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Mí mirada pasa por todo él con incredulidad.

¿Como se le ocurre venir de esta manera?

Me cruzo de brazos a la altura de mí pecho y me deje caer por completo al respaldo de la silla con una sonrisa burlona dibujada en mi rostro.

—¿No sabía que teníamos que venir de incógnito? —pregunto con burla a lo que él responde quitándose los lentes oscuros y dejándome ver como alza una ceja sin una pizca de gracia.

—¿Terminante? —zanja.

—De hecho no —digo seria—. ¿No sé supone que fuiste tú quien dijo que fuera puntual? —le reclamo aún sabiendo que llegue diez minutos tarde.

—Yo no vi que eso te importara cuando estabas hablando con él tipo ese con el que estabas hablando antes de que te sentaras aquí —suelta entre dientes, dejando los lentes sobre la mesa.

Abri la boca para decir algo, pero un chico alto de pelo castaño llegó y se paró justo a lado de él. Él pelinegro ni siquiera se dignó a mirar la plantilla de menú, solo alzó la mirada al chico que lo miraba con una sonrisa radiante.

—Quiero un té helado —le dice al chico y este se apresura a escribirlo en su pequeña libretita.

—Un té helado —repite él mietras lo seguía escribiendo—. ¿Y para ti?

Dice y por primera vez sus ojos negros se posan en mí.

—Un chocolate caliente, por favor —digo una vez le eche una ojeada al menú que tengo aún lado de mí. Elrik me mira con asco ante mí elección de bebida a lo que me encogí de hombros dándole a entender que me importa poco lo que él piense.

—Muy bien... —dice él—. En un rato se los traigo.

Y con eso se aleja para una vez más dejarnos solos.

—¿Enserio? —cuestiona tomándome por sorpresa y se demuestra cuando fruncí el ceño al no entender a cien por cierto su pregunta.

—¿Qué?

—¿Chocolate caliente?

Una risa irónica sale de mi boca.

—¿Te importa?

Él suspira.

—No puedo creer que te guste eso —dice asiendo una mueca de asco.

—Bueno por lo menos yo no pedí un té helado con el frio que esta asiendo —digo con voz sutil. Me inclino hacia adelante dejando mis antebrazos en la mesa y cortando la distancia entre los dos. Él ni siquiera se inmutó—. Además seré yo quien se lo tome, no tú, queridito.

—No me llames así —protesta y yo sonrio. Ahora es como si los papeles se hubieran invertido.

—¿Así como? ¿Queridito? —lo molesto y él frunce el ceño.

—Si, deja de decirlo —exige y eso lo único que hace es que quiera seguir llamándolo así.

—Hum... —hago como si tan siquiera lo estuviera pensando—. Si mal lo recuerdo te dije lo mismo hace tiempo y ¿que fue lo que dijiste?... —note como su mandíbula se tensó. Sabe a donde iré con esto-. Dijiste que te valía mierda lo que dijese ahora te lo diré; me importa mierda lo que digas, yo te llamaré queridito.

Y entonces, hace lo que nunca me imaginé ni en mil años. Se inclina hacia adelante deslizando sus antebrazos por la mesa cortando aún más la distancia. Quedamos tan cerca que, incluso se me olvido el como respirar mietras mí corazón latía a mil por hora. Si bien, no es la primera vez que estamos así de cerca, hoy hay más... algo diferente entre nosotros dos.

Por Favor, No Me Odies [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora