Petunia... Dursley? JAMÁS

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Desperté desorientada, no sabía donde me encontraba, ni quien era. Comenzaba a sentir miedo, el entorno era totalmente desconocido para mí, ni si quiera podía encontrar mi voz para gritar. Estaba sobre una cama individual en una habitación de paredes verde limón, he de decir un horrible color. Mi cabeza dolía y mis extremidades se sentían adormecidas, antes de que pudiera sentarme en la cama la puerta se abrió y una joven de cabello rojo se abalanzó sobre mí, obligándome a recostarme completamente.

—¡Oh, Tuney! Que bueno que despiertas, mamá y papá están muy preocupados, papá está al borde del colapso y mamá tuvo que ser conectada a una máquina de oxígeno, pero lo bueno es que...

Antes de que pudiera continuar la aparte de mí, no entiendo que está pasando y quién es esta joven, no puedo simplemente dejarme abrazar por una completa extraña

—¿Quién eres? ¿En dónde estoy? ¿Qué está pasando? ¿Sabes quien soy?— Ante mis preguntas, veo como su semblante cambia y parece nerviosa

—Vamos, Tuney, no bromees con eso, si quieres continuar aplicándome la ley del hielo, adelante hazlo, pero no actúes como si... como si no me reconocieras— se detuvo un momento antes de terminar su última frase en voz baja y observarme con preocupación

Ante mi desconcierto y el prolongado silencio, sale de la habitación gritando por su padre.

Solo puedo observarla. Al querer moverme para mirar con mayor detalle la habitación en la que estoy siento una punzada de dolor que me impide bajar de la cama en la que me encuentro, por lo que me limito a observar a mi alrededor de manera minuciosa cada aspecto de lo que hay dentro del cuarto. Más allá de las terribles paredes chillantes puedo ver que hay un peinador de color blanco con una lampara en él y un montón de frascos que supongo son productos de cuidado de la piel, hay un gran armario de puertas rosa chingame la vista -lo siento, no hay otro modo para describirlo- noto una mesita de noche junto a la cama con un montón de revistas, debajo de estas hay un cuaderno bellamente empastado, cuya portada llevaba el título "diario" en hermosas letras doradas. No sé de quien sea este lugar, pero que asqueroso gusto tiene, salvo su diario.

Antes de poder tomarlo y abrirlo, escucho pasos apresurados en lo que supongo son las escaleras, veo como la puerta es empujada de golpe dejando ver a un hombre alto y bastante mayor de un bigote blanco y un cabello castaño que deja entrever el paso de los años en su aspecto, detrás de él viene la chica pelirroja -Ahora que lo pienso, ella me llamó por un nombre... diablos lo he olvidado dijo algo como Tini? Tuma? Tuna? ... Si creo que fue algo como Tuna, muy extraño porque creo que eso es una fruta, supongo que un apodo cariñoso-  El hombre se mantiene en silencio, observándome con detenimiento como si estuviese buscando algo en mi persona, se vuelve algo tenso el ambiente por lo que decido dar la primera frase.

— Ahm... Disculpe, pero quien es usted? Sabe quien soy? La chica pelirroja me ha llamado Tuna,. Yo solo quiero saber qué esta pasando ¿Por qué nadie me dice nada? 

Escucho que el señor exhala el aire contenido en un risa ahogada, mientras la pelirroja voltea su rostro intentando ocultar su sonrisa. No sé que es lo que dije, pero al menos ayudó a aligerar este ambiente, desgraciadamente eso no esclarece mis dudas. Con pasos firmes se dirige a dónde estoy y toma mi mano, es un agarre suave y cálido, algo en él impide que  aparte mis manos, no siento la necesidad de repelerlo y atacar con preguntas nuevamente -Es confortante-pienso. Observo como busca las palabras para comenzar a hablar por lo que no lo presiono y espero con paciencia a que diga algo.

— Mi nombre es Harrison Evans, querida. Yo soy tu padre... Tu eres Petunia Evans, mi hija

— Uhm, yo... Ya veo, entonces puede decirme ¿Que fue lo que me pasó?— Al inicio quise cuestionar y mostrar mi desconfianza, pero preferí abstenerme, lo cual  parece que ha sorprendido al hombre que se dice mi padre, ya que su rostro esta algo perplejo, no sé si debería sospechar de esa reacción.