ELIZABETH POV
Despertar y no ver a Amanda a mi lado fue desesperante. Especialmente después de la noche que tuvimos y el estado en que está.
Me levanté como si la cama estuviera en llamas. Ni siquiera me tomé el tiempo para razonar y pensar en la posibilidadde que ella se haya levantado para su rutina de preparar nuestro desayuno.
Tropecé con la manta al levantarme apresuradamente y casi me caigo intentando liberarme del maldito paño.
La busqué en los baños y en su habitación. También estaban vacíos.
Aproveché que estaba más cerca del balcón y decidí buscar allí, ya esperando no encontrarla.
Pero para mi sorpresa, ahí es donde estaba ella.
Sentada en su sillón, serena, con los pantalones arremangados hasta los muslos.
Me acerqué y me arrodillé a su lado. Sus hematomas ya estaban casi todos imperceptibles, pero ahora ella posee esas nuevas heridas.
Tiene los pies rojos, no sé cómo logró llegar hasta aquí. Pero sus ojos ligeramente hinchados y enrojecidos me aseguran que no fue una tarea fácil.
Hice caricias en su pierna y pregunté si dolía. Pero no pregunté sólo por la rodilla, sino por todo el conjunto de la obra. Sé que ella tiene más dolor por el cuerpo. Su mano parece haber golpeado algo con bastante fuerza. Tal vez en la caída.
Ahora más que nunca tengo que encontrar un médico.
No me alegró nada saber que ella se esforzó para hacer el café estando con dolor. Ella debió haberme despertado y dicho que tenía hambre. Yo prepararía los mejores panqueques del mundo para ella... o saldría a comprar algo. Pero no era necesario que ella hiciera todo eso.
Quería dar una charla, pero no quería que se sintiera mal por intentar hacer algo bueno.
Además, ella estaba más juguetona y no quería arruinar ese momento. Aunque estoy segura de que ella estaba actuando de esa manera para tranquilizarme y demostrarme que estaba bien, cuando ambas sabemos muy bien que no lo está.
Recalenté el desayuno que ella había preparado y le preparé un pequeño plato de fruta, porque no había nada sucio más que su taza. Lo que significaba que sólo había tomado ese café y nada más.
No puede tener el estómago vacío por los medicamentos fuertes. Que incluso ya no eran tantos, pero ahora creo que tenemos que volver a la cantidad anterior. Y odio eso.
Volví al balcón y la hice comer las frutas. Por su cara, imagino que no está siendo fácil tragar. Debe tener la garganta inflamada.
Pero sabiendo que ella necesitaba comer, dejé que ella terminara. Aunque me angustiaba verla así.
Terminamos de comer y llevé lo que usamos a la cocina, lavé y organicé todo. Después fui al baño a hacer mis necesidades e higiene personal, dándole más tiempo, para que no sintiera que yo la apresuraba a contarme lo sucedido.
Cuando regresé al balcón, noté que empezaba a hacer más frío.
Le propuse entrar, pero Amanda se negó y me pidió algo para cubrirse.
Y eso es lo que estoy haciendo ahora.
Pero no creo que sea una buena solución para aplacar su frío. Lo mejor sería entrar. Y si ella tiene los pantalones en alto, es porque la tela debe estar molestando. Poner una sábana sobre la herida hará que su intento de evitar el contacto sea inútil.
Cojo la sábana, pero estoy decidida a intentar convencerla de que entre.
Vuelvo al balcón pensando en un buen argumento.
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LA EXTRANJERA
General FictionLos brasileños somos conocidos por ser como una especie de plaga. Hay al menos uno en cada rincón del mundo. Algunos son inofensivos, otros causan caos. Y somos fáciles de reconocer. ¿Pero quién además de nosotros puede juzgarnos? Creo que todos hem...