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NAVIDAD 1976

Petunia.

Estas vacaciones habían sido de lo más tranquilas, cuando Lily volvió a casa lo primero que hizo fue llorar abrazada a mí. Me contó con lujo de detalle lo que había pasado y lo que Snape había dicho. Decir que estaba furiosa era poco, y mi florecita lo sabía, estuve a punto de buscarlo solo para golpearlo, antes de que fuese capaz de hechizarme sin tener un castigo, pero Lily me detuvo, ella creía que algo muy malo pasaba con él para soltar tales palabras horribles hacía ambas, se excuso en que él de verdad no creía eso. Mas no sonaba muy convencida y eso a mí, ya no me constaba.

En cuanto llego la navidad yo solo esperaba que los Potter y Sirius accedieran a la invitación, porque aun tenía asuntos pendientes a tratar con Black. Si bien mi enfado se había reducido enormemente, había puntos que debían quedar claros entre ambos, si queríamos tener una amistad real y no una dañina como la que llevabamos hasta ahora.

Esta vez la cena la prepararíamos Lily y yo, Geraldine prefería dormir últimamente por lo que el contacto, antes reducido, ya casi era inexistente. Mi hermana lo había notado y hecho preguntas al respecto, pero esta vez Geraldine habló con ella en privado, desconozco que le dijo, pero desde entonces Lily parece algo distante de madre.

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Cuando llegaron los invitados fui toda educación y amabilidad, cosa que pareció dejar complacida a mi madre. En cuanto Sirius y yo cruzamos miradas este la alejo, gesto curioso, porque parecía algo triste. Tuve que esperar a que pasará la cena para abordarlo, justo cuando le ví salir, esperé un par de segundos para seguirle. El viento invernal choco con mi rostro a penas puse un pie fuera de casa y enfrente, justo en el lugar que meses atrás había llorado frente a él, se encontraba con un cigarrillo, para ser honesta desconocia si los magos fumaban o si quiera si tenían cigarros y no pipas...

-Fumar daña tu sistema, Black- Le dije llamando su atención con éxito

-Linda Tuney, dudo que lo haga más de lo que mi familia lo ha hecho...- respondió con ironia mientras da una calada, dirigiendo su mirada al cielo

Ignoro el apodo por el que me llama, me acerco hasta quedar frente a él y suelto la pregunta que ronda mi cabeza: -¿Problemas en casa?

-Dudo que te importe, jamás he sido tan importante como quejicus o gasca, o cualquier muggle con el que convivas- responde dolido

Me quedo en silencio y simplemente me abrazo a mi misma al no saber que decir. Él me ve de reojo -Deberías entrar o te congelarás

Negué con la cabeza -Tenemos que hablar y lo sabes- digo sería, el suelta una risita irónica

-No somos amigos, Evans. No tenemos nada para hablar.- afirmó terminando su cigarrillo y arrojando el humo a mi rostro, para dirigirse a la entrada

-Intento arreglar las cosas y ser una amiga para ti, pero no te prestas y eso no es justo Black- le reclamo molesta

-¿En serio? ¿Eres tú quien habla de ser justos? ¡Me ignoraste completamente, me has tratado como menos que nada! Y no seré el maldito remplazo de Quejicus solo porque te rechazó- Sus palabras me hirieron demasiado, pero algo hizo clic en todo lo que dijo

-¿Cómo sabes que Snape me rechazo?- Pregunté

-¡Todos los Slytherin lo saben! Tu amado Severus se regodeaba en que tenía una mascota muggle que estúpidamente creyo que él le haría caso- un resoplido burlón salió de sus labios- como si fuera la gran cosa ese peligrasiento. Al final, solo até cabos, no soy tan idiota como crees.

Petunia... Dursley? JAMÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora