Epílogo

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Cinco meses después.


Una vez rechacé escapar a Europa con Hannibal para no dejar a mi hermana, y por miedo de escapar con el mismísimo Destripador de Chesapeake y terminar siendo una víctima más. De esas idas y vueltas italianas y del remordimiento de no escapar con el hombre que amaba surgió el mejor regalo que me pudo dar la vida, Ruby.

Ahora conducía por las calles de Buenos Aires, habían pasado cinco meses desde la muerte, o mejor dicho, el resurgimiento de Hannibal Lecter. Cinco meses exactos de que recibí esa carta y que me mudé a Argentina, a 9000 kilómetros de mi hogar.

— Vamos a llegar tarde — afirmó mi hija impaciente, interrumpiendo mis pensamientos.

— Tranquila, solo faltan algunas calles. No es necesario que seas tan ansiosa.

Bufó con molestia, Ruby estaba cada vez más grande, y con solo cuatro años ya dominaba muy bien sus primeras palabras en español, me pregunto a quien habrá salido.

Estacioné en la puerta de la casa, Ruby prácticamente saltó del asiento del copiloto para correr y tocar timbre. Reí negando y baje las cosas que había traído para pasar el día.

Hannibal abrió con ropa relajada, mi hija lo miró con adoración pero sus mejillas se encendieron. Ella llevaba muy bien el hecho de haber conocido a su padre, pero aún sentía vergüenza ante su presencia.

— Hola, dulzura. — la tomó en sus brazos y ella rodeo sus pequeños brazos sobre su cuello. Hannibal me miró y sonrió — Pasa, por favor.

Entré y dejé mis cosas sobre la cocina, el aroma de lo que estaba preparando me inundó.

— Seguí tus órdenes e hice pasta, libre del sufrimiento animal, así que no te preocupes — me guiño el ojo aún sosteniendo a Ruby.

Sonreí negando, digamos que Hannibal estaba liberandose de sus malos hábitos...

—¿Dónde está él?

Rodó los ojos — Adivina.

En ese momento, Will salió de una habitación con un pequeño cachorro vendado, Ruby saltó de los brazos de su padre para acercarse al perrito.

— Llegaron — sonrió radiante al vernos.

—¿Que le pasó, tío Will?

— Oh, te refieres a él — acarició la cabecita del cachorro — alguien muy malo lo hirió y lo dejó en la calle, pero ya está muchísimo mejor.

Hannibal suspiró tomando el puente de su nariz — Es el sexto en dos semanas.

— Me parece que llegamos a un acuerdo, te dejo cometer tus excentricidades si a mí me dejas rescatar todos los perros que quiero.

Mientras Hannibal intentaba abandonar sus malos hábitos, Will seguía conservando sus buenos hábitos. Reí al ver su pequeño intercambio, su relación era... Curiosa, porque si bien aún mantenían sus diferencias, los dos habían sobrevivido a la caída.

Ruby tomó al cachorro con delicadeza y nos miró con inquisición.

— ¿Puedo ir al living con él? Puedo cuidarlo.

— Por supuesto querida, pero no lo apoyes sobre el sillón blanco.. — pidió Hannibal casi en súplica — Es nuevo.

— No lo haré, papi — los ojos de Hannibal se iluminaron al ver salir a la pequeña

Hannibal, Will y yo nos quedamos en la cocina. Observé la computadora  que estaba sobre la mesada y enarque una ceja viendo que estaba abierta en la página de Freddie Lounds.

— ¿Los esposos asesinos, huh? — pregunté leyendo y viendo la portada — Veo que Freddie Lounds sigue escribiendo sobre ustedes y sus presuntas muertes a pesar de que ya pasaron cinco meses.

— Me pregunto si alguien seguirá leyendo su blog — preguntó Will con una media sonrisa. — Es raro estar alejado de ese mundo, pero definitivamente no me quejo. Sé que Molly y Walter están bien, quizás mejor de lo que estaban conmigo y eso me sobra y me basta.

— Suficiente — dijo Hannibal apagando la computadora — No volveremos a Lounds. Quiero disfrutar este domingo, ¿Me ayudan a poner a preparar la mesa para almorzar? — preguntó con una sonrisa.

— Oh, por supuesto querido "Esposo asesino"— contestó Will en broma y Hannibal rodeó los ojos.

Sonreí negando y entre los tres acomodamos todo para comer. Al final del día, éramos esto, tres personas que habían comenzado una nueva vida lejos de sus hogares a pesar de todo lo que ocurrió en el pasado. Sin quejas, sin juzgar, sin remordimiento. Solo nosotros.

Hannibal sentó a Ruby sobre su pierna derecha y le cortó la pasta para que le resulte más fácil comer. Will sirvió el vino en nuestras copas mientras yo terminaba de servir la salsa que habían preparado.

Hannibal levantó su copa — ¿Por nosotros? — Bebió un poco del líquido e hizo una mueca de disgusto que hizo reír a Ruby — Vaya, ciertamente este vino no es de mi valiosa reserva de cien años. Pero podría ser peor, ¿Verdad?

Will y yo reímos, definitivamente algunas cosas nunca iban a cambiar.

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora