Capítulo 7

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Karone se inclinó levemente sobre las rosas blancas del invernadero aspirando su suave olor con una pequeña tijera de jardinería.

—La perfección siempre es una rosa blanca — dijo su padre a su lado.

—Recuerdo con cariño el ramo que hiciste para mi boda — le sonrió Karone a su padre. — Era tan precioso.

—Eres mi única hija — su padre cortó una rama torcida de una rosa — Un pedazo de mi y Lucy Gray. Me alegra que tengas el día libre para acompañar a tu viejo padre a cuidar el jardín.

—Sabes que es mi actividad favorita, padre.

Y Karone no mentía, sus primeros recuerdos eran estar sentada en el regazo de su madre mientras tarareaba y padre cuidando el jardín de rosas en la azotea de su departamento. Luego, se deslizaba en las tardes luego de la escuela para leer rodeadas de las rosas blancas de su padre.

Luego de casi un turno de un día completo había venido directamente a donde sus padres mientras Sebastian estaba en lo suyo y Venus con su mejor amiga.

—¿Y cómo ha estado tu día, querida?

—Cansada — suspiró — Tuve una cirugía de quince horas y luego una paciente que afirmaba que tenía un tumor en el cerebro. Perdí dos horas con ella enseñándole todo, tomografías, radiografías.

—Bueno, es parte de la naturaleza humana creer que todo era mal — dijo su padre — Es por eso que tener un temple junto a la intuición de tener bajo su control es como nos alejamos de esos pensamientos de que todo ira mal.

—En eso tienes razón — asintió Karone mientras quitaba con cuidado las espinas de una rosa — He visto a los jóvenes internos temblar como ciervos ante la vista de un cazador.

—Y por eso eres superior — le felicitó su padre — Desde tu primer año de residencia demostrarte tener esa espina de hierro para no dejar nada suerte.

—Soy tu hija, tu primogénita — Karone miró a su padre — Pero sobre todo, soy una Snow. Y los Snow siempre estamos en la cima.

Su padre le sonrió y ella le devolvió la sonrisa, su paz fue interrumpida por el sonido de su teléfono que estaba en el banquillo. Karone se quitó los guantes y recogió su teléfono.

Su fondo de pantalla era una vieja fotografía de su madre sosteniendo a Venus con pocos meses de nacida, el nombre de su Octavian brilló sobre la foto.

—Es Tavvy — dijo Karone, ella deslizó la pantalla y dejó las manos libres — Hermano, ¿Qué sucedió?

—Es madre — fue lo primero que dijo su padre extendió su mano hacia ella, Karone sin decir más le entregó el teléfono a su padre — Tuvo otro episodio de ansiedad y ahora dice que se siente mareada. ¿La llevó al hospital o a la casa?

—Octavian, trae a tu madre directamente — dijo padre.

—De acuerdo — contestó Octavian al otro lado de la línea — Estamos en camino. Madre está medio dormida a mi lado.

Karone cerró la llamada y miró a su padre.

—Iré a buscar mi maletín — dijo Karone.

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Las Avox habían cambiado a madre a un camisón y Karone se sentó al borde de la enorme cama.

Colocó con cuidado el pequeño monitor para medir la presión arterial en el brazo izquierdo.

—¿Cómo te sientes, madre? — preguntó Karone a su madre.

—Un poco mareada, querida — dijo con una suave sonrisa para luego colocar su mano sobre la de ella, la acarició levemente — No hay nada de qué preocuparse.

Un Sinsajo EnjauladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora