— Tengo miedo mamá — dijo la pequeña al lado de mi cama — Escuché ruidos, ¿Puedo dormir contigo?
Quité las sábanas de mi cuerpo y me levanté para tomarla en brazos, Ruby no solía ser una niña de muchas pesadillas, pero cuando las tenías realmente le afectaban. El problema es que si la dejaba dormir conmigo ella nunca aprendería. La guíe hasta su habitación
— Vamos cariño, te aseguro que no hay nadie, solo fue un mal sueño — la recosté en la cama y ella no despegó sus brazos de mi cuello — ¿Quieres que me quede hasta que te duermas para asegurarme de que no hay nadie?
Asintió con un poco de desesperación, sus ojitos estaban húmedos. La tapé y coloque su oso de peluche al lado de ella.
— Está bien, no hay nadie, mamá está aquí.
Tardó un poco pero finalmente se quedó dormida, me quedé unos momentos para asegurarme de que no se despierte y ratificar que ya estaba completamente dormida. Efectivamente así fue, suspiré y deposité un suave beso en su frente.
Salí con cuidado de no despertarla y cerré la puerta, miré la hora, eran las 03:40 de la mañana. Sería muy difícil volver a dormir. Decidí no volver a la habitación y bajar hasta la cocina por un vaso de agua.
Muchas cosas estaban pasando y me asusta estar transmitiendole mis miedos a mi hija, a pesar de tener casi cuatro años, estaba segura que los niños podían percibir todo. Estaba tan centrada en mis pensamientos hasta que escuché un ruido, un pequeño y puede ser imperceptible sonido de madera, me detuve con miedo. El único que aún conservaba las llaves era Elio, y él no tendría razón para estar aquí a estas horas.
—¿Hola?
Por el ruido de la acústica, pude percibir que ese ruido venía de la chimenea, que estaba en la cocina. Caminé hasta ahí con cuidado, en estos momentos odiaba no tener un arma cerca.
Cundo ví la silueta mi boca se abrió, empecé a temblar inconscientemente, no necesitaba haberlo visto un millón de veces para reconocerlo. Su mirada era fría y calculadora, era alto, demasiado, su cuerpo era esbelto.
— Hola Astrid — siseó — Es un placer finalmente conocerte.
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Era el dragón. El gran dragón rojo. Francis Dollarhyde. Atiné a gritar pero no pude, el se acercó hasta estar a centímetros de mi.
— No grites, no queremos que la pequeña Ruby se asuste, ¿O si?
El hecho de que un asesino de familias nombre a mi hija me hacía congelar hasta el alma. Tenía miedo, miedo por lo que podía pasar. Pero yo no era idiota, sabía que me quería a mi.
—¿Cómo entraste?
— Eso no importa ahora — caminó rodeandome —Lo importante es que estoy aquí,y estamos aquí. La célebre Astrid Bloom, sé mucho sobre ti, ansiaba nuestro encuentro.
—¿Que es lo que quieres?
Me miró de arriba a abajo, sus ojos lanzaban chispas, apunto de prenderme fuego. Era una horrible metáfora de tan solo pensar en el destino del pobre Chilton.
— Ustedes se creen que soy un idiota, que no soy un asesino planificado — su tono de voz era grave y severo —Hannibal me traicionó, dejó que digan cosas de mi. Pensé que seríamos un buen equipo, pero aparentemente me confundí, y ahora quiero tener su cabeza servida una bandeja.
Detonaba venganza, odio.
— Sé lo que sabes, y recuerda, sé quién eres — inconscientemente movió sus ojos hacia la escalera que guiaba hacia las habitaciones.
Respiré con pesadez, esto no me gustaba, nada de esto me gustaba. Que esté en mi casa, que hable sobre mi hija, que muestre su venganza.
— Dime, ¿Qué es lo que quieres? — pregunté, mi voz salio más temblorosa de lo que pensaba.
— Es fácil — dijo — tú quieres a tu hija, yo quiero a Lecter. Oí sobre esta especie de "liberación" que van a hacer con él, quiero que me lleves, estoy segura que sabes qué camino van a tomar.
Entonces era eso, Will tenía razón, siempre la tuvo. El dragón quería a Hannibal, y específicamente lo quería muerto, y necesitaba mi ayuda para eso.
Se acercó a mi cuello y respiró en mi oído, sentí un escalofrío recorrer mi espalda.
— Vamos Astrid, no es tan difícil, eliges a Ruby o que este plan salga bien?
Era obvio que iba a elegir a mi hija por sobre todas las cosas, incluso sobre Hannibal o Will.
— Será en dos días, por la tarde — suspiré — es una manera de atraerte para atraparte.
Sonrió perversamente — No lo harán, descuida — acarició mi mejilla, yo me aparté con disgusto. — Si Jack Crawford está pensando en atraparme y matarme, voy a tenderles mi propia trampa. Te llevaré conmigo en el auto.
Mis ojos se abrieron con sorpresa.
— No van a dispararme, pero yo podré dispararle a ellos. Saben que tengo a una de sus agentes.
Su mano rodeo mi cuello con firmeza, emití un gruñido bajo, no quería hacer mas ruido. Temía que Ruby aparezca.
— Y si llegas a decirle a alguien sobre esto — murmuró en mi oído, sus dientes estaban apretados — Ya sabes que mi venganza no recaerá sobre ti.
Me liberó, respiré con dificultad.
— Me serás de mucho uso Astrid, no saben con quién se metieron.
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Doctora Bloom || Hannibal.
Fiksi PenggemarAstrid Bloom, una ingenua estudiante de psicología, ve su vida trastornada cuando su universidad se ve sacudida por una misteriosa ola de homicidios de mujeres. Temiendo ser la próxima víctima, busca refugio en los brazos de Hannibal Lecter, su psiq...