AFÓNICA

32 8 0
                                    

AMANDA POV

Siempre fui una niña ejemplar y por eso mis padres nunca me levantaron la mano. Así que, recibir tantos golpes de gente que ni siquiera conozco y por motivos tan superficiales es de por sí un gran golpe.

Ya perdí la cuenta de cuantas veces fui humillada, agredida o colocada para correr en ese lugar. No intento volver a Brasil porque sería mil veces peor recibir ese mismo tratamiento por las personas que amo. Extraño mucho a mis padres, pero el miedo es aún mayor.

Ya me he adaptado a la crueldad de la gente de aquí.

Me he acostumbrado tanto a los tratamientos como al dolor. Rara vez lloro. Estoy tan cansada de llorar.

Que esa señorita me encontrara ese día me dio una pequeña chispa de esperanza en la humanidad.

Elizabeth.

Nunca olvidaré ese nombre.

Gracias a ella tuve algo de comer ese día y el siguiente.

Estaba tan delicioso que tuve que contener mi hambre colosal para no terminar comiéndolo todo de una vez.

No recuerdo la última vez que comí algo tan bueno. Sólo de pensarlo se me hace gruñir el estómago y la boca agua.

Ni siquiera sé cómo logré agradecerle ese día. Mi garganta tenía un nudo más grande que una pelota de baloncesto, mi mandibula me quemaba con solo abrirla porque hacía mucho tiempo que no se articulaba como debía. Y decir cualquier palabra era como arrancarte la garganta con una navaja afilada. Fue un dolor físico impresionante.

Hablar no fue tan bueno como pensé que sería. Pero Elizabeth merecía todo mi esfuerzo.

Nunca pensé que esa sería la primera palabra que le diría a alguien después de tanto tiempo.

Hace poco más de dos semanas que tuve que abandonar el hotel.

Ese día, poco antes del anochecer llegaron 3 vehículos policiales y los policías entraron al lugar buscando algo. Por suerte para mí, iba a volver allí pero no entré. Logré esconderme al otro lado de la calle. No sé qué estaban buscando. Pero mi mejor suposición y esperanza es que no sea a mi.

Aún no he encontrado un lugar permanente. He estado durmiendo en cualquier lugar donde nadie pueda verme.

Volví a buscar comida en el centro y no siempre conseguía porque me ponían a correr a patadas.


El día que Elizabeth me encontró no fue diferente. Esos jóvenes acababan de deshacerse de los restos de comida y cuando me acerqué a recogerlos, intervinieron.

Cuando escuché a Elizabeth gritar, pensé que ella también me haría daño, así que corrí. Pero me alegro de que me encontrara más adelante.

Hoy completan 5 días desde lo ocurrido con Elizabeth. Aún no tengo lugar seguro, pero comida no ha sido más un gran problema.

Tres días después de lo ocurrido con Elizabeth volví al centro por comida, estaba hambrienta nuevamente. Vi a Elizabeth saliendo de ese restaurante, estaba acompañada por una mujer.

No quería molestarlas, así que me uní a la pared y me quedé inmóvil mirando al suelo, esperando que se alejaran lo suficiente como para que yo pudiera entrar en el callejón al lado del restaurante.

Pero en lugar de eso, veo unos zapatos que se detienen delante de mí.

Con miedo de ser alguien malo apenas comencé a temblar y no me atreví a levantar la vista.

- Ey. - dijo una voz en tono suave.

Conozco esa voz.

Levanté solo la vista, por si acaso. Estoy aguantando hasta la respiración con miedo de un movimiento involuntario incitar a alguna agresión. Aunque sentí que eso nunca vendría de ella.

LA EXTRANJERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora