La fiesta terminó a altas horas de la noche, mi cabeza era un desastre en estos momentos y solo pensaba en Hannibal, en Will, en Jack, en Chilton mientras veia como los organizadores limpiaban los restos que quedaron del evento. Hannibal se acercó a mí.
— Te ví un poco apagada hoy — apoyó sus nudillos suavemente en mi mejilla — ¿Cómo estás?
— No es nada, es solo que — suspiré — tengo muchas cosas en mi cabeza, no me malinterpretes, no puedo estar más feliz de que hayas decidido celebrar que estés vivo, pero la situación no deja de repetirse en mi cabeza y...
No podía, no podía decirle que Will lo estaba acusando de asesino canibal y que yo había establecido una extraña alianza con Jack Crawford y Chilton para intentar descubrir si esa acusación era verdadera.
— Lo siento — finalice — no quería que notes que estaba rara.
Hannibal no dudó ni un minuto en tomarme entre sus brazos y depositar un beso en mi cuello.
— Sé que estás bajo mucha presión con Will, me siento un poco culpable de pedirte que continúes dándole terapia, pero pensé que sería lo mejor para los dos.
¿Lo mejor? Si tan solo supieras.
— Está bien, solo es mucha información — apoyé su cabeza en mi pecho.
Suavemente tomó mi rostro con sus dos manos y me besó en los labios, era un beso casi desesperado por ambas partes, nos necesitábamos, de verdad lo hacíamos.
Con nada de pudor, y como ambos pudimos, me guió hacia su habitación, ya conocida para mí.— Es la única forma de la que deseo terminar esta velada, ¿Harías esto por mi, Astrid?
Sonreí, no podía seguir fingiendo que no lo quería, mucho menos que lo necesitaba. Y al ver que todo era mutuo, solo hacia la situación más deseosa. Sentí las manos de él sobre mi espalda, con el claro objetivo de bajar el cierre de mi vestido negro.
—¿Puedo? — asentí.
A veces me avergonzaba de mi propio cuerpo, pero el hecho de que su mirada solo detone placer al verme, me volvía loca, me hizo sentir mas confiada que nunca. Quité su camisa, el único rastro de elegancia que quedaba, ya que el saco y la corbata habían sido despojados por el mismo ni bien todos los invitados se fueron.
— Eres hermosa — murmuró besándome.
Pasé mis manos por su pecho desnudo, había algo en él tan varonil que solo incitaba a mi cuerpo a querer más, y más, y aún más, si es que eso era posible.
Nuestros cuerpos batallaban con el deseo de convertirse en uno solo, quitamos las últimas prendas que teníamos, Hannibal apoyó con cuidado su cuerpo y el mio.
—¿Estás segura que quieres hacer esto? No quisiera estar obligandote a nada ahora mismo.
— Si, estoy segura.
Mi tono fue tan seguro que me avergonzó que él me vea como una desesperada, pero no podía pensar con claridad teniéndolo sobre mi mientras no había ni un centímetro de distancia entre nuestros cuerpos.
Ante mi respuesta afirmativa, tapó nuestros cuerpos y lentamente, pero con una prolijidad que simplemente lo caracterizaba, entró en mi como un artista que interviene su propia obra. Gemi de placer al sentir sus movimientos, era algo que no había experimentado antes, el sexo con Hannibal Lecter era todo lo que me había imaginado.
Dejó pinceladas sobre mi cuerpo, disfrazadas de marcas, saboreó cada parte de mi piel y manipuló el acto a su antojo. Era... Simplemente perfecto.
—¿Más lento? — preguntó con la voz más ronca que había oído en mi vida.
— No — tragué saliva — está bien así.
Mis palabras fueron la llave para que las estocadas sean más rápidas e intensas, de mis labios escapaban sonidos llenos de placer. Sentí las manos de Hannibal enterrarse en mis caderas, en otro contexto hubiera creído que él estaba siendo demasiado brusco, pero no podía importarme menos.
Su respiración estaba agitada, el latido de su corazón chocaba contra mi pecho y su cara estaba repleta de sudor. No sé si había una imagen visual más provocadora que esta.
Tomó mis muslos y intercambió nuestras posiciones, ahora yo estaba arriba y llevaba el control.
— Nadie más que tú puede hacerme acabar, Astrid.
Esas palabras fueron suficientes para que ahora sea yo la que controle los movimientos hasta llevarnos al límite, sentía que estaba conteniendose, yo también lo estaba haciendo.
Entre suspiros, gemidos y algún que otro gruñido, ambos llegamos a nuestro punto de éxtasis y nos corrimos sobre el otro.Suspiré agotada, me acosté al lado de Hannibal y lo miré con una media sonrisa.
— Eso estuvo bien, ¿Verdad?
— Estuvo muy bien, demasiado diría yo.
Pasó su mano por mi cuerpo desnudo y lo tapó, mientras él salía de la cama y se ponia su ropa interior, lo inspeccioné con pánico. No iba a abandonarme después de tener sexo, no haría eso.
—¿A dónde te vas?
— Tranquila, espérame aquí.
Unos minutos después volvió con dos copas de vino, y me ofreció una.
— Te dije que no quería que la velada acabe aquí.
Sonreí y tome de la copa mientras veia como se acostaba de nuevo a mi lado, extendió su copa y brindamos.
— Por una maravillosa noche y porque.. — lo meditó unos segundos — porque estás a mi lado.
Ambos seguimos hablando mientras bebíamos el vino y de vez en cuando aprovechabamos el momento para besarnos o acariciarnos.
Cuando menos lo esperé un cansancio extremo invadió mi cuerpo y caí rendida sobre la almohada quedándome dormida. Lo último que escuché fue que murmuró unas palabras y depositó un beso en mi frente.
No tengo la certeza de que él se durmió después que yo o si se quedó despierto.
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Doctora Bloom || Hannibal.
Fiksi PenggemarAstrid Bloom, una ingenua estudiante de psicología, ve su vida trastornada cuando su universidad se ve sacudida por una misteriosa ola de homicidios de mujeres. Temiendo ser la próxima víctima, busca refugio en los brazos de Hannibal Lecter, su psiq...