PÁNICO

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ELIZABETH POV

Creo que confié demasiado en Allie. Mismo conociéndola, me dejé llevar por la tonta esperanza de que ella estaría conmigo en esto. ¡Qué tonta he sido!

Aunque Amanda pareció relevar lo que Alison dijo, sé que le molestó y, aunque la perdonó, sé que le dolió.

Debería haber ido a su cuarto a ver si estaba bien, pero prioricé sacar a Alison de allí y luego fui por trabajo.

Cuando volví a casa por la noche, todo estaba tan silencioso como siempre. Todo estaba tan limpio como siempre, incluso el desorden del almuerzo ya no estaba allí. No parece que tenga a alguien viviendo conmigo y eso es raro. ni otro zapato en la entrada, ni bolso o abrigo colgados. Ni un objeto que no me pertenece está a la vista o guardado.

Ser consciente de eso me angustia aún más. Amanda no tiene NADA. Ni la propia ropa que tenía en el cuerpo porque tuve que tirar, era inservible.

Me di cuenta ahora, de que en el almuerzo ella todavía estaba con el mismo pijama que la entregué ayer. Un pijama que por su físico lleva tejidos extra.

Fui a su habitación y golpeé ligeramente la puerta. El silencio permaneció y lo intenté nuevamente sin éxito. Probé abrir la puerta y estaba abierta.

Ella estaba en la cama, el sueño probablemente demasiado pesado para oír mis golpes.

Cerré la puerta nuevamente y me fui a mi habitación.

Después de una larga ducha, tomé mi libreta y algunos papeles y me dirigí a la sala, todavía tenía mucho trabajo por hacer.

No quiero dejar sola a Amanda por mucho tiempo, si ella me necesitara no habría manera de que yo lo supiera ya que ella no tiene celular y el departamento no tiene teléfono fijo para comunicarnos. Por eso no me quedé hasta tarde en la oficina.

Me concentré tanto en el trabajo que no me di cuenta de que Amanda había salido de la habitación y estaba parada junto al sofá. Me asusté cuando escuché su voz decir mi nombre.

- Lo siento. No quise asustarte. - dice avergonzada. Ella es realmente bonita.

- Está bien... - digo con una leve sonrisa. - ¿Necesitas algo?

Dejo el papel y el bolígrafo que sostenía sobre la mesa y la miro fijamente, prestándole toda mi atención. Eso la pone nerviosa, pero no aparto la mirada. Ella baja la cabeza y pregunta.

- ¿Quieres que caliente la cena?

Estoy sorprendida, no lo niego. Pero por la forma en que habla, es como si me debiera sumisión por depender de mí. Y las cosas no tienen por qué ser así.

- Si no es molestia! pero no quiero que te sientas obligada a hacer las cosas.

Ella asiente y se disculpa para ir a la cocina.

Vuelvo al trabajo y la dejo tranquila, aunque tengo muchas ganas de ir allí y ver sus habilidades en la cocina nuevamente.

Cuando siento que el olor a comida invade mis pulmones, me doy cuenta de que tenía hambre. Inevitablemente me levanto y voy a la cocina.

Me acerco y me siento a la mesa.

- Espero que no te importe si me quedo aquí. - espero que a ella realmente no le importe.

Ella se asusta y me mira, pero vuelve su atención a la comida al fuego.

¿Por qué no usó el microondas?

- Ya casi termino. - me informa.

Me levanto y dejo los platos, cubiertos y vasos sobre la mesa. Yo me sirvo vino y a ella jugo a causa de los medicamentos.

LA EXTRANJERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora