UNA PARTE DE MI ALMA // MITZU // (MINA+TZUYU TWICE)

CAPÍTULO 6 ¡VISITAS!

Mina se termina su café con paciencia disfrutando de cada sorbo. Le parece alguna vez haber probado aquel sabor, pero no está segura. Es el café más delicioso que ha probado en su vida, lo recordaría.

Tzuyu mientras tanto lava lo que queda de los trastes con ella todavía observándola; tendrá unos dieciocho o diecinueve años, al parecer tiene una hermanita menor y no hay indicios de un papá o una mamá, aunque a juzgar por el vaso que alberga su café, si pone: "Para el mejor papá" en él, es porque definitivamente hay un padre... o lo hubo.

—Es un animal muy bonito —voltea a decir Tzuyu inesperadamente.

—¿Disculpa?

—Pingüino. Muy bonito.

—¡Oh! —ríe—. Lo es, sí, son muy interesantes.

—Bonitos —vuelve a fijarse en sus ojos con intensidad.

Mina ya no se siente tan intimidada por su cercanía. Le resulta divertido y hasta halagador que alguien se fije de manera tan atenta y especial en su más grande inseguridad, sobre todo con tanta inocencia como lo hace aquella chica.

—Oye Tzuyu —llama su atención.

—¿Mmm?

—¿Por qué...? ¿te haces daño?

Tzuyu frunce el ceño arrebatando sus brazos que Mina intenta tomar.

—Tus brazos —señala—, ¿te haces daño?

Niega. Luego asiente. Finalmente se encoge de hombros.

—Dame una respuesta verbal, por favor.

—Es que... no.

—¿Y en la cara qué te pasó?

Niega otra vez.

—Bicicleta... me caí.

—¿Cómo te caíste?

—Yo...

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Un par de chicas dentro de un auto que vienen casi desde el otro lado de la ciudad, intentan ubicar la dirección en donde se supone está su amiga.

—¡A buena hora se fue esa perra a beber un miércoles! —reprocha la chica de cabello naranja—. ¡Y a buen lugar!

—Ya no seas gruñona, Momo —pide con paciencia la peli castaña a su lado en el asiento de copiloto.

—¿Que no sea gruñona me pides?, ¡Ve estas calles!, se le joden las llantas a mi carro. Espera nada más a que vea a don Myoui.

—Creo que es en la siguiente cuadra a la derecha —ignora a su amiga.

La joven dobla en la esquina todavía más asustada de las miradas que siguen de cerca sus movimientos.

—Nos van a robar, Sana.

—Solo nos miran porque no nos conocen —resta importancia.

—Tú desde que estudias psicología confías hasta en un asesino serial —regaña—. Como le hagan algo a mi carro, Mina y tú me las van a pagar.

—Te dije que viniéramos en taxi, pero tú insististe.

—No voy a pagar un taxi teniendo carro.