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Mire la escena con impacto, mis ojos no sé despegaban del cuerpo sin vida de Francis Dollarhyde. Entonces este era el final predestinado del Gran Dragón Rojo. Pero, ¿Qué costo tuvimos que pagar para vencerlo? ¿Que tuvo que suceder?

— Un crímen pasional, dicen — habló Jack en tono neutro.

Ya no estábamos hablando de Dollarhyde, sino de la repentina huida de Hannibal y Will, todo indicaba que se habian caído por el acantilado y con eso habían terminado sus vidas. Lo que investigaba el FBI es que había pasado realmente, si se habían tirado ellos mismos o los habían empujado. Aunque para ser sinceros, nunca lo sabríamos.

— Tienes lo que querías, Jack — dije seria mirándolo — Querías al dragón y a Hannibal muertos, y los tienes. Pero también perdiste a un amigo.

— Will sabía lo que hacía desde el primer momento, desde que propuso la misión para atrapar al Dragón.

— No — negué con una sonrisa que ocultaba más dolor que otra cosa — Tu no encontraste otra alternativa y aceptaste el plan de Will, porque pensaste que eso podría salvar tu carrera. Pero los dos sabíamos que esto podía fallar.

Jack no dijo nada, los dos miramos como cubrían el cuerpo del dragón, lo subían a una camilla y se lo llevaban.

—Esta casa es tuya, a partir de ahora — dijo mirándome — Hannibal dejó una carta en la que te la dejaba, para ti y para su hija.

Mire la fachada de la gigante casa blanca, ¿Que oportuno, verdad?, no podía pensar ni siquiera que esto sea mio. Pero me dolió saber que Hannibal desde un principio lo sabía, sabía que esto iba a pasar. Es muy probable que Will también.

— Hagan lo que quieran con ella — dije tragando el nudo que se estaba formado en mi garganta — No la quiero, no quiero nada que me remonte a ellos.

Me aleje de Jack y miré el acantilado, el agua estaba quieta, solté un largo suspiro. No sabía cómo, pero habíamos llegado a este punto en el que no solamente perdí a Hannibal, sino también a Will. Quería que esto sea un sueño o que haya una explicación, cerré los ojos y deseé que todo tuviera una explicación.

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— ¿Argentina? — preguntó Alana mirándome atónita — Entiendo que quieras irte lejos de este lugar, ¿Pero a la otra parte del mundo?

Suspiré. La noticia de la mudanza no iba a caerle muy bien a mi hermana, pero yo sabía que era lo mejor. Y necesitaba hacerlo.

— Tu también te irás a Londres con Margot y Morgan en unos meses — repliqué — Creo que las dos necesitamos corrernos de este pasado. Y lo hago por Ruby, lo hago exclusivamente por ella.

Exclusivamente por ella, repetí en mi mente. Todo lo que hacía era por mi hija, y si tenía que adentrarme en esta locura para que ella tenga una buena vida, lo haría.

Alana me inspeccionó unos minutos hasta que se acercó y me abrazó. Era el abrazo que las dos necesitábamos, sonreí.

— Vas a tener que dominar el español rápido.

Reí — Y tu vas a tener que dominar el inglés británico.

Ella sonrió y acarició mi mejilla — Voy a extrañarte, ¿Lo sabes? Voy a extrañar mucho a mi hermana menor.

— Yo también voy a extrañarte mucho, pero estoy contenta porque sé que estarás bien. Las dos tenemos una familia que proteger, y si algo aprendí de mamá y papá es que la familia lo es todo, es lo más importante en la vida de una persona.

Alana se limpió una lágrima — Lo sé, maldita sea — rió — sé que estarás bien. Las dos estaremos bien.

La volví a abrazar y nos quedamos disfrutando de la otra por unos minutos. Iba a extrañar esto, no era un adiós, era un hasta pronto.



Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora