PENDRIVE

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ELIZABETH POV

La risa de Amanda todavía resuena en mi alma. ¡Es deliciosa, es melodiosa, es viva!

Y yo la causé. La hice reír. Y eso me hace feliz.

Y al final de la noche, a pesar de pasar todo el día juntas, ella vino a mi habitación y pidió por mi compañía una vez más.

Me hubiera gustado acostarme inmediatamente y abrazarla para poder dormir, pero había abdicado el trabajo durante un día entero para estar con ella. Y ahora esa pequeña mentira de estar con el día libre me está rindiendo cuentas. Tengo que hacer en pocas horas lo que debería haber hecho durante todo un día.

Poco después la observo y ya está durmiendo, su respiración es suave y su rostro sereno.

Ya es muy tarde cuando termino. Me libro del portátil y me acuesto acurrucando a Amanda a mí. Estoy tan exhausta.

No sé cuánto tiempo dormí, pero me desperté con Amanda acariciándome la cara y pidiéndome que me despertara porque es tarde. Y efectivamente así es.

No escuché mi despertador y no sé si tendré tiempo para el desayuno.

Me levanto y me ducho para despertar. Me preparo, agarro mis cosas y despidiéndome de Amanda, me dirijo a la puerta.

- ¿No vas a tomar café? - pregunta, jugando con los dedos con nerviosa expectativa.

- Tengo que irme. lo siento! tengo una reunión ahora por la mañana. - respondo descontenta y ella asiente. - si no puedo venir a almorzar te enviaré un mensaje. estaré pendiente del móvil en caso de que me necesites, y por favor no dudes en llamarme.

Ella se queda en silencio y quiero pensar que ella está de acuerdo, así que abro la puerta.

- Que tengas una buena reunión!

- ¡Gracias! - digo sonriendo y sigo mi camino.


Cuando llegué al lugar de la reunión, John y otros dos empresarios ya estaban allí. Todavía faltaban 3 personas que como bien sabemos no llegarán a la hora acordada.

John se acerca a mí.

- Buenos días... Pareces cansada. - dice con postura seria, como de costumbre.

- ¡Estoy bien! - Me limito a responder.

- ... Detesto esas reuniones. Nunca llegan a la hora y hacen todo lo posible para complicar lo simple. - me confidencia y estoy sorprendida. A pesar de la cara siempre cerrada, no imaginaba que fuera por disgusto por estar allí. Es tan común esa actitud imponente e intimidatoria.

- Pensé que habías notado que nos pagan para tolerar el estrés, y no para hacer nuestro trabajo. - digo burlona y él contiene una sonrisa. Es la primera vez que veo su sonrisa de diversión dirigida hacia mí.

Esperamos unos minutos más y me siento inquieta, aunque mi postura no me delata, mis dedos juegan constantemente con mis anillos.


La reunión ha tardado en comenzar y como estaba previsto, no estamos llegando a ninguna parte.

Estoy cansada, con la cabeza y la espalda doloridas, el alto estrés me hace morder el interior de la mejilla e intento contener una mirada mortal.

John no está muy diferente. Parece imperturbable, pero su mirada ya muestra cuánto quiere aplastarlos con sus propias manos.

Es casi la hora del almuerzo. Debo avisar a Amanda que no llegaré.

Saco mi celular y discretamente envío un mensaje por debajo de la mesa.


"Aún estoy en reunión, no llegaré.
¿Estás bien?"

LA EXTRANJERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora