30. ¡Vamos a patinar!

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Jenna seguía acariciando mi cabello, provocándome. Emma, celosa, no dejaba de molestarla con comentarios sarcásticos.

—¿Sabes, Jenna? Deberías dejarle un poco de espacio a Nick. No queremos que se asfixie con tanta atención. —dijo Emma, sonriendo con picardía.

—Oh, Emma, no te preocupes. Nick sabe disfrutar de las cosas buenas en la vida. —respondió Jenna, acariciándome el pecho con ternura.

El jefe, al ver mi aprieto, se acercó con una sonrisa de malicia.

—Nick, tómate la noche libre. Quizás las chicas te necesiten en otro lado. —dijo, guiñándome un ojo.

Las chicas se rieron y le agradecieron.

—Gracias, jefe. Seguro que muchas chicas están interesadas en los hombres de tu cafetería. —dijo Emma, con una sonrisa coqueta.

El jefe solo sonrió.

—Esas cosas no me llaman. Primero porque soy demasiado viejo, y segundo porque soy trans y me gustan los chicos. —dijo con tranquilidad.

Las chicas comentaron con entusiasmo.

—Eso es genial. Vivir tu vida sin prestarle atención al odio o prejuicio de los demás es admirable. —dijo Jenna, sonriendo.

—Cada día es diferente, pero trato de seguir adelante. —respondió el jefe, con una sonrisa.

Luego, para romper el clima, le dijo a Nick:

—Lleva a las chicas a un lugar divertido. ¿Qué tal la pista de patinaje de mi amigo Olaf?

Emma lo miró al jefe y dijo, medio en broma medio en serio:

—¿Ese Olaf no será un viejo amor?

El jefe se sonrojó y se salió de la situación con otra broma referida a Nick y las chicas.

—Bueno, Nick, parece que tendrás una noche interesante. No te metas en líos. —dijo el jefe, riendo.

Las chicas agradecieron las entradas para la pista y se pusieron de pie. Yo traté de esconder mi erección, pero era difícil. El jefe me palmeó el hombro y dijo:

—Toma aire, te hará bien.

Me sonrojé y las chicas rieron. Todo era alegría y camaradería.

—Vamos, Nick. No podemos dejar que toda esa energía se desperdicie. —dijo Emma, guiñándome un ojo.

—Sí, vamos a divertirnos. —añadió Jenna, agarrándome del brazo.

Mientras salíamos de la cafetería, varias chicas nos miraban y hacían comentarios lascivos al pasar.

—¡Vaya, Nick! Parece que eres el hombre del momento. —dijo una de las chicas, riendo.

—¡Disfruta la noche, campeón! —añadió otra, mordiéndose el labio.

Emma y Jenna marcaron territorio.

—Vamos, chicas. Nick es nuestro esta noche. —dijo Emma, con una sonrisa posesiva.

—Sí, tenemos grandes planes para él. —añadió Jenna, mirando con malicia.

Intenté esconder mi erección, pero era difícil. Nos dirigimos a la puerta, y antes de salir, Emma susurró en mi oído:

—Espero que sepas patinar, Nick. Porque esta noche va a ser muy divertida.

Jenna, que había escuchado, no pudo evitar añadir:

—Y si no sabes, no te preocupes. Nosotras te enseñaremos... con mucho gusto.

Las chicas se rieron y yo no pude evitar sonrojarme de nuevo. La noche prometía ser una experiencia inolvidable.

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