Capítulo 12

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[Día 8]

Karone miró los Juegos en la sala de descanso del hospital, con su teléfono en mano.

Para suerte no había emergencias, dando la oportunidad a todo el personal de emergencias viendo los Juegos.

La pantalla mostraba la lucha de Emerald Prior, la última del Uno que quedaba de pie luchando con el último tributo masculino del Siete.

Con hacha en mano, Prior lanzaba estocadas contra el chico que tenia una lanza cuya punta se había quebrado.

Prior cayó al piso y tomó tierra para lanzarlo al rostro, el chico gruñó soltando la lanza. Oportunidad aprovechada por Prior para clavar el hacha en el pecho del chico.

Segundos después, el cañón se escuchó.

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[Día 9: Último día]

—Tenemos que seguir avanzando — dijo Haymitch. Llevaban caminando alrededor de cuatro días, pero por suerte no se encontraron con otros tributos.

Solo quedaba la chica del Uno y la chica del Dos.

—¿Por qué? — preguntó Maysilee apoyada en un árbol.

Haymitch negó con la cabeza y siguió avanzando.

—No voy a seguir si no me das una respuesta — dijo Maysilee.

—Porque tiene que acabar en un lugar. ¿No? — contestó acercándose a ella. —La arena no puede durar para siempre.

Él volvió a seguir caminando.

—¿Qué esperas encontrar?

—No lo sé, quizás algo que podamos usar — siguió su camino Haymitch y escuchó a Maysilee seguirlo.

Siguieron avanzando hasta un risco, de vez en cuando daban pequeños sorbos de agua de unas de las botellas enviadas por Madame Snow.

Ahora Haymitch entendía porque siempre el doce tenía lo esencial en patrocinio. Agua, comida, medicina, sigas, pero incluso con todo eso, no ha habido una victoria desde hace cuarenta años.

Haymitch sentía curiosidad por cómo Lucy Gray Snow ganó sus juegos cuando recordaba las grabaciones de cuatro décadas atrás como una adolescente delgada.

Llegaron hasta un acantilado que marcaba el final de la arena.

—Es todo lo que hay, Haymitch — dijo Maysilee a su lado — Hay que volver.

Haymitch hacia el vacío del acantilado.

—No, yo me quedo — negó con la cabeza.

—De acuerdo, solo quedamos cuatro — comentó Maysilee detrás de él. —Será mejor que nos despidamos ahora, de todos modos. No quiero que seamos los dos últimos.

—De acuerdo — contestó Haymitch — Que cualquiera de los dos gane.

—Espero lo mismo — dijo Maysilee — Gracias por ser mi aliado.

Los pasos se escucharon junto a un silbido de pajarito, Maysilee dijo que tenia un canario amarillo que le regaló su padre y lo imitaba cuando estaba aburrida.

Haymitch flexionó sus rodillas colocando sus manos sobre ellas levemente mirando el vacío, y se enderezó pateando rocas al ver que no había nada a que sacar provecho.

De pronto, un zumbido y la piedra regresó a su lugar. Haymitch queriendo comprobar algo, tomó una piedra del tamaño de un huevo, la lanzó y segundo después regresó a su mano.

Un Sinsajo EnjauladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora