IMPRUDENTE

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AMANDA POV

Estaba a punto de oscurecer.

Todavía no había podido encontrar un lugar seguro. Parece que hoy Tía Lucía se esmeró y no importa a qué lado vaya, hay carteles por todos lados.

No creo que pueda esconderme de ella por mucho más tiempo.

Necesito salir de esta ciudad urgentemente.

Voy a pasar la noche escondida en un callejón y en cuanto empiece a amanecer intentaré alejarme lo más posible de aquí, rogando que su perseverancia no se extienda a las ciudades vecinas.

Cuando estoy a punto de entrar a un callejón, un auto se estaciona a mi lado y la persona sale rápidamente.

Es Elizabeth.

Se acerca a pasos apresurados como si me hubiera estado buscando. No consigo descifrar su expresión, y eso me da miedo. Quedé paralizada sin reacción mientras ella llegaba a mí. Fueron segundos que parecieron eternos. Ella tomó mi brazo con firmeza pero sin lastimarme. Me miró a los ojos con la cara cerca.

- ¡Ven conmigo... ahora! - dijo y sin darme tiempo a responder, comenzó a alejarse llevándome con ella en la acción.

Aunque estaba aterrorizada, la obedecí.

Ella me llevó al lado del pasajero y abrió la puerta mientras miraba hacia todos lados. Cuando me mira y ve que no tengo intención de subirme al coche, vuelve a hablar.

- ¡Sube al auto, Amanda! - dijo seriamente mientras me miraba a los ojos. Si mi cuerpo no respondía a mis comandos antes, ahora estoy totalmente disfuncional. Siento mis ojos abriendo a no más poder y mi corazón latiendo tan rápido que siento que mi pecho no será capaz de mantenerlo dentro de mi cuerpo. Me toma de los hombros y me hace subir al auto. Estoy al borde de un ataque de pánico.

Ella se sentó en el asiento del conductor, encendió el auto, abrió las ventanas y aceleró sacándonos de allí rápidamente. Mi respiración errática era audible y esto me puso aún más nerviosa. Mis manos agarraron con fuerza los costados de mi asiento, casi rompiendo la tapicería. Ella se detuvo en un semáforo. Me miró, se acercó más de lo necesario y me ató el cinturón. Yo ni siquiera respiraba.

Ella estaciona un rato después y me atrevo a mirar a mi alrededor. Reconozco este lugar.

Ella baja y luego me abre la puerta. Mi cuerpo parece de piedra, como si no tuviera articulaciones. Todavía soy incapaz de moverme. Ella me agarra del brazo y me ayuda a salir. Camino en modo automático siendo llevada por ella. Entramos en el edificio donde ella vive.

Hasta ahora no nos hemos dicho una palabra, pero su mirada está sobre mí en cada oportunidad.

Bajamos del ascensor y ella me lleva hasta una puerta. La abre y me deja entrar.

- ¿Como sabes mi nombre? - es lo primero que puedo pronunciar en medio del caos que soy en este momento.

Ella cierra la puerta con llave y me mira.

- Antes de que hablemos, quiero que te bañes y comamos algo. después quiero respuestas antes de que puedas hacer preguntas. - dijo y enseguida me llevó a una puerta y me soltó. Entró por otra puerta y poco después volvió con piezas de ropa y una toalla y me entregó. Me hizo entrar en la abitación donde me había dejado. Era un baño.

- Tienes jabón, champú y acondicionador ahí, puedes usarlos a voluntad. Te estaré esperando. - dice y cierra la puerta entre nosotras.

Todavía quedo un tiempo sin reacción. No entiendo lo que está sucediendo y esto me está consumiendo.

LA EXTRANJERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora