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Miré la fachada de la casa, un vago recuerdo apareció en mi mente de la última vez que estuve aquí, intentando averiguar el paradero de Bedelia. Sonreí de lado.

— Adelante, Astrid.

Me miró con ojos curiosos, pasé al consultorio y esperé la señal para sentarme frente a ella.

— Me sorprende que hayas tomado cita conmigo — admitió.

— Fue la única manera que logré comunicarme contigo, anulaste todos mis mensajes y todas mis llamadas — reproché —  No quería seguir pareciendo una acosadora, así que fingi ser una paciente.

Se encogió de hombros — ¿No crees que es lo mínimo que podía hacer con alguien que me intentó matar en Italia?

Desvíe la mirada con vergüenza.

— Pero bueno, tú eliges que hacer con tu dinero, asi que hagamos de esto una sesión terapéutica, que es a lo que vienes.

Me mordí la lengua — Mira, lamento lo que sucedió en Italia. Estaba celosa. — confesé perdiendo la poca dignidad que me quedaba — Hannibal me había ofrecido escapar y yo le dije que no, y ver qué había encontrado un reemplazo fue como...

Me miró unos instantes y luego se levantó para tomar dos vasos y servir Whiskey en ellos. Me extendió uno, lo acepte como ofrenda de paz.

— Hubieras empezado por ahí, por ser honesta — tomó un sorbo — Te hubieras dado cuenta de que no soy tu enemiga, y que muy en el fondo soy tan víctima de los encantos de Hannibal Lecter como tú.

— ¿En serio?

— Yo también me habría sentido como tú, es muy difícil odiarlo. Y aun más difícil olvidar lo que te hace sentir — miró hacia el techo — muchas veces temí perder mis códigos profesionales frente a él. Y diablos que lo hice.

Quise preguntar, pero supe que no era lo mejor. Bebi un sorbo del Whiskey. Era fuerte, y necesario para una conversación de este índole.

— ¿Volviste a verlo? — preguntó.

— Si, la semana pasada, después de casi tres años sin contacto.

— ¿Y como te sentiste?

— Igual que la última vez que lo ví, vacía, pro con la culpa de no poder dejar de lado mis sentimientos. ¿Sabes? — jugué con el vaso — soy una mujer comprometida, voy a casarme en unos meses con el  hombre que siempre quise, no puedo sentirme asi.

— Entonces no estás comprometida con ese "hombre que siempre quisiste", estás comprometida con Hannibal. Y sabes a que me estoy refiriendo, no se necesita un anillo para estar ligado a alguien.

Suspiré, y vaya que estaba ligaa a Hannibal de otra forma que ni ella se imaginaba.

— El último contacto que tuve con Hannibal me dejó un lazo, algo más fuerte que cualquier anillo. Me refiero a un bebé.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, aunque no lo demostró, ocultandolo. Sus expresiones eran maravillosos.

—¿Un bebé? ¿Tienes un hijo de Hannibal?

Asentí sería — Una hija, tiene tres años.

Asintió sirviendo un poco más de alcohol en nuestros vasos — Y supongo que no estarías aquí si Hannibal lo supiera, ¿Verdad? — asentí — Estás jodida Astrid Bloom, esto es peor que cualquier capricho que ambas podríamos tener con él.

Me acomodé sobre el sillón de terapia — Siento que estoy usando a mi hija.

— ¿Usando? ¿Por qué dices eso?

Me removí incómoda.

— Hay un caso muy difícil en el FBI, sobre un hombre que asesina familias.

Asintió — Lei sobre eso, continúa por favor.

— Mi familia está en riesgo, mi hija es mi familia, y hay muchas familias más que están en vela. Él único capaz de hallar a este asesino podría ser Hannibal.

Apartó los ojos entendiendo a dónde quería ir.

— ¿Entonces quieres sensibilizar a Hannibal Lecter con su propia hija para que te ayude con este caso? — preguntó, atónita — Vaya, eso es... Malvado, cruel, chantaje puro. Aunque se lo merece, ¿Verdad?

— El punto es que — largue el aire contenido en mi pecho — Hannibal debe saber que tiene una hija, tarde o temprano lo descubrirá. De hecho, ya lo intuyó. Él probablemente crea que yo rehice mi vida con alguien más, y que de esa nueva vida nació mi hija. Tengo miedo de que.. — me detuve sintiendo un nudo en mi estómago — De que haga algo.

Bedelia me miró impactada por mi relato, podía haber mucha locura en él y paranoia. Pero ella sabía que tenía algo de razón.

— Tienes razón en algo, Astrid, Hannibal debe saber que tiene una hija antes de que sobrepiense la situación. Estoy de acuerdo. — se detuvo — pero hay algo que no te funcionará, ni a ti ni a nadie, y las dos lo sabemos muy bien porque conocemos a Hannibal Lecter.

Se levantó y caminó hacia su biblioteca, recorrió los libros con la yema de sus dedos. La miré con curiosidad.

—¿Conoces la frase en francés "On ne tue point les idées"? — preguntó y yo negué, no era gran conocedora del idioma — Significa "No se matan las ideas". Astrid, ¿Crees que sensibilizarlo va a tapar lo que realmente es?

Suspiré, era algo que no quería reconocer.

— Si Hannibal sabe algo sobre ese asesino y quiere conspirar contra alguien, incluso contra el FBI lo hará, aún estando encerrado. Nada ni nadie va a cambiar su naturaleza.

Me froté las cienes, tenia razón.

— Por otro lado, y como ya te dije, veo bien que le digas sobre la niña. Creo que liberará una versión humana de él, pero esa versión jamás tapará al monstruo — la mujer rubia se acercó a mi hasta quedar prácticamente en frente mío — Puedes matar al hombre, pero no a sus ideas. Eso siempre vivirá en el.

Doctora Bloom || Hannibal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora