquiabierto.

—Ven, Nick. Siéntate conmigo —dijo ella, sonriendo.

Nos sentamos en la cama, compartiendo las bebidas y algunos snacks que habíamos traído. La conversación fluyó fácilmente, y Zendaya comenzó a mostrar un lado sensible y humano que nunca había visto antes.

—A veces, la fama puede ser solitaria —dijo ella, mirando la copa en su mano—. Es difícil saber en quién confiar.

—Debe ser difícil. Pero pareces manejarlo bien —dije, escuchando atentamente.