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Me desperté entre sus piernas, la noche anterior había sido insólita para ambos. Un reencuentro al estilo Italia, sentí su respiración sobre mi cuello.

— Es probable que me estén buscando — murmuré — Debería irme.

Su brazo afianzó mi agarre, estaba claro que ninguno de los dos quería terminar con esto. Los dos sabíamos las infracciones que estábamos cometiendo al hacer esto, más yo que él. Intenté buscar mi ropa por toda la habitación.

— Deberías, pero me niego a dejarte ir.

Negué — No es bueno que esté aquí.

— ¿No es bueno para mi o no es bueno para ti, Astrid?

Bueno, para ambos, pero precisamente no sé que tan bueno sea que descubran que yo había pasado la noche con el asesino que todos deseaban atrapar.

— Entiendo — asintió acariciando mi mejilla — Creo que lo mejor es que te vayas, en ese caso.

— ¿Sabes que Jack vendrá por ti, verdad?

— Si, lo sé. Lo supe desde el día que llegaste a Florencia.

—¿Y que vas a hacer?

No contestó inmediatamente, se quedó pensando hasta que abrió la boca sin despegar sus ojos de los mios.

— Eventualmente acabaré con él, si llega a ser necesario.

Conciso y directo, sentí la presión aumentar, Jack no entendia lo peligroso que podía ser Hannibal, y aun asi, se empeñaba en intentar capturarlo por si solo. ¿Y para qué? ¿Solo para obtener más reconocimiento, para enriquecer su ego?

— No pienses en eso, estarás bien — besó mi mano — nada va a sucederte.

Y quizás eso se traducía en: No voy a matarte.

Miré su mano con curiosidad, una inmensa cicatriz cubría su muñeca, la toque con delicadeza. Él siguió mis ojos hasta ver en qué estaba tan concentrada.

— Ya cumplí mi promesa una vez, ¿Por qué la rompería precisamente ahora?

—¿Y Will? — pregunté de forma espontánea, no quería hacerlo, pero lo hice. Se sentó en el borde de la cama, dejando al descubierto su pecho desnudo, escenas de la noche anterior vinieron a mi mente.

— Mi relación con Will no parece tener muchos límites.

Y en eso tenía razón, los dos se traicionaban mutuamente, no había una completa estabilidad. Nadie sabría si sería Will el que acabara con Hannibal o sería Hannibal el que acabara con Will.

—¿No vas a protegerlo? — pregunté.

— No puedo responder algo de lo que no estoy seguro.

— Pero — Dudé — ¿Lo harás si él te lo pide?

— Si — asintió cortante.

Entendí que era el momento de dejar de hablar sobre él, cubrí mi cuerpo desnudo con las sábanas. Las copas de vino estaban sobre la mesa y los recuerdos de un reencuentro memorable flotaban en el aire.

Cuando encontré toda mi ropa, esparcida por la habitación, comencé a vestirme bajo la atenta vista de él. Cuando terminé, simplemente lo miré y sonreí de lado.

— Eso es todo.

Se acercó a mi y beso mi frente — Cuídate, ¿De acuerdo?

— Eso debería decírtelo a ti, deja de meterte en problemas.

— Sabes bien que eso es algo que no puedo prometer.

Rodé los ojos, por supuesto que no, solo él se buscaba todos los problemas.
Salí de la habitación, en la sala, sentada estaba Bedelia.

—¿Estás feliz, querida? Obtuviste la atención que necesitabas.

— Oh si, y mientras tanto si tienes un poco de suerte esta noche te besará la mano mientras están en una fiesta elegante fingiendo que están casados.

Me dedico una fría mirada y siguió leyendo un libro. Ella lo deseaba, aunque lo negase constantemente, y yo no me equivoqué la primera vez que la ví.

— Ciao — me despedí irónicamente sin mirarla.



Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora