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No lo voy a negar, mis manos empezaron a sudar una vez que nos adentramos a la oscura habitación y lo guiara al borde de la cama, mientras ya en mi mente me empezaba a arrepentir por esta idiotez.

Los segundos pasan, unos que parecen eternos mientras me paseó de un lado a otro con mis ojos castaños puestos de la figura oscura de Elrik producida por la poca luz que hay, quien para mi sorpresa está quieto, estático, no mueve ni uno solo de sus músculos y eso hace que mis nervios aumenten aún más. Jamás creí que sentiría este nivel de nerviosismo en mi corta vida.

Pase ambas manos en la corta falda de mi vestido tratando de quitar el sudor que ya tenía en ellas, para luego decidida plantarme en frente de él y admirar lo pasivo que estaba.

Jamás lo había visto así de quitó, tan tranquilo, siempre lo veo mirando a todo él mundo con el ceño fruncido, como si odiara a todo a su alrededor, también e notado como siempre se mantiene ocupado, como sí quisiera mantener su mente ocupada en algo.

Levante la mano a la altura de su rostro  y por fin quitarle esa bendita venda de sus ojos y preguntar todo lo que en estas últimas semanas e querido saber, por qué de algo estoy segura y es qué él sabe lo que quiero saber, tal vez no sea toda la verdad o puede que nada de lo que me diga lo sea, pero necesito que alguien me diga algo y él será quien me los diga... por ahora.

Con las manos temblorosas tome el borde de la venda y tire lenta y pausada esta misma con un poco de miedo, miedo al pensar  que él muy probable no querrá decirme nada solo por el simple echo de que yo se lo este preguntado, por qué lo ha dejado claro, con sus acciones y palabras, le caigo mal y para ser sincera, él también me cae mal.

Suelto la venda cuando la bajo a la altura de su cuello donde aprecie mejor aquel tatuaje en esa zona, me vi tentada a pasar las yemas de mis dedos en el, pero al final me resistí  y es donde me atrevo a subir la mirada a la suya y efectivamente su mirada azul grisácea estaba puesta en mí rostro, pero con una expresión neutra, aburrida, como si ya se esperaba verme aquí con él.

De pronto todo paso lento, como si estuviera pasando en cara lenta ante mis ojos.

Por la muy poca luz que se filtra por la ventana hace que él rostro de Elrik se vea más intimidante, más imponente, más sombrío que nunca y es que eso es él. Intimidante, imponente, sombrío y más con su figura fornida producto del ejercicio y por su altura, ya que aún sentado me llega al pecho.

Me siento intimidada y hace que una vez más me arrepienta de haberlo traído y por supuesto de haberle quitado la venda, pero el arrepentirme no borrará nada, por qué aunque me cuente aceptarlo, estoy enfrete de Elrik mientras él me mira con desprecio absoluto y eso... me hace sentir mal y sobre toda, tonta.

—Tenia la esperanza de que no fueras tu quien me escogiera —me hace flaquiar su voz gruesa que resuena en la habitación—. Pero al final si fuiste tú.

Trague grueso tratando de dar un paso hacia atrás, pero en cuento el se dio cuenta de ellos, me tomo de la cintura con fuerza y me halo hacia él quedando aún más cerca que antes. Mis manos aterrizaron en sus hombros por aquel movimiento tan inesperado de su parte.

Baje la mirada a la suya y noté como una sonrisa ladina apareció en sus labios mientras su mirada sigue puesta en la mia.

-¿Qué crees que estás haciendo? -no contestó, solo se encogió de hombros mientras sus manos seguían rodando mi cintura-. Sueltame -exijo en un hilo de voz.

-No lo se, dímelo tú, Abrahel -algo dentro de mí se removió cuando por primera vez pronuncia mi nombre-. ¿Que carajo estás haciendo? ¿O es que acaso lo haces para hacerme perder la poca paciencia que tengo hacia ti?

Por Favor, No Me Odies [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora