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Tenía a Elio frente a mí después de cuatro años desde nuestro último encuentro, por más que me costara aceptarlo, aún soñaba con la última vez que lo vi a los ojos. Y ahora de nuevo estaba con él.

Sus ojos estaban cubiertos con grandes ojeras, su cabello estaba más largo que la última vez y su rostro estaba más pálido, si es que eso era posible. Acercó sus manos a mi por sobre encima de la mesa, me las estaba ofreciendo. No supe cómo reaccionar.

— El cabello castaño te queda bien — murmuró — pero esperaba volver a verte con tu cabello rubio.

— Ha pasado mucho tiempo — sonreí — algunas cosas cambian.

— Yo no — contestó — sigo en el tiempo. Y estoy igual que siempre, aunque bueno, un poco desarreglado.

Habia imaginado tantas horas este reencuentro que ahora que llegó, no sabía cómo comenzar a hablar exactamente. El resumen mental que tenía, ya no estaba más. Había desaparecido.

— ¿Por qué decidiste venir?

— Porque creo que fui injusta contigo — dije finalmente — no te dejé contar tu verdad, me cegue con las pruebas del FBI, deberia haberte escuchado. — suspiré — afuera están pasando una serie de cosas que inevitablemente me recordaron al caso de nuestra universidad.

—¿Asesinatos parecidos a los que ocurrieron en la universidad? — asentí — El destripador de Chesapeake, leí sobre su caso en el diario que nos otorgan una vez por semana ¿Encontraron a algún culpable?

Reí con ironía — Ya encarcelaron a tres sospechosos y dos de ellos fueron liberados, pero los crímenes siguen apareciendo y genuinamente, todos tienen algo en común.

— Nunca van a atrapar al sujeto, incluso si en algún momento se llega a descubrir la verdad, no van a atraparlo.

—¿Por qué lo sabes?

No contestó nada, simplemente apartó la mirada y supe que era el momento de hacer la pregunta.

— Tu no fuiste el asesino de las estudiantes de la universidad, ¿Verdad?

Negó lentamente, creer o reventar. Pero él no perdía nada mintiendome, aún tenía una larga condena.

— ¿Por qué no pediste la defensa si no hiciste nada? — pregunté con duda.

— No maté a las primeras víctimas, pero si a la última y eso es suficiente.

Era justo lo que no quería escuchar, estaba admitiendo que había matado a Hazel. Incluso prefería que haya cometido los últimos crímenes y no matado a mi amiga. Él continuó hablando.

— Pero la maté no porque haya querido, sino porque el verdadero asesino nos tendió una trampa.

—¿Una trampa?

— Él sabía perfectamente que tanto Hazel como yo estábamos investigando el caso y ambos estábamos cerca de descubrirlo. En vez de actuar por mano propia decidió turbarnos, poner trampas y que finalmente uno de nosotros termine asesinando al otro — tragó saliva — fue mi caso, y acabé con Hazel. Sin quererlo.

—¿Cómo lo hiciste? — pregunté sorprendida por todo.

— El asesino guió a Hazel hacia mi despacho, y por otro lado a mí me hizo creer que él estaría ahí — sus ojos se oscurecieron — era de noche, apenas podia ver, entré al despacho y vi esa silueta oscura, disparé. No lo pensé un segundo. Después ví que había sido Hazel y hui como un cobarde, había cometido el peor error de mi vida, ¿Lo peor? Es justamente lo que buscaba el asesino. Él terminó el trabajo que yo hice con la pistola y lo convirtió en un crimen aún más salvaje. Una copia vil de sus otros crímenes.

No podía hablar, estaba muda, esto era más información de la que esperaba obtener.

— No es casualidad que haya sido yo, porque buscaba ponerte en mi contra. Él necesitaba que alguien dude de mí, y tú dudaste — hizo una pausa — nunca fui capaz de culparte, o sentir remordimiento. Sabía que en el momento que lo descubras ibas a acusarme, no tenía defensa. La culpa me estaba matando, por eso me alejé.

— ¿Por qué dices que el asesino buscaba ponerte en mi contra?

— Sabía lo que teníamos nosotros.

—¿T-tú conoces al asesino? ¿Sabes quién es?

Asintió, esperé con ansias que me lo diga pero dos oficiales entraron al pequeño cuarto de visitas y tomaron a Elio por los hombros, esposandolo.

— Lo siento, señorita Bloom, se terminó el tiempo de la entrevista y no podemos ofrecerle una extensión. — habló uno de ellos.

Me paré, quise hablar, era el momento menos indicado para que se lo lleven.

— Elio — pronuncié. Él se escapó de los brazos de los guardias y se acercó a mi.

— Astrid, presta atención, un psquiatra profesional y adinerado puede cometer los peores crímenes. Tiene dos armas, y una de ellas es la manipulación mental. Ya sabes que hacer con eso.

Lo alejaron del cuarto, quedé estática mientras una absurda cantidad de información ingresaba en mi cabeza. Era él, siempre había sido él, lo había hecho con Elio y Hazel y después lo había hecho con Will como el destripador de Chesapeake. Inconscientemente, también lo había hecho conmigo.

Recordé las palabras que Will pronunció el día que lo conocí, cuando nadie entendía por qué acusaba a su psiquiatra: "Lo que él me hizo, está en mi cabeza"

Hannibal Lecter no solo era el Destripador de Chesapeake, sino también el asesino perfecto.

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora