CAUTELA

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ELIZABETH POV

Ella salió corriendo y ni siquiera me dio tiempo de pedirle que entrara también. Poco después ese coche pasó siguiéndola.

Inmediatamente llamé a la policía y les conté lo sucedido. Pero dijeron que no podían hacer nada.

Subi a mi apartamento, me di una larga ducha y luego me fui a la cama.

Estoy preocupada por esa mujer, no sé si logró escapar o no. Quiero llamar a Allie y decírselo, pero no puedo. Ella vendría aquí y tampoco quiero ponerla en riesgo.

Marcos definitivamente la llamaría y le contaría todo, así que él tampoco es una opción.

John, menos aún.

Con eso girando mi mente me paso la noche revolviéndome en la cama hasta caer dormida.

Apenas duermo y mi despertador me despierta para ir a trabajar.

Cuando abro los ojos, ella me viene a la mente. Estoy muy agradecida. Pero muy preocupada.

Necesito encontrarla. Saber que está bien. Agradecerle.


Una semana pasó y no vi ni rastro de ella, aunque pasaba con bastante frecuencia por los lugares donde la había visto antes.

Varios escenarios de lo que pudo haber ocurrido pasan por mi cabeza. Pocos son buenos.

Consideré entrar en ese hotel abandonado para intentar encontrarla, pero al llegar a la entrada, me faltó coraje.

Pasé un día entero estacionada enfrente para intentar verla, pero nadie entró ni salío de allí.


Hoy tengo una conferencia con John en Malibú a las 8 am.

Son exactamente las 6 am y estoy lista para salir.

John se ofreció a llevarme y ya me está esperando. 

Salgo, subo al auto y nos saludamos.

Hemos estado en buenos términos últimamente.

No le conté lo que pasó ese día. En realidad no se lo dije a nadie. No quería preocuparlos.

John arranca el coche y nos dirigimos a la reunión en completo silencio.

No me siento incómoda con él, y esto es raro.

Pero tal vez sea porque mi mente ha estado divagando en otra parte estos últimos días. Pero ese silencio y la compañía no me sentaron bien.

La reunión fue un éxito como se esperaba. Y tan pronto como terminó vi un mensaje de Allie pidiéndome que almorzáramos juntas. Acepté y le dije a John que no almorzaría con ellos porque tenía un compromiso. Me despidió y dijo que informaría a los demás de mi ausencia. No tendría que preocuparme por la cordialidad. Bendito sea John.

Pedí un taxi y le dije al conductor la dirección al restaurante del padre de Allie.

Casi llegando al centro, justo antes de llegar al restaurante, finalmente la vi.

Había algunos jóvenes cerca de ella.

Le pedí al taxista que parara, pagué y bajé lo más rápido que pude sin quitarle los ojos de encima para no volver a perderla de vista.

Cuando comencé a acercarme escuché lo que decían los jóvenes. Hubo ofensas y más ofensas.

La humillaban y le decían que volviera a su país.

Estoy sorpresa. Ni siquiera me imaginaba que era extranjera. No había prestado mucha atención a sus rasgos. La única vez que me acerqué a su cara fue contra la farola y yo estaba demasiado asustada para distinguir algo.

LA EXTRANJERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora