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Amilcares caminaba de un lado a otro en la habitación frente a la cama donde Petunia estaba inconsciente, con magia logro eliminar el vomito de su ropa. Su plan no había salido como él lo imaginó, solo quería darle la experiencia de una aparición mágica, así como ella lo hizo experimentar el autobus y el metro parisino, el resultado fue demás inesperado.

Se acerco a la cama y acarició su rostro al tiempo que retiraba unos cabellos. Se maravillo con su rostro tranquilo hasta que tomó su mano y depositó un beso en ella.

—No volveré a confiar en ti para el transporte— dijo la chica con voz adormilada

—¡Petunia! ¡Gracias a todo lo sagrado estas bien!— la sorpresa y alivio es evidente en su voz

—Tranquilo, fue el impacto quizás, pero...— se detuvo sentándose abruptamente en la cama y viendo hacia su ropa buscando algo

—¿Qué pasa te duele algo? ¿Debo llevarte a un sanador muggle?— preguntó preocupado

Con el rojo tiendo sus orejas y mejillas con vergüenza preguntó —Yo ... ¿No te había vomitado encima?

Amilcares la miro y soltó una carcajada —Bueno si lo hiciste, pero eso fue mi culpa, debí avisarte de que haríamos aparición, el lado bueno es que no tuviste una despartición— el tono casual y la sonrisa en su rostro dejan algo impresionada a Petunia

Con ironía simplemente atina a decirle un "No pues gracias"

—No te molestes, solo quería darte una sorpresa... Disculpa me, por favor.

Petunia había olvidado el motivo por el cual siguió a su imprudente amigo, así que inmediatamente le pidió que la guiará a la sorpresa, él ni corto ni perezoso la llevo al picnic que había planeado.
Conforme pasó el tiempo el malestar de la chica se iba pasando dejándola en completa comodidad frente al de mecha plateada, cosa que él agradeció internamente.

—En poco tiempo me acostumbré a ti, Ares. Será una pena no verte— soltó de repente haciendo que él casi se atragantara con el trozo de manzana que estaba en su boca

—¿Qué? ¿Ya no nos volveremos a ver? ¿Por qué? Si es por lo de el viaje te prometo no volver a hacerlo sin avisar y podrás decidir el método para viajar. De verdad lo siento... — parecía una costumbre de él hablar rápido sin espacio a preguntas o comentarios cuando sentía que ella se alejaría.

—Ares, tranquilo. No sé trata de no vernos jamás ¿Ok? Es solo que yo vuelvo a mi hogar y tú debes seguir con tus planes.

—Mi melodía esos sustos no por favor... — dice tomando un sorbo de jugo —Además, esta en mis planes hacerte visitas constantes, quién sabe, quizás y me convierta en tu vecino— dijo a modo de broma

—¡Ni hablar! Puedes darte el lujo de merodear por ahí sin nada que hacer y eso te haría ver como un acosador, cosa que aún creo que eres

—¡Oye! Eso me ofendió. Creí que había quedado en el pasado

Petunia río ante la queja de su acompañante —No te puedes ofender por la verdad

Entre risas y charlas culminaron esa celebración, para finalmente dejar a Petunia en el hotel. Su despedida fue larga, más no triste, en ella estaba la promesa de volverse a ver, cuando el tiempo lo permitiera.
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La vuelta a casa fue tranquila, en cuanto cruzo la puerta lo último que vió fue una mata pelirroja en su rostro y una chica abrazada a ella como piojo a niña de primaria.

—Al menos alguien me extrañó aquí en casa— dijo la castaña estrechando entre sus brazos a su hermana quien solo rió y se aferró más a ella.

Cuando Petunia llegó eran al rededor de las 7 am, la única despierta era Lily, por lo que ella ni se molestó en ir con Geraldine, prefería charlar con Lily y darle su obsequio de cumpleaños.
Una hermosa peineta dorada con algunas piedritas en tonos azules. En lo que le contaba sobre el concurso cepillaba el cabello de su hermana para colocar el regalo.

Petunia... Dursley? JAMÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora