Narrador omnisciente.
Horas más tarde Hannibal y Will llegaron a la casa de refugio del mayor, una íntima ubicación frente al acantilado, una sensación que ningun otro lugar podía darle a ambos. Esa noche, inusualmente, el acantilado estaba mermando. Distinto a las otras veces que Hannibal la visitó.
- Había más tierra cuando estuve aquí con Abigail, mucha más cuando estuve con Miriam Lass.
Will lo miró - Y ahora está aquí conmigo.
Hannibal sonrió y le extendió una copa de vino, su ropa ya no era el despreciable traje de prisión, sino un traje elegante. Uno de esos trajes que usaba el Doctor Lecter, y no Hannibal, el caníbal.
-¿Estás aquí para ver cómo él me mata? - preguntó con su mirada dirigida a Will, los dos sabían que estaban en la mira del dragón. Y vaya que lo sabían.
- Mi idea es ver cómo él te transforma.
- Mi compasión hacia tí es inapropiada, debo admitir.
Will tomó la copa de vino y la llevo a sus labios - Si le gusta la carne de res, es inapropiado sentir compasión por las vacas.
Hannibal esbozó una pequeña sonrisa y se acercó a él - Sálvese usted, matelos a todos.
- No sé si podré salvarme - explicó el moreno con nihilismo - y a este punto no creo que tenga importancia.
- Nadie siente mayor amor que el que da la vida por un amigo. - contestó - y creo que eso es verdad.
Los dos se sostuvieron la mirada, esperando algo, quizás esperando que sucediera algo.
- Él nos está viendo ahora mismo.
- Lo sé.
Apenas Hannibal apoyó la copa de vino en sus labios, un disparo atravesó los vidrios de la casa e impactó contra su estómago. Un poco de sangre salpicó en la camisa de Will, quien retrocedió unos pasos.
Francis Dollarhyde, el Gran Dragón Rojo, hizo acto de presencia con una expresión de satisfacción al ver cómo el hombre que lo había traicionado estaba malherido en el suelo.
- Hola, Francis.
-Hola, Doctor Lecter.
- Me alegra que hayas elegido vivir, el suicidio es algo muy oscuro, incluso para las personas que no tenemos corazón.
El dragón, con ojos chispeantes se arrodilló frente a Hannibal y sacó de su bolso una cámara de fotos. En la otra mano, tenía un vidrio roto.
- Voy a grabar tu muerte, quiero recordar por el resto de mi vida este momento.
Hannibal miró de reojo a Will, quien permanecía en silencio mirando la situación. Muy en el fondo sabía que tendría que intervenir.
- Será una película interesante.
Will tomó el arma que tenía escondida, pero antes de poder hacerlo Francis se acercó y le clavó en el cuello el trozo de vidrio que estaba destinado a lastimar a Hannibal. Will tuvo que hacer un sobreesfuerzo para no caer, pero un charco de sangre se formó a su alrededor por el corte en el cuello.
Will y Dollarhyde continuaron su enfrentamientos fuera de la casa, a solo metros del acantilado. Ninguno de los dos se daba por vencido. Hannibal intervino cuando las apuñaladas a Will ya fueron suficientes, atacó al dragón por detrás tomándolo por sorpresa.
Y si bien tanto como Will y Hannibal estaban en desventaja por sus heridas, fueron más que el hombre salvaje y sano y en un momento se unieron para provocarle cortaduras y más heridas, incluso mas que las que ellos tenían. El dolor era inmenso, la energía cada vez iba disminuyendo más, pero con un poco de esfuerzo entre los dos lograron detener al Gran Dragón Rojo, quien cayó sobre el frio suelo encima de un charco de sangre.
Todo había terminado, ya no había más peligro. En el momento en que cayó, Will no pudo evitar pensar en Molly y en Walter, y Hannibal en Ruby y Astrid.
Hannibal se levantó malherido, mirando el cuerpo de Dollarhyde y ayudó a Will a poner de pie, quién inmediatamente cayó sobre sus brazos.
-¿Lo ves, Will? - preguntó señalando con la mirada al hombre - Esto es lo que siempre quise para ti, para ambos.
Will suspiró lastimero, sus manos se aferraban a la camisa de Hannibal. Sonrió agitado.
- Es hermoso.
Sin poder evitarlo, su cabeza cayó sobre el pecho de Hannibal, quien lo rodeo con sus brazos. Todo parecía demasiado para ser real, la casa, el momento, haber vencido al dragón.
Wsoltó un suspiro entrecortado y con Hannibal, con su Doctor Lecter en sus brazos, se empujó para que de esa manera los dos cayeran hacia el acantilado. Sus cuerpos cayeron con pesadez, con desesperación, incluso con resignación. No había otros destino posible para ellos dos.
Quizás dos hombres que estaban condenados por la desgracia y el horror, no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.Ahora ya no había un silencio, ya no había traición ni enojo, sino abismo entre los dos.
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Doctora Bloom || Hannibal.
FanfictionAstrid Bloom, una ingenua estudiante de psicología, ve su vida trastornada cuando su universidad se ve sacudida por una misteriosa ola de homicidios de mujeres. Temiendo ser la próxima víctima, busca refugio en los brazos de Hannibal Lecter, su psiq...