8. Adiós Anya, Hola Gal.

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Nos abrazamos bajo la suave cobija, nuestras respiraciones calmándose poco a poco. Sentí la calidez de su cuerpo, su piel aún resplandeciente por el reciente clímax. Nos miramos en silencio, disfrutando del momento, de la conexión que habíamos creado en esa cueva.

—Ha sido una noche increíble, Nick —susurró Anya, sus dedos acariciando suavemente mi pecho.—Lo ha sido, Anya —respondí, besando su frente.

Nos quedamos así un rato, inmóviles y tranquilos, dejando que el cansancio se apoderara de nosotros. Eventualmente, sus párpados comenzaron a caer, y su respiración se volvió más profunda y regular. Sabía que necesitaba descansar, y yo también sentía el peso del sueño apoderándose de mí.

Cerré los ojos, dejándome llevar por la serenidad del momento. La cueva se volvió un refugio de paz y calidez, un lugar donde el tiempo parecía detenerse.Al despertar, sentí el frío de la mañana y el vacío a mi lado. Anya ya no estaba junto a mí. Me senté y la vi a unos metros de distancia, observando el amanecer que comenzaba a pintar el cielo con tonos rosados y anaranjados.

—Buenos días, dormilón —dijo con una sonrisa, al darse cuenta de que la miraba.

—Buenos días —respondí, levantándome y caminando hacia ella.

Nos quedamos de pie, contemplando el hermoso espectáculo del amanecer. Sabíamos que nuestra despedida estaba cerca, pero no queríamos romper la magia de ese momento.

—Tengo que irme pronto —dijo Anya, su voz teñida de melancolía—. Pero esta noche ha sido algo especial, algo que no olvidaré.

—Yo tampoco lo olvidaré, Anya —respondí, tomando su mano—. Gracias por compartir este momento conmigo.

Nos abrazamos una última vez, un abrazo lleno de gratitud y ternura. Luego, Anya comenzó a caminar hacia la entrada de la cueva, volteándose una vez más para mirarme.

—Nos vemos, Nick. Cuídate.

—Tú también, Anya. Hasta la próxima.

La vi alejarse, su figura desvaneciéndose con la luz del amanecer. Me quedé un rato más en la cueva, reflexionando sobre lo que habíamos compartido, antes de regresar al bar.

El trabajo en el bar siempre era interesante, con su desfile constante de celebridades y personas de todo tipo. Esa tarde, mientras atendía a los clientes, mi mente aún estaba en la cueva con Anya.Y fue entonces cuando una figura alta y esbelta entró al bar. Su presencia irradiaba una energía vibrante y poderosa. Me di cuenta de quién era en el momento en que nuestros ojos se encontraron.Era Gal Gadot, la estrella de cine, conocida por su papel icónico como Wonder Woman. Se acercó al bar, y su sonrisa deslumbrante me hizo sentir una mezcla de nerviosismo y emoción.

—Hola —dijo, con su acento encantador—. ¿Podrías recomendarme algo refrescante para esta calurosa tarde?

Sonreí, sintiendo cómo el destino me presentaba una nueva oportunidad, una nueva historia por descubrir.—Por supuesto, Gal. ¿Qué te parece un cóctel especial de la casa?

Y así comenzó nuestra conversación, una conversación que prometía ser tan intrigante y emocionante como el encuentro que había tenido con Anya.


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