Playa VIP

38. Mira qué sorpresa

Emma, con el orgullo herido pero con un brillo decidido en los ojos, se inclinó hacia mí, su lengua juguetona recorriendo mi glande con una dedicación que me estremeció de placer. Su mirada se cruzó con la de Jenna, quien la observaba con una sonrisa maliciosa.

—Sabes, Jenna... —dijo Emma, mientras su lengua seguía haciendo su trabajo—. Puede que haya perdido antes, pero estoy aprendiendo rápido. Y todo gracias a ti.

Jenna soltó una risa suave, llena de burla, mientras se acercaba para unirse a Emma.

—Me alegra que estés tomando notas, querida. —respondió Jenna, sus ojos llenos de picardía—. Quizás con el tiempo puedas llegar a ser casi tan buena como yo.

Emma se sonrojó, pero no se detuvo. Al contrario, intensificó su trabajo, lamiendo con más insistencia mientras Jenna se unía, sus lenguas entrelazándose ocasionalmente mientras ambas me limpiaban y preparaban.

—Vas a necesitar más que lecciones para superarme, Emma. —susurró Jenna con voz burlona—. Pero me gusta ver que al menos lo intentas.

Las bromas eran crueles, pero la tensión erótica entre ellas solo crecía. Jenna aprovechó el momento para besar a Emma, su boca se apoderó de la suya con un hambre que resonaba en mí. Las manos de Jenna vagaron por el cuerpo de Emma, acariciando, tocando, encendiendo aún más la atmósfera cargada de lujuria.

—Vamos, Emma, sube otra vez. —susurró Jenna, su voz impregnada de deseo—. Muéstrame lo que has aprendido.

Emma, con las mejillas rojas y los labios hinchados por los besos, se subió nuevamente encima de mí. Esta vez, el leve roce de mi miembro contra ella fue suficiente para hacerla jadear, su cuerpo temblaba al sentir el tamaño y la dureza que la esperaban.

—N-No sé si... —empezó a decir, su voz entrecortada.

Jenna se acercó aún más, susurrando palabras provocativas al oído de Emma.

—Lo sientes, ¿verdad? —le susurró Jenna, sus manos ayudando a guiar a Emma—. Es como si te partiera en dos... Pero usa eso a tu favor. Piensa en cómo eres tú quien lo está partiendo. Tú eres la que lo domina.

Las palabras de Jenna parecían encender algo en Emma. Ella asintió, intentando recuperar el control, moviendo sus caderas con más decisión mientras trataba de adaptarse a la sensación intensa que la invadía.

—Sí, Emma, eso es. —la animó Jenna, su voz suave y llena de malicia—. Ahora, quiero que lo insultes. Que lo arrincones no solo con tu cuerpo, sino con tus palabras.

Emma, aunque aún temblorosa, empezó a hablar. Sus palabras eran tiernas, pero el contenido era sucio, llenas de una mezcla de deseo y desafío.

—E-Eres... mi juguete ahora, Nick. —murmuró Emma, su voz temblando—. V-Vas a hacer todo lo que yo diga.

Jenna sonrió, sus labios tocando el cuello de Emma mientras le susurraba más palabras provocativas.

—Sí, Emma, eso es. Dile quién manda. Hazlo sentir lo que tú quieres.

—V-Voy a... a montarte hasta que... no puedas más, Nick. —continuó Emma, su voz rompiéndose por el placer y la vergüenza—. V-Vas a rogarme que pare...

Yo apenas podía contenerme, la combinación de las palabras de Emma y el tacto de Jenna me llevaban al límite. Jenna, satisfecha con los progresos de Emma, se inclinó y la besó nuevamente, sus lenguas entrelazándose en un beso cargado de deseo.

El calor de sus cuerpos, el sonido de sus gemidos, y la sensación de estar entre ambas, me hizo estremecer de placer.

—Eso es, Emma. —dijo Jenna, mientras se apartaba un poco para observarla—. Ahora es tu momento. Domínalo. Demuéstrale quién está al mando.