Capítulo 16

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Haymitch fue vigilado por una semana por los Pacificadores luego del regreso de Madame Snow al Capitolio.

"Esperemos el tiempo y el momento para que utilices esta información como tu seguro de vida."

Haymitch había vomitado todo el día anterior por la información que le fue dada. Un comodín como pago por la muerte de su familia y novia.

Ahora entendía porque los hijos parecían sombras de Lucy Gray. El porque la asistenta parecía alerta.

Los Pacificadores lo siguieron por todo el Distrito.

Cuando fue a la boticaria de los Creed se encontró con Sara atendiendo, en el mostrador estaba un canario amarillo en una jaula.

—"Marylle me lo entregó"— le dijo triste — "Era de Maysilee, pero... los Donner no podían verlo por lo sucedido en los Juegos"

Haymitch asintió con la cabeza y pidió algo para la acidez del estómago. Ella se limpió las lágrimas y agradeció el medicamento.

Poco salía de casa, otra semana encerrado. Hasta que recibió una llamada del Capitolio.

Era Madame Snow, algo que sorprendió a Haymitch.

Ella le preguntó cómo estaba, y él notó que nuevamente estaba "estable" y sospechando que la comunicación estaba interceptada.

Él dijo que aún no salía de casa y que aún estaba muy decaído. Ella le dio el pésame por su familia, y Haymitch pensó en que excusa le había dado el presidente Snow a tan encantadora anciana.

Luego de otra semana confinada, paseo por La Veta, visitó un momento su casa de la infancia para luego ir hacia el hogar de los Everdeen donde se encontró con la señora Maude remendando una camisa.

—Señora Everdeen — saludó Haymitch —¿Podemos hablar en privado?

—¿Y por que accedería? — preguntó seria.

Nada comparado con la amable mujer que estaba con los músicos en el Hob. Haymitch recordó una vez intercambiar una ardilla para que tocaran una balada para poder bailar con Celia.

—Es sobre Lucy Gray.

La mirada castaña de la mujer se endureció y se levantó de la desgastada mecedora, le indicó que entrara. La vivienda de los Everdeen era como cualquier otra casa de La Veta, pequeña y algo gris.

La señora Everdeen lo sentó en una silla de comedor mientras preparaba café.

—El día en que regresaste, tuvo una charla con el hijo varón mayor — dijo la señora Everdeen quitando la vista de la hornilla para verlo — No puedo creer que chicos tan arrogantes salieran del vientre de Lucy Gray.

—Yo conocí a los cuatro hijos — contestó Haymitch — Todos con nariz alzada y con ojos de serpiente venenosa. ¿Sabe que Madame Snow es abuela?

—Por favor, no la llames así cuando hablas conmigo — pidió la señora Maude — Antes de convertirse en Snow era mi querida prima que me amó como una madre.

Ella se sirvió el café y preguntó por Madame Snow. Haymitch le contó todo lo que le había dicho Madame Snow.

Todo lo que le hicieron esos cuarenta años.

Ella empezó a sollozar.

—Yo lo sabía — dijo con la voz ronca — Sabía que Lucy Gray no dejaría al Covey de la manera en que pasó. Ese bastardo, se llevó a nuestra chica.

—Ella me dijo que mantuviera esa información para mí, para que sea utilizada en el momento indicado — comentó Haymitch — Pero usted es su familia, supongo que debería saberlo.

Un Sinsajo EnjauladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora