XXXIX

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Obito

La adrenalina corre por mis venas, estoy listo, los monstruos que habitan dentro de mí también lo están, la sangre los llama, el olor a humedad mezclado con el humo me llama a sacar mi lado más oscuro, estoy ansiando devorar sus almas con mi fuego, consumirlos hasta los huesos.

Corro por el borde de la ciudad con mi hermano a mi espalda, el fuego sale de mis manos y mis enemigos no lo ven venir, los quemo desde adentro y me carcajeo como un lunático cuando sus cuerpos explotan y la sangre salpica todo, mi lazo se regodea dentro de mí, le fascina escuchar los gritos de desesperación y de dolor, es un psicópata como su recipiente.

- ¡Obito! Hay uno a la izquierda - Grita Madara, él también está combatiendo a la jodida resistencia, su fuego se levanta como una muralla y arrasa con todo a su pasó, la ciudad está siendo convertida en un maldito campo de batalla.

Por dónde miro solo hay destrucción y más destrucción, las casas que antes habían sido bellas construcciones ahora no son más que escombro ardiendo.

- ¡Madara, hay una familia a tu derecha! - Avisa Iruka.

- Entendido - Lo veo desviarse y dar apoyo a otra cuadrilla de nuestros soldados que está siendo atacada por varios dotados de la resistencia mientras tratan de llevar a familias al refugió. - ¡Atento Obito!. - Advierte, sonrió con burla, sabiendo que está de más su advertencia.

Lo dejo a él a cargo, mi hermano no es un tipo débil, se que al igual que yo, tiene un lado oscuro que cada día lo consume más y más, continuo corriendo cerca del muro que protegia la ciudad y arrasó con todo lo que se me atraviese.

- ¡Mamá! - Me detengo al escuchar un llanto de una niña, la busco hasta ver qué en los escombros de lo que queda de una casa hay una pequeña de no más de cinco años, el dolor agudo me atraviesa el pecho cuando veo que sostiene la mano de su madre muerta, maldita resistencia, la rabia fluye dentro de mí, pero me contengo, me acerco a ella, y me sorprende verla ponerse enfrente del cuerpo de su madre lista para defenderla, no tiene nada que perder y mucho que ganar, sus ojos cambian a un blanco absoluto y de sus manitas sale una llama pequeña, es una elemental como yo, sonrió ante su inocencia de pensar que pueda contra un monstruo como yo.

- Ven conmigo, tu madre ya no puede cuidarte - Trato de ser sutil por ser una bebé pero eso nunca ha sido lo mío, la tomo en mis brazos y lanzo un gruñido cuando comienza a patalear para defenderse, corro con ella en brazos hasta llegar al refugio, en mi camino me encuentro con dotados de la resistencia pero con una mano los quemo hasta reducirlos a cenizas.

Entrego a la niña a las mujeres que se movilizan dentro del refugio tratando de ayudar a todos los que pueden, hay dotadas con dones de curación que se encuentran tratando de atender a los heridos y recuperar a la mayor población posible.

- Gracias Obito, veremos qué podemos hacer por ella - Asiento a Hana una de las sanadoras del consejo, la niña me dirige una última mirada, sus ojos verdes me recuerdan a la mocosa, siento un nudo en el pecho, quizás las cosas pudieron ser diferentes, pero no hay tiempo para arrepentirme, cargaré con el peso de mis decisiones si mi vida termina en este lugar.

- ¡Obito! - Veo a mis hermanos acercarse y unirsenos - ¿Cómo está la situación? - Pregunta Sasuke, ambos visten uniformes tácticos, Itachi luce al igual que yo una sonrisa llena de un deseo animal por matar.

- Es un infierno. - Itachi sonríe.

- Vaya mi maldito hábitat.

- ¡Vamos!

Sakura

Nunca me había puesto a pensar lo que conlleva la guerra, por mucho que hablaba con Naruto de aquel tema cuando éramos más jóvenes, jamás pensé que llegaría el día en que mis ojos presenciarian tal destrucción, Indra, Shisui y yo vamos avanzando a través de lo que queda del instituto, ellos van coordinando a otros dotados para que vayan evacuando a los estudiantes al refugió.

Nuestra (Sakura-Harén Inverso +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora