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Me sentía sofocada ante el abrazo de Alana, la situación parecía como si me hubiera ido por años, y la realidad es que solo completé un mes.

— Estás bien — murmuró en mi oído y se separó para tomar mi rostro — Estoy feliz de que hayas vuelto, muy feliz.

— Solo fue un mes — dije rodando los ojos, pero aliviane al ver que ella realmente estaba preocupada. Me volvió a abrazar.

—¿Te hizo algo? ¿Te quiso lastimar?

Negué. Pronto la miré con preocupación.

—¿Sabes algo de Jack?

— No — suspiró — ¿Crees que se encontró con Hannibal en Florencia?

No, no lo creía, tenía la certeza. Ellos habían tenido un encuentro, y nadie sabía que había pasado ahi, excepto ellos mismos.
Decirle a Alana que Hannibal me había pedido que sea su intermediaria entre Jack y él, era acusarme de haberlo entregado.

— Quizás — tragué saliva mirando hacia otro lado — Vamos a enterarnos pronto.

Mi respuesta pareció convencerla, así que no dijo nada más. Lleve mi valija a mi habitación y me acomodé, tenía un extraño nudo en el estómago que no dejaba de torturarme desde que me subí el avión. Esa sensación de que había dejado algo en Florencia, y es que en realidad, lo había hecho.

Miré por la ventana con curiosidad como un auto estacionaba frente a nuestra casa, alcé una ceja al notar quienes estaban bajando, por un lado Margot Verger, y por el otro, Mason Verger en silla de ruedas y con una máscara cubriendo su rostro. Miró hacia arriba y sin querer hicimos contacto visual, sentí un escalofrío.

Escuché como mi hermana les abría y los invitaba a pasar, sabía que lo que seguía era ella entrando a mi cuarto y pidiéndome que baje y sea cordial. Cosa que no me molestaba con Margot, pero si especialmente con Mason. Y así fue.

— No sabía que teníamos invitados — dije sonriendo falsamente. Ella me miró recostada en el umbral de la puerta.

— No sabía que vendrían.

Suspiré y me levanté de la cama, caminé hacia la sala, dónde ambos estaban. Saludé a Margot con una sonrisa de lado, Mason tenía la mirada puesta en mi, y dudaba que la quite de ahí.

— Vaya — habló con voz ronca — Dicen que todos los caminos te llevan a Roma, pero a mí todos los caminos me llevan a una chica Bloom. Que interesante volver a verte, Astrid.

Asentí, recordaba la vez que lo ví fuera del consultorio de Hannibal y me extendió su tarjeta. Tarjeta que pronto desheche.

— ¿Les molesta si me dejan a solas con ella? — preguntó mirando a mi hermana y a Margot. Las miré de reojo.

Alana dudó si irse, es probable que esté pensando lo mismo que yo.

— Tranquila Alana, haz dejado mucho tiempo a tu hermana en los brazos del peor asesino de la ciudad, ¿Que te preocupa que suceda conmigo?

Alana me dió una última mirada, asentí levemente y se fue detrás de Margot. Suspiré y me concentré en el hombre en frente de mi. De forma inesperada, tomó mi mano.

— Si sabía que una de las debilidades de Hannibal Lecter era la hermosa muchacha Bloom, lo hubiera atrapado incluso antes de que huya a Europa como un cobarde.

Sentí un poco de repulsión pero no dije nada.

— ¿Qué sucede? Dejame adivinar, me vez como el villano de esta historia. Pues, lamento decepcionarte, no soy el villano, soy simplemente una víctima de tu amante.

Alcé ambas cejas — ¿Víctima? Ninguno está limpio, señor Mason — hablé despectivamente.

¿Él iba a convencerme de que era una "buena persona" o peor aún, una "víctima"? Luego de todo lo que le hizo a su hermana, a la única persona que se supone debía proteger.

— Imagino que el Dr. Lecter y Will Graham tuvieron sus razones. ¿Verdad? — dije haciendo referencia a lo que le había hecho a Margot.

— No eres tan fácil como creí, pensé que tu novio canibal te tenia como una joven sumisa, pero la realidad es que tienes muchas opiniones para esa pequeña boquita.

Abrí la boca ofendida, ¿De qué estaba tratándome?

— Como sea, no debes preocuparte más por el muñeca. Estoy a un paso de Hannibal Lecter, cuando lo atrape será mío y haré un exquisito banquete con sus órganos. Me parece que es lo justo, ¿Verdad? — preguntó desafiante — Que el muera como todas sus víctimas.

Apreté mis labios para evitar decir algo de lo que luego me arrepienta. Apretó mi mano y me acercó hacia él.

— Antes que lo digas, por supuesto que estarás invitada, es más, reservaré la pieza más importante para ti: su corazón. ¿Hay algo más poético que comerte el corazón de tu amado?

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora