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[♡.]

—¿Qué pasa? —apreté mi agarre en el cubierto que tengo en la mano cuando Daniel pregunta a mí lado—. ¿Necesitas ayuda para comer?

No contesté. Solo me enderece en mi lugar y suspiere tratando o creyendo que así podré calmar la ganas que tengo de gritarle que se pudra.

Por suerte solo falta unos minutos en los que tendré que soportar como ella se hace de la risueña y de encantadora que me hacen querer vomitar lo que aún no he comido, cuando mis padres le preguntan algo o establecen una corta conversación y agradezco a todos los dioses que en ni una sola vez más han mencionado de nuevo a Elrik o a alguien más de los Allister.

—Quita esa cara de culo antes de que papá te vea —la voz áspera de Daniel me hace dejar el cuchillo y mirarlo aprovechando que papá se mantiene absorto hablando con el padre de ella.

Al parecer no les importa hablar de negocios incluso en la cena.

—No estoy de humor como para también aguantar tu voz —hace una mueca—. Así que cállate.

Alguien del otro lado de la mesa se aclara la garganta y ese alguien es Sahara. Casi pongo los ojos en blanco. Ni uno le dio importancia solo seguimos con nuestra guerra de miradas hasta que él sonríe enseñando esos dientes blancos y perfectos, sin dejar de verme con esa mirada retadora.

—¿Qué es lo que te mantiene exactamente de mal humor querida hermana? —pregunta fingiendo interés —. ¿Qué estés en la misma mesa que la novia de ese Allister o que él solo te haya visto la cara para tenerte entre sus sábanas?

Apreté mis dientes hasta escuchar el crujido entre ellos cuando sus ojos se desvían hacia ella. No la volteo a mirar aún cuando se que lo escuchó a la perfección. Pasa por mí cabeza el querer tomar el cuchillo y enterrarselo en su muslo haber si así se calla de una vez por todas, después de todo me lo debe.

De pronto me doy cuenta de esa idea tan retorcida y la echo en cesto imaginario en mi cabeza. Jamás me atrevería a hacerlo.

—Disculpen —suspiro una vez más intentando encontrar paz dentro de mí al escucharla y en donde por fin la miro —. Necesito ir al baño.

Todos la miraron van a ella pero sus ojos me miró fijamente a mi queriendo que yo sea quien le dijera donde encontrarlo y en su lugar solo la mire neutral sin intenciones de decirle, es más, de siquiera con intenciones de dirigirle una sola palabra.

—Claro, linda —puedo sentir la mirada de mamá recelosa en mi perfil—. Segundo piso, vuelta a la derecha y última puerta.

Ella asiente y se levanta con una elegancia asombrosa como si la hubiera ensañado miles de veces ya antes al igual que esa sonrisa. Si, claro, pudiendo haberle dicho donde queda el baño de los invitados decide decir el baño de arriba. Gracias mamá.

—Gracias.

Y con eso sale del comedor resonando sus tacones en el suelo hasta que nada se escuchó. Papá y Leonardo se levantan, piden disculpas por no poner seguir acompañándonos en la cena y se retiran del comedor hablando entre ellos hasta que todo el lugar se sumió en silencio. No pase de alto la sonrisa que papá me dedico cuando se giro a verme sobre su hombro.

—Bien, yo me voy —aviso levantándome de mi lugar aprovechando que no necesito seguir fingiendo y los ojos de mis hermanos y mi mamá se posan en mí sin comprender.

Los ojos verdes de Adrik pasan de mi al plato de comida casi intocable y luego a mí con una pizca de recelo, algo que paso olímpicamente.

—Todavía no acabamos de cenar. Siéntate —Daniel me ordena y yo solo dejo salir una risa irónica y bajo la mirada a él dado que sigue sentado aún lado de mi.

Por Favor, No Me Odies [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora