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Leí la dirección que tenía anotada en un papel un par de veces para ratificar que estaba en el lugar correcto. Miré hacia arriba buscando alguna señal y toqué el timbre. No obtuve una respuesta pronta, enarqué ambas cejas, quizás ella simplemente no estaba en casa. Estaba a punto de irme, pero un hombre de edad avanzada abrió la puerta, imaginaba que era el conserje.

-¿A quién busca, señorita?

- Estoy buscando a la doctora Bedelia Du Maurier. Anoté su dirección y creo que es aquí.

Me miró con sospecha - ¿Se atiende con ella?

Dudé, las mentiras no podían llegar tan lejos, pero en este momento eran necesarias.

- Si, digamos que si.

Chasqueó la lengua - Es una pena, la señora Du Maurier ya no es inquilina en esta propiedad.

Mi boca se abrió formando una "o".

-¿Ya no vive aquí, se mudó?

- Así es.

Aparté la mirada - ¿Sabe dónde puedo encontrarla?

- Creo que se fue del país - habló - pero no tengo la certeza.

-¿Como hace cuánto tiempo se fue? - noté que estaba haciendo muchas preguntas y que quizás el conserje estaba sospechando de mí - Tenía una cita con ella hoy y no sabía que se había ido, lo siento mucho por estar molestandolo.

Si mirada se ablandó y rascó su barbilla pensando - Hace un mes me entregó la llave de su apartamento y se fue.

-Gracias y nuevamente disculpe las molestias.

- No es nada jovencita, si Bedelia llega a volver, ¿Quiere que le diga que la estaba buscando?

Negué - No, está bien - sonreí de lado - estoy segura de que si ella vuelve voy a enterarme.

Mi corazón latió con fuerza, podía ser casualidad, pero ¿Y si no lo era? ¿Y si Hannibal había huido con Bedelia la noche después del caos?

Quizas el modo de saber dónde estaba Hannibal no era buscándolo a él, sino buscando a su cómplice. Y creo que Bedelia es su cómplice.

Caminé lejos del lugar, con mi cabeza hecha un desastre, no paraba de repetirse en ella la escena en la que Hannibal me pedía que me vaya con él. ¿Qué me sucedía, por qué me sentía tan vacía sin él? Al parecer ninguna de las cosas horribles que había hecho parecía compensar el amor que tuve hacia él.

Iba a encontrarlo. Y si yo no lo encontraba, probablemente él me encontraría a mí.

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- Alguien te está buscando - Dijo Alana desde la puerta de mi estudio, con una media sonrisa.

La miré con duda, ella se apartó y por la puerta entró Frederick Chilton, con un ramo de flores en sus manos.

- Que raro es verte limpio y sin la ropa de la prisión. Espero que ese tiempo encerrado haya logrado que dejes de ser tan modesto.

Me extendió el ramo - Hace unos días le regalé un ramo a alguien, y pensé, ¿Por qué no regalarle también a una bella chica que tiene el corazón roto?

Rodé los ojos entendiendo su doble sentido, no venía con las mejores intenciones, venia a molestarme.

- Que considerado, las rosas son hermosas.

- Casi tanto como tú.

-¿Que es esto? ¿Un juego de seducción?

Enarco una ceja - ¿Qué? ¿Entonces no puedo seducirte? Pensé que ya estabas soltera.

Sonreí negando, él se sentó frente a mí mientras yo colocaba las rosas en un florero vacío que tenía en la biblioteca.

-¿Entonces, qué se siente ser libre?

Estiró sus brazos.

- No me puedo quejar, volví a ser el que era antes. Ya no hay un psiquiatra asesino que quiera inculparme de asesinatos que no cometí.

- No está muerto, puede volver.

-¿Y crees que lo hará?

Me encogí de hombros - Ya no es mi problema, si quiere volver lo hará. Nadie sabe dónde está.

- El FBI va a encontrarlo pronto.

Claro, como últimamente el FBI estuvo haciendo las cosas bastante bien. Recordé la advertencia de Alana y no dije nada, le extendi a Chilton una taza de té.

- Gracias cariño, necesitaba esto.

Ambos tomamos en silencio, él observaba a mi alrededor.

- En realidad, nunca entendí por qué todos lo veían como la persona más interesante del planeta tierra - habló - yo siempre supe, y con saber me refiero a que fui el primero en notar que tenía un oscuro secreto. No lo sé, entrar a su estudio y ver esos ridículos cuadros viejos de Miguel Ángel, de Boticelli, de Caravaggio. Que mal augurio.

Era cierto que Hannibal tenía un estilo de arte peculiar y renacentista, algo único. Pero nunca había notado esa interesante elección de pintores.

- Digo, una vez me contó que tenía dos primeras ediciones de La divina comedia de Alighieri - habló moviendo sus manos frenéticamente - ¿Que clase de maniático planea media hora de conversación sobre esa obra? Dios, ese tipo si que era raro. ¿Cómo nadie sospechó que era un asesino serial?

- Quizás tengas un buen punto - dije tomando lo último del té - ¿Quieres un poco más?

- Sin gustos excéntricos - extendió su taza entre bromas y le serví.

Mientras Chilton hablaba, mi cabeza procesaba mucha información. Creo que sabía donde podía encontrar a Hannibal.

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora