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— No esperé volver a verte tan pronto — su tono era suave, pero su voz era rasposa, quizás por el tiempo que no la usaba — Mi única visita son mis padres, los viernes.

— Si no vine antes es porque tuve que hacer un viaje largo — suspiré y temerosa acerqué mi mano para acariciar su mejilla.

El policía que nos estaba vigilando me miró con advertencia, el contacto físico estaba permitido. Pero, ¿Hasta que punto?. Elio puso su mano en la mía y sonrió de lado.

— Es bueno verte bien.

— Estoy bien, ¿Cómo estás tú?

— Este lugar es duro, es más duro de lo que llegue a pensar. Pero siempre hay algo, siempre hay alguien que invade mi mente y hace que mi vida no sea tan miserable — dijo mirándome fijamente.

— No sé cómo, pero voy a sacarte de este lugar.

Negó — Si estoy en este lugar es por algo, no es una injusticia.

No podía entender como se rendía ante la idea de pasar diez años mas encerrado.

— Elio, confía en mí, voy a sacarte de este lugar en el que no te mereces estar — suspiré — Es posible que esté haciendo muchas cosas mal ahora mismo, y que voy a estar ligada para siempre a una persona que me hace daño. Pero no me voy a dar por vencida hasta verte libre, y si tengo que olvidar mi orgullo y pedirle al jefe del FBI que te deje salir, lo haré.

Nuestros cuerpos estaban separados por la mesa, él se acercó a mi lo más que pudo.

— No quiero que te metas en problemas.

— No lo haré — sonreí transmitiendole confianza — Te lo prometo.

La visita terminó, me paré frente a Elio y lo abracé, hacia mucho que no sentía sus brazos sobre mi cuerpo. No sé cómo explicar la sensación, me sentí protegida. Y aunque el abrazo duró poco porque el policía nos separó, fue casi como sellar mi promesa.

Haría lo imposible porque él vuelva a ser libre y tenga la vida que tenía antes.

🔍

Nuestro plan había salido bien, Hannibal había salvado a Will, Margot había terminado con la vida de su hermano y esa simple acción enterró muchos viejos demonios que la perseguian.

Sabía que ahora Hannibal estaba con Will, pero también tenía muy en claro que eso no concretaba nada. Jack seguía intentando atraparlo y cada vez lo tenía más cerca. Pensé mucho tiempo en si ir a la casa de Will y despedirme, (¿Sería una despedida?) de Hannibal o simplemente fingir que nada pasaba.

Finalmente, tomé prestado el auto de Alana y conduje hasta la casa de Will, toqué el timbre y Hannibal me abrió. Ahí estaba, frente a mi, como siempre, con esos ojos que me hacian descender al infierno. Su rostro estaba cubierto de heridas, y estaba segura que había otros lugares de su cuerpo que también lo estaban.

— Hannibal — murmuré.

— Astrid.. — contestó mirándome de arriba a abajo — Todo salió bien, todo está bien.

En realidad nada estaba bien, y yo lo sabía. Hizo un espacio para que entre, pasé y el cerró la puerta, Will apareció en mi campo de visión, estaba sentado en el sofá. Su rostro me decía que algo no iba bien, algo que también había visto en Hannibal. ¿Habrían discutido?

—¿Estás bien? — le pregunté a Will.

Él simplemente asintió, también tenía algunas heridas y estaba un poco pálido.

Volví a Hannibal — ¿Podemos hablar?

Él miró a Will, quien pareció entender la señal y se levantó — Estaré en la cocina, es mejor que se apuren, Jack no tardará en sospechar que él esta aquí.

Suspiré viendo cómo el pelinegro se alejaba, este sería el momento más difícil. Mire a quien fue mi amante por mucho tiempo, a quien me hizo sentir y aunque me costara admitirlo, aún me hacía sentir cosas. Pero ya no podía más, no podía sentirme entre la espalda y la pared cada vez que nos veíamos. Él dió un paso hacia mi y sonrió triste.

—¿Qué tienes para decirme, Astrid?

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora