Capítulo 30

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Crassus sonrió levemente al sentir las pequeñas pero firmes manos de Johanna sobre su garganta.

—¿Te gusta esto, niño bonito? — preguntó Johanna sentada sobre su torso.

Crassus no contestó, solo pasó sus manos por los muslos opuestos de su amante.

Él sabía que Johanna odiaba a su familia, en concreto a su abuelo, pero Crassus era mucho más que el apellido Snow.

Justo cuando estaba a punto de llegar al punto que más le gustaba de su amante, su teléfono sonó matando la atmósfera.

—Maldita sea — gruñó Johanna bajándose de él.

Crassus estiró su mano hacia la mesa de noche a su izquierda, deslizó la pantalla y vio un mensaje de su madre.

"¿Vendrás al Capitolio para los Juegos? Tu abuela quiere una cena familiar, dice que extraña mucho tener a sus nietos reunidos. Avísame para decirle.

Recuerda comer sano"

—¿Quién es? ¿Algún pavo real del Capitolio? — preguntó Johanna.

Los dos habían acordado que podían salir con otras personas,además, Crassus estaría en el Distrito Siete para el entrenamiento de los Pacificadores. Sabía que su padre o abuelo pronto lo instantaliarían en el Dos de manera semi permanente.

Johanna se levantó y se sirvió un vaso de un líquido amarillento que olía fuerte. Ella lo tomó de un sorbo y luego sirvió otro ofreciendo a Crassus.

—¿Celosa? — preguntó Crassus divertido.

—Ya quisieras, niño bonito — sonrió Johanna.

Crassus soltó una carcajada.

Le encantaba Johanna, sabía del gran Elefante Blanco en la habitación. Y estaba bien si ella odiaba a cualquiera que llevara el apellido Snow, pero el año y medio que estaba estacionado en el Siete los había llevado a interactuar poco a poco hasta que se volvió físico el asunto.

—Es de mi madre el mensaje

—Ohhh el niño de mamá — se burló Johanna. —¿Qué dijo mami?

—Preguntan si iré para los Juegos al Capitolio — contestó Crassus dándole un sorbo al whisky que le brindó Joanna — La abuela quiere hacer una cena con toda la familia.

—¿Y cómo ha estado Madme Snow?

—Medicada, como siempre.

Johanna hizo una mueca, Crassus se acabó de golpe el licor en su mano y Joanna le sirvió la mitad del vaso entre sus dedos.

—Bueno, él mundo es cruel — contestó Johanna — En una semana debo volver a servir como mentora a dos chicos que probablemente no regresen a casa.

—La vida es una perra.

—Concuerdo contigo, niño bonito.

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Rhiannon dejó su mochila en una de las sillas del estudio personal de la abuela. Ella estaba sentada leyendo un libro con sus anteojos puestos.

—Buenas tardes abuela — saludó Rhiannon.

La abuela Lucy Gray alzó la mirada y le sonrió, Rhiannon se acercó y le dio un beso en la coronilla.

—Mi preciosa niña — le sonrió la abuela.

Rhiannon se sentó a su lado y Neron entró al estudio, sin el saco rojo de la Academia y las mangas de su camisa subida.

—Abuela — Neron también se acercó y le besó la frente.

Un Sinsajo EnjauladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora