CONTACTO

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ELIZABETH POV

Después de que llegáramos a casa ayer, hice lo mejor que pude para darnos a Amanda y a mí más tiempo antes de hablar. Necesitaba tiempo para recomponerme, y sentí que ya la estaba presionando demasiado. Ella estaba agotada. Su cansancio era visible.

Cuando se acostó en mi regazo, no pude evitar acariciarle el cabello. Es tan suave.

Una pequeña cicatriz cerca del cuero cabelludo me recordaba cuando la vi ser atacada. Pero traté de no enfocarme en eso para no perder los estribos incluso antes de que ella empezara a hablar.

Las cosas que me dijo me revolvieron el estómago. Me hicieron sentir más aversión y asco por sus padres y esas personas desconsideradas que la rodeaban incluso antes de que ella viniera aquí.

Escuché cada palabra atentamente y en silencio. Temía que cualquier comentario mío le desviara su foco o la cohibiera.

Y estoy muy agradecida a John por estimularme a adoptar una expresión neutral para los negocios. Gracias a eso, mantuve mi expresión impasible e imperturbable durante toda la conversación.

Por más que mis expresiones no decían nada, mi interior gritaba a todos pulmones mi ira, queriendo destruir a todas esas personas una por una con mis propias manos.

Después de dejarla en el cuarto, bastó pasar por la puerta del mío y me deshice en lágrimas. Sentía el dolor desgarrar mis entrañas y no importaba cuánto lloraba, no parecía suficiente para aliviarme. El dolor me recordaba a cuando perdí a mi madre. Y eso me rompió aún más.

Sentí en ese momento que los pedazos de Amanda que yo tanto me esforzaba en unir, me estaban cortando a mí. No sentí su dolor, pero verla sentirlo me dolió.

Me acosté en la cama ya sabiendo que esa noche sería imposible dormir. Y unas horas más tarde escuché los gritos aterrorizados de Amanda. Me levanté como un rayo y entré irrumpiendo en su habitación.

Ella todavía estaba atrapada en su pesadilla y sin pensarlo entré a su cama y la atraje hacia mí, envolviéndola con mis brazos con fuerza mientras la mecía y decía cosas para calmarla.

No sé si se había despertado o si solo había pasado la pesadilla, pero poco a poco se quedó blanda en mis brazos. Cuando su respiración se normalizó, la acosté nuevamente y me acosté al lado para velar su sueño. Pero el cansancio me venció y me dormí también.


Despertar después de una noche así y no verla a mi lado me hizo pensar que se había escapado de mí. Que se fue, aunque prometió que no lo haría.

Me levanté, todavía desorientada por el sueño y comencé a buscarla por la casa. Un déjà vu me golpeó y me hizo buscarla en el balcón por miedo a encontrarla inconsciente una vez más. Pero ella no estaba allí.

Llegar a la cocina y verla preparando el café fue un refrigerio para mi alma afligida.

¿Cómo no noté antes el olor a café?

Su mirada vino hacia mí.

- ¡Ahí estás! - dije en voz alta. Pero eso me lo estaba diciendo a mí misma.

Mis piernas se sentían débiles por el reciente susto. Entonces me senté y evité mirarla, no quería correr el riesgo de que ella percibiera mi estado.

Ella me sirvió y antes de decir nada, tomé un sorbo de café para ayudar a que se me desapareciera el nudo en la garganta.

- Buenos días! - Dije sintiendo el maravilloso sabor del café. No sé cómo lo prepara, pero sabe diferente de lo que suelo tomar a pesar de que se hace con el mismo producto.

LA EXTRANJERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora