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Una inmensa nube de humo invadía mi campo de visión, escuchaba los gritos de Ruby, pero no podía verla. Parecía caminar en la nada hasta que de pronto, encontré algo, vi cómo algo, una forma humana o sobrenatural la tenía entre sus brazos. Un hombre con cuerpo de dragón. Yo no podía protegerla. Ella gritaba desesperadamente mi nombre.

Todo era tan real, todo, intenté acercarme a mi hija pero algo me detuvo, o mejor dicho, alguien lo hizo. Reconocería ese rostro en cualquier lado, Hannibal me miró fijamente mientras impedía el paso para salvar a Ruby. Los gritos se volvieron ensordecedores, intenté taparme los oidos pero no pude, mi cuerpo no pudo reaccionar.

Y entonces desperté, mi corazón latía con fuerza. Me había quedado dormida en el sofá mientras leía un libro de Simone de Beauvoir, inspeccioné con tranquilidad que Ruby seguía en el suelo intentando armar un rompecabezas. Me puse la mano en el pecho, estaba muy nerviosa, y me di cuenta que la situación era insostenible: El caso del Dragón rojo, Hannibal, Ruby, la vuelta de Will.

—¿Mami?

Miré a la pequeña que me miraba con curiosidad, intenté transmitirle confianza y me levanté.

— Ven — la tomé en brazos — Vamos a cambiarte, tenemos que ir a un lugar.

— Pero, ¿Y mi rompecabezas? — preguntó con pena — ¿Vamos a tomar helado?

Negué llevándola a su habitación, tomé un atuendo para comenzar a cambiarla.

— Vas a acompañarme al trabajo, será solo un rato. Prometo que luego volvemos y terminas tu rompecabezas.

Bufó con molestia, sabía lo terca que podía ponerse si por algún motivo interrumpía alguna de sus actividades. La conocía lo suficientemente bien como para saber que en cualquier momento haría un berrinche.

— Vamos nena — dije terminando de ayudarla a vestir — dale una tregua a mamá. Te prometo que no seré por mucho tiempo.

Finalmente parece que logré convencerla con la promesa de comprarle un helado en la vuelta y su ánimo no estaba tan insoportable.

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Entramos al hospital psiquiátrico de Baltimore. Hoy era lunes, y si hay algo que sabía era que los lunes mi hermana se tomaba el día libre para descansar con Margot y Morgan. Por lo tanto, era el único día que Chilton se quedaba a cargo como director sustituto.

— ¿Vamos a ver a la tía Alana? — preguntó con duda mientras caminábamos hacia la oficina.

Negué — ¿Recuerdas al doctor Chilton, el amigo de la tía Alana?

Hizo una mueca de disgusto cuando llegamos a la puerta — No me cae bien.

Y ese era el pequeño detalle que había olvidado.

Chilton abrió la puerta y nos miró con sorpresa — ¡Vaya, que agradable sorpresa! Pasen por favor. Astrid, esto es verdaderamente inesperado, que visites a tu viejo amigo — su vista se dirigió a mi hija — ¿Cómo estás pequeño monstruo?

Chilton era horrible con los niños.

— En realidad no queríamos sacarte mucho tiempo Frederick, necesito pedirte un favor — pedí mordiendo mi labio inferior, Ruby se escapó de mis brazos y empezó a husmear la oficina.

— En ese caso, adelante.

— Necesito un pase, para hacer una visita — sus ojos se abrieron de par en par. Por supuesto, ¿A quién más

— Olvídalo, Alana va a matarme si permito que entres a visitarlo.

Suspiré — Le dejaré muy en claro a mi hermana que te obligué, por favor. Necesito verlo.

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora