Capítulo 40

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[ Dia 2 ]

Katniss despertó cuando la luz de la mañana golpeó sus ojos.

Se frotó un poco su cuello, dormir sentada hizo que amaneciera con el cuello un poco torcido. Aun amarrada al árbol bebió un poco de agua, con cuidado se desató la cuerda de su cintura y bajó con precaución el árbol.

Volvió a guardar la cuerda en la mochila y continuó con su recorrido.

Uno de los consejos de Haymitch era que buscara el límite de la Arena y se mantuviera lejos de los Profesionales.

Cazó un conejo con una trampa sencilla, lo despellejó y lo cocinó. Luego apagó su fogata tratando de no dejar huella alguna de su presencia.

Un poco al atardecer, recibió un nuevo patrocinio.

Para su suerte eran barras de proteínas.

"Mantente alerta.

Eres una con el bosque.

Att.

L.G"

Al anochecer repasó su estrategia nocturna, subió a lo más alto de un árbol, escogiendo la rama más resistente y gruesa, se ató a la cintura esperando a que el sueño la reclamara.

[ Dia 3 ]

—Kord, la pared de fuego — Seneca Crane le chasqueó los dedos a Juniper.

Ella giró levemente su cabeza al ver al Vigilante en Jefe, y mordiéndose la lengua colocó el fuego cerca de donde Katniss Everdeen estaba acampando.

Juniper respiró fuertemente, hace más de cuatro años le parecía injusto que el puesto de Vigilante en Jefe le fuera dado a Séneca en vez de ella.

Ella que tanto trabajó desde muy joven en la realización de las Arenas y Mutos, algo que le ganó su valía dentro de este campo.

Y justo el año que iba a ascender como Vigilante en Jefe se embarazó de Thadeus.

Naturalmente la asignaron al laboratorio de investigación, alejándola de la silla de arquitecta de los juegos.

¿Odiaba a su hijo por eso?

Por supuesto que no, Thadeus era su único hijo y lo amaba con todo el corazón.

Odiaba a los idiotas que la apartaron de la silla de arquitecta. Naturalmente se quejó con Andros de esto, pero no dijo nada más que pronto tendría su oportunidad.

Thadeus tenía veinte años y nunca más esa oportunidad regresó a sus manos.

Ahora entendía porque Volumnia Gaul nunca tuvo hijos.

Juniper regresó su vista a la pantalla. La tributo de su suegra se levantó rápidamente de su siesta al notar el fuego y casi al segundo sus manos trabajaron en su complicado nudo doble que aseguraban su estabilidad en el árbol.

Libre de la soga en su cintura, Everdeen la guardó en un segundo y saltó del árbol con agilidad para salir corriendo lejos del fuego que la parecía estar siguiendo.

Alguien lanzó una bola de fuego hacia Everdeen que la evidio en el mismo momento, luego corrió hacia el flanco izquierdo.

—Quiero que pongas un árbol ahí — señaló Seneca a unos de los Vigilantes, quien de inmediato acató la orden del idiota de barba pintada.

En la pantalla se observó a Everdeen casi chocar con un árbol caído, pero lo esquivo y corrió hacia el otro lado ante ser tocada levemente por el fuego.

Un Sinsajo EnjauladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora