AMANDA POV
Desafortunadamente, llegó el para nada esperado lunes. Todo parece más agotador los lunes. Quizás la odiaría menos si empezara a trabajar los martes.
Me levanto a las 4:30 de la mañana, me arreglo, y antes de salir de la habitación hago la cama y dejo todo organizado. Bajo y preparo mi café, lo tomo y antes de salir dejo todo limpio como estaba y al salir cierro la puerta con llave. Leyes de la casa.
Mis padres tienen "leyes" que deben seguirse. Cómo mantener todo limpio y organizado, no ver televisión después de las 9pm, no usar el celular después de las 10pm, no llegar después de las 11pm a menos que sea para trabajar, no quedarte en tu habitación todo el día, almorzar y cenar juntos en la mesa en el momento adecuado, avisar de todo lo que vas a hacer, y decenas de leyes más. Aunque soy mayor de edad, también tengo el deber de seguirlos mientras esté bajo su techo. La mayor edad es un engaño de los adultos sobre los derechos. Pura publicidad engañosa.
Llego al trabajo preparándome mentalmente para más un día. Soy la primera en llegar y empiezo a organizar mis cosas y la agenda de la semana.
Son casi las 8 de la mañana y el Dr. Mauro aún no llega y no contesta su celular. El primer cliente lleva 10 minutos esperando. A él no parece importarle esperar, pero me siento muy incómoda con su presencia y con esos ojos recorriendo todo a su alrededor, incluyéndome a mí.
Recibo una llamada. Por primera vez me encantaría que fuera el doctor, pero es Lucas. Respondo para distraerme del ambiente incómodo.
- ¿Cuál fue la catástrofe que te despertó antes de las ocho? - pregunto en voz baja.
- ¿No puedo levantarme temprano y querer escuchar tu voz? - pregunta ofendido.
- No harías eso. - Miro hacia arriba por un segundo lo suficiente para ver que el cliente me está mirando. Me giro un poco hacia mi lado y tapo un poco el teléfono.
- Tienes una visión distorsionada de mi amistoso interés por ti. - se defiende.
- Yo no tengo. Di lo que necesitas de inmediato. Estoy en la clínica, el doctor puede llegar en cualquier momento.
- ¿No está él ahí? - has tiempo.
-Lucas...- Advierto.
- Necesito que te hagas pasar por mi novia. - habla rápido.
- ¿Qué? De ninguna manera. Enloqueció. - Me doy cuenta que levanté la voz. Miro al cliente que sigue mirándome y vuelvo mi atención a mi celular, hablando más bajo. - No lo haré.
- Te recogeré en el trabajo todos los días durante 2 meses. - Negocia.
- ... cuatro. - Rebato.
- No durarás tanto allí. - se burla.
- Duré seis, ¿que son cuatro más?. En cualquier caso la oferta se extiende hasta el siguiente trabajo, no te preocupes.
- Dos meses y cuando renuncies hablaré con mi tía en Los Ángeles y le pediré que te albergue en su casa un tiempo cuando decidas ir allí.
- ¿Tengo que besarte? - Cuestiono.
- Sólo si es necesario.
- ¿Puedo saber el motivo de esta situación?
- Te lo digo personalmente.
- Hecho.
Mi dedo choca accidentalmente con el altavoz.
- Te vendes por tan poco. - se burla.
Busco desesperadamente finalizar la llamada frente a la mirada sorprendida del cliente.
Con vergüenza en cada detalle de mi cuerpo, guardo mi celular y pretendo concentrarme en la computadora. Cada minuto es una tortura. Incluso sin mirar, siento la mirada del cliente sobre mí. Por suerte para mí, pronto llegó el Dr. y lo llevó al consultorio sin siquiera darme los buenos días.
Saqué mi celular y había un mensaje de Lucas.
- ¿Por qué me colgaste?
- No importa. Te avisaré cuando me vaya y me recogerás.
- ok.
Suspiro y voy por un vaso de agua.
¡Qué lunes! No son ni las nueve de la mañana.
Dios me proteja.
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LA EXTRANJERA
Tiểu Thuyết ChungLos brasileños somos conocidos por ser como una especie de plaga. Hay al menos uno en cada rincón del mundo. Algunos son inofensivos, otros causan caos. Y somos fáciles de reconocer. ¿Pero quién además de nosotros puede juzgarnos? Creo que todos hem...