43. así de grande

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Nos acomodamos nuevamente en la mesa, disfrutando de la brisa marina y las olas que rompen suavemente en la orilla mientras Emma y Jenna se abren poco a poco, revelando aspectos de sus vidas que rara vez comparten.

—¿Sabes, Nick? —comienza Jenna, jugando con la pajilla en su bebida—. A veces la gente se olvida que soy latina. Nací en Coachella Valley, pero mis raíces son mexicanas. Crecí con dos mundos chocando constantemente: en casa, con mi familia, y en la escuela, donde tenía que adaptarme a otro ambiente, a otra cultura.

—Eso explica muchas cosas, Jenna —dice Emma, sonriendo con cariño—. Siempre me has parecido alguien que sabe de lucha, de perseverancia.

—Sí, y también de fallos —responde Jenna, su tono más serio mientras sus ojos se pierden en los recuerdos—. Mi camino a la fama no fue nada fácil. Pasé por muchos rechazos, muchas puertas cerradas antes de que me dieran una oportunidad. ¿Sabes que empecé en Disney? Pero no todo fue color de rosa. Hubo días en los que pensé en rendirme, en dejarlo todo. Incluso antes de Merlina, me enfrenté a muchos obstáculos, y dudaba si alguna vez llegaría a algo grande.

Nick, que ha estado escuchando en silencio, la mira con una expresión que mezcla admiración y ternura.

—Nunca lo hubiera imaginado, Jenna —dice, inclinándose un poco hacia ella—. Eres una de las actrices más talentosas que he conocido, y verte triunfar en Merlina fue increíble. Pero no puedo imaginar cuántas veces tuviste que pelear para llegar ahí.

—Más de las que me gustaría admitir —dice Jenna con una sonrisa melancólica, sus ojos brillando con lágrimas contenidas—. Pero cada caída, cada fracaso, me enseñó algo. Y me hizo más fuerte. Cuando finalmente obtuve el papel de Merlina, supe que todo el esfuerzo había valido la pena. Era mi momento.

Emma, viendo la emoción en los ojos de Jenna, se inclina y la abraza suavemente.

—Lo lograste, Jenna. Eres una inspiración para todas nosotras. Y ahora que lo pienso, nuestro camino a Merlina fue muy diferente, pero no menos desafiante.

—¿Cómo fue para ti, Emma? —pregunto, genuinamente curioso—. ¿Cómo llegaste hasta aquí?

Emma se toma un momento para pensar, su mirada volviéndose nostálgica.

—Siempre supe que quería ser actriz, pero al principio no sabía cómo. Empecé en teatro, en papeles pequeños, haciendo de todo un poco para aprender. Luego llegaron las audiciones, los rechazos, y a veces dudaba si estaba en el camino correcto. Pero con cada obstáculo, sentía que tenía que seguir, que esto era lo que estaba destinada a hacer. Merlina fue como un sueño hecho realidad. Y conocer a Jenna... eso fue la guinda del pastel.

Jenna sonríe, golpeando suavemente el hombro de Emma.

—El destino nos unió, Em. Y no podría haber pedido una mejor compañera en este viaje.

—Lo mismo digo, Jen —responde Emma, con una sonrisa cálida—. Hemos pasado por mucho, y eso nos ha hecho más fuertes.

—Por ustedes dos, entonces —digo, levantando mi copa—. Por su fuerza, su perseverancia, y por nunca rendirse.

Las chicas levantan sus copas también, y justo cuando estamos por brindar, el camarero se acerca con una expresión divertida en su rostro.

—Disculpen, pero tengo un mensaje para ustedes —dice, dejando otro trago en la mesa—. Todas sus bebidas están pagadas.

—¿Pagadas? —pregunta Jenna, sorprendida—. ¿Por quién?

El camarero sonríe, inclinándose un poco hacia nosotros.

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