34. Tomaremos medidas drásticas

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Sentados en el cuarto de hotel, pedimos bebidas y snacks para prolongar la diversión. Emma y Jenna se excusaron para cambiarse y regresaron con atuendos que no dejaban nada a la imaginación. Emma llevaba un conjunto de lencería rojo, con encaje que acentuaba sus curvas y un sostén que apenas cubría sus pechos. Jenna, por su parte, lucía un conjunto negro con transparencias estratégicamente colocadas que dejaban ver su piel suave y tentadora. Ambas lucían tan sensuales que mi erección amenazaba con rasgar la tela de mis pantalones.

—Vaya, chicas, se ven... increíbles. —dije, sintiendo cómo mi miembro latía con cada palabra.

—Gracias, Nick. Nos vestimos así solo para ti. —dijo Emma, desfilando con pasos seguros hacia mí, sus ojos brillando con deseo.

—Sí, esperamos que disfrutes del espectáculo. —añadió Jenna, imitando los movimientos de Emma, sus manos rozando suavemente mi erección por encima de la ropa.

Se acariciaban mutuamente, sus dedos ágiles y curiosos explorando el bulto prominente en mis pantalones. Se miraban entre ellas con una mezcla de competitividad y diversión, decidiendo quién tendría el honor de abrir la cremallera primero.

—Creo que deberíamos dejar que Nick decida. —dijo Emma, sus ojos clavados en los míos.

—No, no, yo fui la primera en sugerirlo. —replicó Jenna, lanzándome una mirada de desafío.

—Chicas, no hace falta competir. —intenté mediar, aunque disfrutaba del juego.

Finalmente, ambas decidieron arrodillarse y gatear hacia mí, sus movimientos felinos y sensuales. Sentí sus lenguas rozar la tela de mis pantalones, el calor de sus bocas a través de la tela era casi demasiado para soportar. Sus manos trabajaban en perfecta sincronización, desabrochando la cremallera y liberando la presión de mis pantalones. Mi bóxer estaba tensado al máximo por mi erección.

—Oh, por Dios... esto es... enorme. —dijo Emma, con la boca abierta, su voz apenas un susurro.

—Te lo dije, Emma. Pero parece aún más grande ahora. —añadió Jenna, sus ojos fijos en mi miembro.

Ambas se quedaron sin palabras, pero sus manos seguían explorando, bromeando sobre si podrían manejarlo.

—¿Crees que todo esto cabrá en mi boca? —preguntó Emma, con un tono juguetón.

—Quizás deberíamos medirlo primero. —replicó Jenna, riendo mientras sus manos acariciaban mis bolas con destreza.

Emma, con la punta de la lengua, rozó suavemente el glande, arrancándome un gemido. Jenna, no queriendo quedarse atrás, se concentró en mis bolas, su lengua trabajando con una precisión deliciosa.

—Esto es... increíble. —dije, mi voz temblando de placer.

—Y apenas estamos empezando. —dijo Emma, sus labios curvados en una sonrisa pícara.

—Sí, Nick. Prepárate para una noche que nunca olvidarás. —añadió Jenna, sus ojos llenos de promesas mientras continuaban su juego erótico.

La tensión y la diversión seguían aumentando, llenando el cuarto de risas, bromas y una carga erótica palpable que prometía mucho más.

Jenna y Emma se miraron con ojos llenos de curiosidad y deseo.

—Bueno, si no puedes meterlo todo en tu boca, ¿por qué no lo medimos? —dijo Jenna, con una sonrisa pícara.

—¿Medirlo? ¿En serio? —preguntó Emma, aunque sus ojos brillaban con interés.

Jenna se levantó y comenzó a buscar algo para medir. Volvió con una regla, sus ojos llenos de travesura. Emma se acercó aún más a mi miembro, con una mezcla de asombro y excitación en su mirada.

—Vamos a ver cuánto tienes, Nick. —dijo Jenna, colocando la regla en la base de mi erección, extendiéndola hasta la punta.

Emma se quedó boquiabierta, sus labios formando un perfecto "O".

—Dios mío, mide casi 25 centímetros. —dijo, incrédula, sus ojos fijos en mi miembro.

Jenna asintió, una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras comenzaba a masturbarme con una mano.

—Lo sé. Y me lo comí varias veces, Emma. Incluso lo tuve dentro de mí, entero. —dijo Jenna, su voz llena de orgullo.

Emma parecía aún más asombrada, lamiendo suavemente el glande que apenas cabía en su boca.

—¿En serio? ¿No te hizo daño? —preguntó Emma, sus ojos llenos de admiración.

Jenna rió, sus ojos brillando con malicia.

—Casi me parte al medio, pero valió la pena. —dijo, mientras su mano continuaba trabajando en mi miembro.

Emma lamió de nuevo, esta vez con más confianza.

—Es tan grueso y gordo. —dijo, admirando el tronco.

—Eso es lo que más me gusta de él. —respondió Jenna, su voz ronca de deseo.

Ambas comenzaron a repartir la tarea de darme placer con sus manos, bocas, lenguas y saliva. El calor de sus bocas y la habilidad de sus manos me hicieron estremecerme de placer.

—¿Te gusta, Nick? —preguntó Jenna, su tono burlón mientras continuaba masturbándome.

—Sí... mucho. —logré decir, mi voz temblando de placer.

Las dos chicas se besaron entre ellas, sus lenguas rozándose mientras tocaban mi miembro. Sus labios y lenguas trabajaban en perfecta armonía, lamiéndome como si fuera un helado delicioso y único.

—Emma, ¿te gusta este sabor? —preguntó Jenna, riendo mientras lamía la longitud de mi miembro.

—Sí, es increíble. —respondió Emma, su voz llena de deseo.

—Nick, eres un hombre afortunado. —dijo Jenna, con una sonrisa traviesa.

—Definitivamente. —añadió Emma, sus ojos brillando mientras continuaban su tarea.

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