15. Sudando con Jenna

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Jenna no dejaba de mirarme, jugando con la pajilla de su bebida mientras sus ojos me hechizaban como dos gatitos mimosos. 

—Eres encantador, Nick. —dijo, mirándome a los ojos.

—Gracias. —respondí, sintiendo que el calor del sol era nada comparado con la calidez de su mirada—. Y tú eres... increíblemente hermosa, Jenna. Lo digo en serio.

Ella se rió suavemente, sus ojos brillando con una mezcla de timidez y picardía.

—Sabes, me gusta tu estilo. Directo y sincero. —dijo ella—. No estoy acostumbrada a eso en mi mundo.

—Bueno, trato de ser lo más auténtico posible. —dije, sonriendo—. Creo que es importante.

—Lo es. —dijo ella, asintiendo.

La conversación fluyó de manera natural, llena de pequeños malentendidos románticos y momentos picarescos. Jenna tenía una manera de reírse de las pequeñas cosas, de encontrar humor y alegría en cada intercambio.

—¿Siempre has trabajado en bares? —preguntó ella de repente, inclinándose un poco más cerca.

—No siempre. Antes trabajé en una librería. —respondí—. Me encanta leer, y fue un trabajo que disfruté mucho.

—¿Libros? ¿Qué tipo de libros te gustan? —preguntó ella, su interés genuino.

—De todo un poco. Pero tengo una debilidad por el terror y el suspenso. —dije, sonriendo—. ¿Y tú?

—Me gustan los thrillers psicológicos y las historias de misterio. —respondió ella—. Hay algo fascinante en tratar de descifrar los secretos y sorpresas.

—Definitivamente. —dije, asintiendo—. Hay algo adictivo en eso.

Ella me miró con una expresión pensativa, mordisqueando su labio inferior. 

— Entonces, Nick, ¿tienes novia? —preguntó Jenna, con una mezcla de curiosidad y picardía en su voz. Me detuve y la miré con seriedad. Ella se ruborizó ligeramente pero se mantuvo firme en su juego, su expresión mostrando una mezcla de desafío y nerviosismo.—

—No, no tengo novia —respondí, viendo cómo sus ojos brillaban con interés.

—Oh, en serio? —dijo ella, sonriendo mientras jugaba con un mechón de su cabello—. ¿Cómo es posible que un chico como tú esté soltero? No me lo creo.

Reí, sintiéndome un poco más relajado.

—Supongo que no he encontrado a la persona adecuada.

Jenna me miró fijamente, su mirada intensificándose.

—Tal vez no has estado buscando en los lugares correctos.

Antes de que pudiera responder, una joven se acercó a Jenna y le dijo que el equipo de voleibol de playa la estaba esperando. Jenna miró hacia mí y sonrió.

—Ven, toma un descanso. Juega con nosotros.

Miré a mi jefe, quien pasaba por ahí. Él asintió, dándome permiso para ir.

—Adelante, diviértete un poco.

Me uní a Jenna y al equipo en la playa. El sol brillaba intensamente, y la arena caliente bajo nuestros pies añadía una sensación de energía al juego. Jenna era increíblemente ágil y llena de carisma en la cancha. Sus movimientos eran gráciles pero poderosos, y cada vez que saltaba para golpear la pelota, su cuerpo bronceado parecía brillar bajo el sol. Era difícil no mirarla, pero traté de concentrarme en el juego.

—¡Vamos, Nick, no te quedes atrás! —gritó ella, riendo mientras me lanzaba la pelota.

—Estoy intentando mantenerme al día —respondí, sonriendo mientras la devolvía.

Jenna se movía con una confianza y sensualidad natural, su piel bronceada brillando con pequeñas gotas de sudor. Sus risas y comentarios juguetones mantenían el ambiente ligero y divertido.

—¿Sabes, Nick? Eres bastante bueno en esto —dijo ella después de anotar un punto, acercándose a mí con una sonrisa traviesa.

—Gracias, tú también —respondí, tratando de no dejarme distraer demasiado por su cercanía.

El juego continuó con mucha soltura, lleno de bromas y comentarios juguetones. Cuando finalmente terminó, nos dirigimos a la barra para compartir unas bebidas frescas. Jenna, cansada y agitada, dejó ver pequeñas gotas de sudor en su piel bronceada, lo que solo añadía a su atractivo.

—Ha sido un buen juego —dijo ella, bebiendo un sorbo de su bebida.

—Sí, lo ha sido —respondí, sonriendo mientras bebía también.

—Sabes, me alegra haberte conocido hoy —dijo Jenna, mirándome con una expresión seria pero juguetona.

—A mí también —respondí sinceramente.

Ella se inclinó un poco más cerca, sus ojos llenos de deseo y curiosidad.

—Entonces, Nick, si no tienes novia, ¿hay alguien que te guste?

La pregunta me tomó por sorpresa, pero traté de mantener la compostura.

—Bueno, no hay nadie en particular en este momento —respondí.

Jenna sonrió, su mirada intensa.

—Bueno, tal vez eso cambie pronto.

—¿Ah, sí? —pregunté, sintiendo mi corazón latir más rápido.

—Tal vez —dijo ella, riendo suavemente—. La vida es impredecible, ¿no?

—Definitivamente lo es —respondí, sintiendo una conexión más profunda entre nosotros.

—Nick, ¿sabes qué es lo mejor de este lugar? —preguntó ella, cambiando de tema.

—¿Qué? —pregunté, curioso.

—Que puedes ser tú mismo —dijo ella, sonriendo—. Sin máscaras, sin pretensiones.

—Estoy de acuerdo —respondí, asintiendo.

—Entonces, ¿quieres ser tú mismo conmigo, Nick? —preguntó ella, su voz baja y cargada de significado.

—Sí, me encantaría —respondí, sintiendo que algo especial estaba ocurriendo entre nosotros.

El día continuó con más charlas y bromas juguetonas, mientras Jenna y yo nos conocíamos mejor. Su presencia era magnética, y cada momento con ella se sentía único y especial. Sabía que este encuentro en la playa sería algo que nunca olvidaría.

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