Son exactamente las 21:27.
Casi una década repitiéndose como un círculo vicioso y todavía no me he acostumbrado a esta rutina.
Cenas entre socios, cada segundo miércoles del mes.
Confieso que todavía no entiendo la lógica de esto. Reúnirse con boçais para hablar de cualquier cosa menos de trabajo. Conversaciones de las cuáles siempre me abstengo. Simplemente ignoro mientras espero horas para finalmente poder comer. Pérdida de tiempo.
Hoy, a diferencia de cenas anteriores, me encuentro comprometida y al lado de mi futuro esposo. A quien he visto unas 5 veces en toda mi vida. No sé más que su nombre, que su familia tiene un gran estatus social y que mi querido padre hace negocios con ellos.
Es incómodo, pero al menos no necesito actuar como una mujer apasionada para complacer a los presentes, ya que todos saben lo reservada que soy.
Es una noche fresca y a pesar del constante murmullo en el restaurante de lujo, puedo desapegarme por completo de lo que sucede en mi mesa. Hasta que siento una mano tocar mi pierna debajo de la mesa y veo en mi visión periférica a Marcos acercándose para decirme algo al oído.
- Tu padre pregunta sobre los preparativos de nuestra boda.
Su mirada es cómplice. Es un buen chico y será un buen marido. Lo que no sé es si seré buena para él. No voy a fingir que lo amo, no soy así. Espero que respeto sea suficiente.
Miro hacia mi progenitor que no parece nada contento con mi abstracción y me limito a decir que está en marcha y que no hay nada de qué preocuparse.
- Lo que me preocupa es tu distracción.
- Tiene mucho en qué pensar John, las mujeres son detallistas, es normal que tenga la mente ocupada. Déjala. - George Williams, un gran hombre de negocios y asesor ejecutivo de mi padre, viene en mi ayuda.
Lo cierto es que la madre de Marcos es quien está detrás de los preparativos. No tengo ningún interés en eso. Como no aceptan una boda rápida y sin ceremonias, quiero al menos entrar, decir que sí y poder salir de ese lugar lo más rápido posible.
La conversación toma otro rumbo. Todos terminaron de comer hace un rato y lo único que quiero es poder irme. Pero debo esperar la señal verde de John. Así que espero con impaciencia, pero con expresión helada, hasta que termine mi martirio. Ha sido un día largo, me duele la cabeza y el vino ya me baja forzadamente por la garganta.
Cuando finalmente todos se despiden, me dirijo hacia la salida acompañada por John.
Marcos intercede y se ofrece a llevarme a caminar, lo que inmediatamente rechazo. Pero John tenía otros planes y me dijo sin lugar a objeciones que fuera con Marcos.
En el auto con Marcos, no pierdo el tiempo en decir que no me interesan los paseos nocturnos, ni hablar, ni siquiera escuchar una voz. Fue un día estresante y agotador. Soy objetiva con mis palabras y puede que haya sonado un poco frío. Pero a quién le importa.
Le pedí que me dejara en un hotel cercano y así lo hizo. Prometiendo no contarle a mi padre mi negativa, ya que no podía volver a casa sin que John supiera de mi regreso anticipado.
Pagué la noche en el hotel en efectivo, algo extraño pero necesario para cubrir mis huellas de John, ya que él tiene acceso a mis cuentas y mis tarjetas le pertenecen.
Realmente quiero alejarme de todo eso. Hacía tanto tiempo que no deseaba algo incondicionalmente que ya no recordaba la sensación de desear tanto algo.
Me doy una ducha rápida y no tardo en quedarme dormida. Estaba realmente agotada.
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LA EXTRANJERA
General FictionLos brasileños somos conocidos por ser como una especie de plaga. Hay al menos uno en cada rincón del mundo. Algunos son inofensivos, otros causan caos. Y somos fáciles de reconocer. ¿Pero quién además de nosotros puede juzgarnos? Creo que todos hem...