31. Castigo

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Draco, con un gemido de necesidad, se adentró en el cuerpo de Nova con una intensidad abrumadora. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía. Cada embestida de Draco enviaba ondas de placer a través de su ser, y Nova no podía evitar gemir su nombre en susurros entrecortados.

Las manos de Draco, que sostenían su cintura, transmitían un deseo incontrolable. Sus dedos se hundían ligeramente en su piel, dejando marcas temporales. Nova respondía arqueando la espalda y aferrándose a él con fuerza, como si quisiera fusionarse aún más.

Los labios de Nova encontraron los de Draco en un beso apasionado, como si quisiera sellar este momento en su memoria. La confianza entre ellos había incrementado con el tiempo, alcanzando un punto en el que Nova se entregaba a Draco de una manera que solo un profundo vínculo emocional podía permitir. Sin vergüenza alguna, Nova se movía con destreza encima de él, mientras él susurraba en su oído palabras ardientes que hacían que su piel se erizara.

—Nova —jadeo Draco cuando se hundió con fuerza en su interior,— Vamos linda, dejame ver lo caliente que estas.

La elegancia que normalmente envolvía a Draco desaparecía por completo cuando ambos se encerraban en la habitación. Las manos de ella se aferraban con fuerza a los hombros de Draco. Él, con firmeza, la sostenía por la cintura, guiándola en cada uno de sus movimientos. Su cabello plateado estaba totalmente desordenado, lo que solo lo hacía ver más atractivo.

La habitación quedó impregnada de gemidos y sus cuerpos chocaban con una pasión desenfrenada. Nova dejó de lado cualquier preocupación sobre la manera en que Draco permanecía con la camisa puesta cubriendo sus brazos y se sumergió por completo en la oleada de sensaciones eléctricas que recorrían su cuerpo mientras se movía en círculos.

Draco la atrajo más cerca de su cuerpo, sintiendo el ardor de la pasión que los consumía. Sus cuerpos se fundieron aún más cuando sus pechos se presionaron juntos, y su abrazo se volvió más apretado y urgente.

—Draco... ¡Oh, por Merlín! —susurró Nova con voz entrecortada, sus manos temblorosas agarrándose a su espalda.

El placer los envolvió, y juntos alcanzaron el clímax, dejando escapar suspiros de placer que llenaron la habitación. Sus cuerpos se relajaron gradualmente, y sus respiraciones se sincronizaron en un ritmo tranquilo mientras recuperaban el aliento. Nova se sentía extasiada, como si estuviera flotando en una nube de satisfacción.

Draco, con ternura, la abrazó con fuerza, sintiendo la suavidad de su piel y el calor que aún emanaba de sus cuerpos. Sus labios encontraron el hombro de Nova, depositando allí un pequeño y cariñoso beso.

En ese momento, Nova no pudo evitar que su mente divagara hacia lo que había sucedido días atrás, cuando se encontraba camino al despacho de la profesora McGonagall.

—Señorita Potter, no entiendo la necesidad de meterse en problemas con frecuencia —dijo McGonagall con un tono de voz firme mientras Nova la seguía hacia su despacho.

—Ya le expliqué que Seamus y Dean me hicieron lo mismo, y ni siquiera recibieron un castigo —respondió Nova, sintiendo una mezcla de frustración y enojo.

—Eso no significa que tenga que hacerle daño a sus compañeros —respondió Minerva sin dejar de caminar.

—Pues no deberían quejarse, aún no los he matado —la profesora se detuvo ante la respuesta de Nova,— Es una broma, ¿Acaso cree que sería capaz de matar a alguien?

—Una broma de mal gusto, señorita Potter. Usted nunca a causado problemas, ¿Por qué ahora sí? —preguntó Minerva.

—Solo me estoy defendiendo, lo de Parkinson fue porque estaba tratando mal a Neville, ahorita le estoy diciendo que ellos me hicieron daño —reclamó Nova decidida a ganar esa discusión.

𝐍𝐨𝐯𝐚 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 | 𝐃𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora