AMANDA POV
No recibí la bienvenida que esperaba.
Es tarde en la noche y hace mucho frío.
A pesar de tratarse de un aeropuerto, tanto en el exterior como en el interior están casi vacíos por el horario. Pocos vuelos llegan o salen por ahora.
Mi mejor opción era regresar al aeropuerto y quedarme adentro hasta el amanecer y luego intentar encontrar la casa de la tía de Lucas de alguna manera.
Antes de despedirnos Lucas me dijo que ella tiene una joyería cerca de Pershing Square. Ella vive en el edificio encima de la tienda, así que si me pierdo, este sería el punto de referencia al que llegar.
Pero no recuerdo los nombres de la joyería, ni del edificio y mucho menos de la calle. Tendré que preguntar cómo llegar a la Pershing square y allí averiguaré qué joyería es de LUCIA.
Ese nombre se repitió innumerables veces en mi cabeza durante horas hasta que me quedé dormida.
Cuando desperté el sol estaba saliendo.
Me levanté y fui a un agente de aeropuerto para saber si encontraron mi maleta y la respuesta fue negativa.
Veo que no es mi día de suerte. De nuevo.
Salí del aeropuerto y como ya no tenía celular para mirar el mapa lo hice a la antigua, salí preguntando por ahí.
Algunas personas notaron que yo era extranjera y por alguna razón me indicaron la dirección equivocada.
Estaba oscureciendo y todavía no había llegado a la maldita plaza Pershing.
Cayó la noche y cuando estaba a punto de rendirme y empezar a llorar, vi un cartel que me indicaba que estaba cerca del lugar.
Aceleré mis pasos y comencé a ver los árboles y eso me dio aliento y fuerzas para continuar. Tenía hambre y mucha sed.
Lo único que deseaba en ese momento era beber litros de agua, comer como si no hubiera un mañana, un lugar donde dormir y una buena y cálida ducha.
Ahora sólo necesitaba encontrar esa joyería.
Le pregunté a una pareja que pasaba a mi lado cuál era la joyería más cercana y me indicaron el otro lado de plaza. Para llegar más rápido decidí cruzarlo en lugar de rodearlo.
Caminé rápidamente. Lo único que podía escuchar era el latido de mi corazón golpeando en mi oído y sentir mis dedos palpitar.
Me dolían los pies. Pero ya no queda mucho para terminar de cruzar.
Me tiraron al suelo.
No entendí lo que estaba pasando. Miré a mi alrededor y había tres tipos riéndose y diciendo algo que no logré entender.
Todo sucedió muy rápido.
Me arrastraron a una parte más desierta y aunque intenté gritar y rogarles que me dejaran ir. Nadie me escuchó.
No me escucharon.
Sentí desesperación. El dolor nunca fue tan grande.
Un ataque de pánico me atacó de manera tan abrumadora que antes de que el segundo comenzara a tocarme, aunque estaba despierta ya no estaba consciente.
Cuando los tres finalmente me dejaron y se fueron, permanecí inmóvil por un rato. No sé cuánto tiempo, ni siquiera podía decir mi nombre en ese momento.
Pero sé que siento un dolor inconsolable. Me duele todo el cuerpo, pero el dolor más grande está en mi alma. Desgarraron lo que quedaba de ella y está sangrando más que mi cuerpo. Y esa herida sé que nunca sanará.
Cuando empiezo a recuperar los sentidos intento levantarme, es difícil, estoy demasiado cansada, demasiado dolorida, demasiado débil.
Me siento como puedo y empiezo a arreglar mi ropa. Veo que al menos eso no rompieron.
Me levanto y con pasos calculados por el dolor, camino lentamente en busca de un lugar donde refugiarme por el resto de la noche.
Ya no puedo ir con la tía de Lucas. Ella definitivamente le contaría a él mi condición y él haría lo imposible para llevarme de regreso con él. Y se culparía por el resto de su vida por lo que me pasó.
Y no puedo volver así. Mis padres me menospreciarían aún más.
Necesito recuperarme si quiero volver.
Y no puedo contar con la ayuda de Lucía.
Caminé sin rumbo hasta que por una vez en este maldito viaje tuve suerte. Encontré una tienda de conveniencia y pedí usar el baño. Me limpié lo más posible, bebí agua del grifo del lavabo y me quedé allí mismo por lo que me quedaba de la noche.
Al amanecer salgo del baño y voy a buscar trabajo.
Ignoro mi dolor y trato de caminar lo más normalmente posible. Pongo mi mejor cara y recorro tantos lugares buscando trabajo que ahora mismo mi mejor cara se ha vuelto inexpresiva.
"No estamos contratando"
Fue la frase que más escuché hoy en diferentes voces, acentos y tonos.
Me duele mucho el estómago y la noche ya viene a abrazarme.
En el camino de regreso a la tienda de conveniencia, veo una larga cola. Por la ropa de la gente, imagino que es un refugio.
Me acerco y pregunto. Y no me equivoqué. Había cola para pasar la noche en el refugio.
Tenían comida, cama y agua, así que yo también hice cola. Puede que no vuelva a tener una oportunidad como ésta en mucho tiempo.
Ha llegado mi turno. Conseguí comida y agua y cuando pensé que podía entrar me preguntaron mi nombre. Cuando se dieron cuenta de que no soy de este país, los otros sin techo me hicieron salir de la fila porque yo estaba tomando una vacante por derecho de uno de ellos.
Luego continué mi camino hacia la tienda de conveniencia y nuevamente me refugié en el baño.
Lucas debe estar preocupado. Su tía debió avisarle que no llegué a su casa.
En el mejor de los casos ella me buscará en cada rincón, sin éxito porque me esconderé.
En el peor de los casos, Lucas vendrá a Los Ángeles a buscarme personalmente.
Y nada es tan malo que no pueda empeorar.
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LA EXTRANJERA
Fiction généraleLos brasileños somos conocidos por ser como una especie de plaga. Hay al menos uno en cada rincón del mundo. Algunos son inofensivos, otros causan caos. Y somos fáciles de reconocer. ¿Pero quién además de nosotros puede juzgarnos? Creo que todos hem...