Capítulo 44

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[Día 7]

Katniss escuchó el sonido del paracaídas, ella prácticamente salió corriendo fuera de la cueva justo cuando el regalo de los patrocinadores. Katniss agarró el paquete y lo abrió, al principio fue recibida por una simple nota.

'¿A eso le llamas beso?

H.'

Katniss gira su cabeza ligeramente, sabiendo que Haymitch estaba como metiche viendo la transmisión. Y se le hizo raro, ya que era Madame Snow quien le envía los suministros a Katniss.

Ella arrugó el papel entre sus dedos y se metió a la cueva.

Peeta temblaba. Katniss debía ser cuidadosa, asegurarse que no le empezara a subir la fiebre, porque una herida de esa magnitud desencadena a una infección.

—¿Es medicina? — preguntó Peeta.

—No, es sopa — contestó Katniss, Peeta trató de tomar el cuenco, pero Katniss no le permitió.

Él estaba débil y apenas podía mantenerse consciente, así que fue ella quien lo empezó a alimentar, como una vez alimentó a su propia madre cuando estaba encerrada en su mente luego de la muerte de papá.

Con cuidado le dio dos cucharadas, no sabía cuánto tiempo Peeta había estado sin comer y no debía abrumar a su estómago.

—Te lo agradezco — dijo Peeta con sus brillantes ojos azules.

—Bueno — contestó Katniss — Tu me alimentaste una vez.

—Siempre pienso en eso — Peeta la miró fijamente — Como te arroje ese pan.

—Peeta...

—Debí haber ido hasta ti — empezó a delirar Peeta — Debí ir hasta en la lluvia.

Katniss lo arrulló para que se calmará, con cuidado le tocó la frente y se asustó cuando sintió su piel arder en fiebre.

—Estás ardiendo.

—Recuerdo la primera vez que te ví — sonrió adolorido, como si se preparará para morir. —Tenías dos trenzas en lugar de una. Recuerdo cuando cantaste en la clase de música, el profesor preguntó quién sabe la canción del Valle y tu alzaste la mano.

—Ya no hables — suplicó en un susurró, pidiendo que guardara sus fuerzas.

—Después de eso, te veía cada día ir a casa. — su mirada se notaba cansada, perdiendo la esperanza — Sin falta.

Katniss se quedó callada, sin poder procesar la confesión de Peeta, sus ojos suplicantes sobre ella.

—Di algo, al menos.

—Nunca he sido buena hablando — confesó Katniss sincerandose, desde que papá murió, ella había perdido la mayor parte de su alegría.

—Entonces ven — pidió Peeta — Ven.

Katniss dejó de lado el cuenco y se recostó junto a Peeta, con su cabeza apoyada sobre el pecho de él, tratando de no ser una molestia. El brazo de Peeta se envolvió alrededor de ella.

Katniss colocó su mano sobre su pecho, callando su sentencia de muerte autoimpuesta.

—Ya basta — pidió Katniss.

[Día 8]

Katniss estaba acurrucada junto a Peeta cuando la voz de Claudius rompió la pequeña paz que tenían.

—A partir de mañana en el amanecer habrá un festín en la Cornucopia — Katniss se levantó al escuchar la voz de Claudius —Esa no será ordinaria. Todos necesitan algo, desesperadamente . Y planeamos ser.. anfitriones justos.

Un Sinsajo EnjauladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora