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— Alana va a convencer a Hannibal de que nos diga algo sobre el dragón — comentó Jack, nos habíamos reunido en el despacho de mi hermana.

— No, no lo voy a convencer, lo voy a obligar — lo corrigió — No me creo ese papel de prisionero con buen comportamiento — tomó unas hojas — Esto es el registro de llamadas que ha hecho, van nueve en lo que va de la semana. Le pregunté a quien llamaba y me contestó que a su abogado, ¿Crees que le creí? Es obvio que está hablando con alguien más.

— Y supones que ese alguien es el dragón...

Se encogió de hombros — No me explico que este asesino haya atacado a la familia de Will menos de una semana después de que él y Hannibal se reencontraron.

Will hizo un silencio, era claro que la situación lo tenía alterado. Molly seguía en el hospital, y si bien tenía custodia policial él no podía evitar sentirse preocupado todo el tiempo.

— Quizás deberías registrar y rastrear las llamadas, o simplemente llamar a su abogado y preguntarle si tuvo contacto con su cliente en la última semana — agregó Jack.

—¿Y como obligabamos a Hannibal a ser nuestra carnada para atrapar al dragón?

Chilton hizo una buena pregunta, él no era facil de convencer, Alana soltó una risa ácida.

— Tiene más cadenas perpetuas que cualquier paciente que está en este hospital, y aun así aceptamos darle algunos beneficios para que tenga una vida tranquila mientras cumple la condena. ¿Creen que arriesgará sus comodidades por un simple asesino?

No, definitivamente no lo haría. Y con quitarle esas comodidades se referia a quitarle sus libros, su cocina, y muchas cosas más. Se volvería loco.

Jack, Will y Chilton salieron de la oficina finalizada la reunión, yo me quedé con mi hermana.

— ¿Dónde está Ruby?

— Afuera, con Margot y Morgan — contesté.

— Bien — suspiró — odio que los niños tengan que conocer este lugar, es bueno que sean tan pequeños para no entender aún.

— Pero cuando crezcan entenderán — contesté. — Alana, ¿Puedes concederme una visita a Hannibal?

Rogue esperando su respuesta negativa, negó con mala cara.

— Todavía estoy asumiendo que Frederick y tú me engañaron para que entres a visitarlo. No lo haré, no voy a ponerte en peligro otra vez.

Rodé los ojos — Ya no soy una niña, necesito hablar con él.

—¿Le dirás de Ruby?

— Si le digo es problema mío, es mi hija y aunque no es la mejor opción y decisión que tuve en mi vida, también es de él. Deja de intervenir en mi vida, simplemente concédeme esa estúpida visita.

Negó rendida — Uno de estos días vas a terminar muerta, y va a ser tu culpa por tomar con tanta liviandad el hecho de que Hannibal Lecter es un asesino serial.

—¿Me darás la visita? — pregunté neutra.

— Veinte minutos, ni más ni menos, y ahora.

Salimos de la oficina, le dije a Alana que antes quería buscar a Ruby para ver cómo estaba, aunque seguro estaba muy a gusto jugando con su primo. Llegamos a donde estaba Margot, me sorprendió ver que solo sostenía a Morgan en sus brazos.

—¿Y Ruby?

Margot me miró confundida — Fue a buscarte.

— Amor, estuvimos hasta recién en la oficina, Ruby no vino. — contestó mi hermana.

Un escalofrío recorrió mi espalda, de tan solo pensar en mi pequeña perdida en un lugar como este, miré a mi hermana preocupada.

— No debe estar muy lejos, tranquila.

Empezamos a buscarla por todo el hospital, Alana activó la alerta para los enfermos y los policías por si alguien la veía. Yo estaba nerviosa, caminaba por los pasillos.

— Lo lamento mucho, Astrid — dijo Margot apenada ayudándome a buscar— fue mi culpa.

Negué — No es tu culpa, es la mía por traerla a un lugar como este.

Cuando llegamos a la oficina de Alana después de todo un recorrido, ella me miró nerviosa.

— La encontraron — dijo haciendo que respire tranquila — Se infiltró en la cárcel donde está Hannibal.

Mi corazón se detuvo, ¿Qué? ¿Cómo había sido posible eso?

— Debes ir a buscar a tu hija — continuó — Le pedí a los guardias que no la saquen para no asustarla, ve. — se apretó el puente de la nariz con nerviosismo — no puedo creer que los estúpidos de los guardias no hayan notado que una niña se metió a una celda de máxima seguridad, gracias a las cámaras la encontré.

Pero no me extrañaba, Ruby era la niña más escurridiza del planeta, probablemente vio la puerta de bronce y le llamó la atención.

Fui rápidamente a buscar a mi hija, entre a la celda y la escena me confundió. Ruby estaba sentada frente al vidrio y Hannibal, del otro lado estaba arrodillada frente a ella, la miraba con curiosidad. Ambos notaron mi presencia rápidamente, mi corazón latía con fuerza.

— Casi me matas del susto... — La alcé en brazos.

— Hola mami — dijo feliz — jugué al juego de exploradores que jugamos en casa y encontré este lugar súper secreto.

— Nena, te pedí que te quedes con la tía Margot.

Ella hizo caso omiso y se bajó de mis brazos, caminando frente al vidrio.

— Tienen al señor secuestrado aquí dentro — dijo con enojo — yo quiero entrar.

Sentí una opresión en mi pecho, la inocencia de un niño era lo más puro que existía. Hannibal no despegaba sus ojos de ella.

— ¿Puedo entrar? — volvió a hablar mirándome con sus grandes y curiosos ojos. Sus pequeñas manitos estaban apoyadas sobre el vidrio.

— No, no puedes Ruby — mi voz salio más dura.

—¿Ruby? — esa voz gruesa habló desde en otro lado, esbozo una pequeña sonrisa hacia la niña — Debo admitir que eres la visita más interesante que tuve desde que estoy aquí.

Mi hija sonrió y se volvió a apoyar en el vidrio.

— ¿Cómo te llamas?

— Hannibal — contestó con voz suave, su voz era casi paternal ahora mismo.

Alcé a mi hija en brazos y en ese mismo momento Alana entró, se la di rápidamente y ambas salieron. Lo que acababa de pasar superaba cualquier situación que hubiera pasado en mi vida.

Volví a enfrentar a Hannibal, este tenía la mirada perdida.

— Hola, Astrid. Tu hija es realmente encantadora.

— Se escapó de mis brazos y husmeó el hospital — negué — No puedo explicar como llegó aquí.

— Bueno, supongo que todo tiene una explicación.

Hice una pausa, sus ojos me buscaban. No sabía que decir. No podía enfrentarlo de esta manera, él lo sospechaba. Se acercó más como si realmente pudiera atravesar el vidrio.

—¿Hay algo que quieras decirme?

Su voz nunca dejo de ser suave y fría, no había una pizca de diversión o de manipulación, ahora mismo era solo un hombre que buscaba saber la verdad.

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora