44

2.5K 415 18
                                        

Mucho tiempo atrás

Joseph conoció a Marissa en Italia, ella había estudiado en Beauxbatons, mientras él había ido a Durmstrang, así que las posibilidades de encontrarse eran una en un millón y aun así el destino decidió reunirlos.

Ella era una sangre pura promedio, que habitaba en Francia, no tenía riqueza, pero tampoco carecía de nada, contrario a Joseph Marsac, que venía de un linaje de sangre puras acaudalados de alguna parte de España.

Cuando se encontrarón, ambos habían terminado sus estudios y definitivamente no fue amor a primera vista ella pensó en él como un loco, sinvergüenza, engreído, patán; y él en una rara, bonita, pero rara, violenta y arisca bruja. Todo por un libro de pociones: ella lo necesitaba para continuar con sus estudios superiores y convertirse en medimaga; él solo quería añadirlo a su biblioteca personal.

Ambos terminaron rodando en el piso por ver quien se quedaba con el libro hasta que fueron echados de la libreria, sin libro y sin dignidad por el espectaculo que habían dado. Ese día Joseph recibió una mirada altiva y hostil que respondió con un encogimiento de hombros, para el coraje de Marissa, ambos esperando no volverse a encontrar.

Grande fue la sorpresa de Marissa al verlo al día siguiente en la sala de urgencias a causa de una maldición. En cuanto sus miradas se encontraron el reconocimiento fue inmediato, pero ella lo ignoró, tratandolo como si no se hubiesen peleado por un libro, eso le hizo gracia al hombre por lo que con una sonrisa pícara se propuso molestarla un poco

—¿Esta vez no me harás rodar por el piso?— preguntó a penas ella se acerco a examinarlo, pero ella continuó ignorandolo y trabajando diligentemente —No deberías ignorar a tus pacientes— un suspiro proviniente de ella se escuchó, pero se mantuvo firme y no dijo palabra alguna

—Si esto va a ser así, es demasiado aburrido, nada que ver con la pequeña peleonera de ayer— Marissa lo observó frunciendo el ceño, Joseph finalmente había conseguido una reacción de su parte —¡Oh! Pero ahí esta, esa expresión de batalla.

—Cierra la boca— ella le paso una poción e hizo que se la bebiera de un trago para que se callará

Joseph tosió por la sensación de atragantarse —Si no me mata el hechizo con el que me atacarón lo harás tú

—Te dije que cerraras la boca, solo hago mi trabajo

—No sabía que matar a los pacientes era parte de ello— le rebatió

—Bien eso es todo, ve con el doctor Materazzi el firmará tu salida— se disponía a retirarse, dando fin a esa interacción con él, pero fue detenida por una mano tomando la suya, entonces lo sintió, la magia en él, era agradable, nada que ver con lo que demostraba su dueño. Joseph también lo sintió y supó que ella estaría en su vida por mucho tiempo, pero fue cuestión de meses darse cuenta ella tenía que ser su esposa.

Fueron meses de subidas y bajadas, ella constantemente discutía con él y parecía no tolerarlo, constantemente lo amenazaba con hechizarlo o golpearlo si no  dejaba de molestarla con sus bromas o burlas sobre alguna situación en la que ambos se viesen envueltos.

Fue una noche de abril en la que ella tenía una cita con un colega del hospital en el que trabajaba, Joseph llegó al lugar por mera coincidencia, cuando la vio acompañada la sensación de celos se hizo presente, su hermano Alarick que le acompañaba notó el sútil cambio en él y dirigió su vista al mismo lugar, viendo a la hermosa pelinegra.

La noche habría terminado bien y sin contratiempos si el acompañante de Marissa no se hubiese sentido con el derecho de manosear sus piernas, cosa que fue notada por los hombres Marsac, Joseph se levanto caminando con rápidez a la mesa de Marissa, dispuesto a golpear al degenerado, pero alguien le ganó la partida y esa fue la bruja revoltosa que había lanzado un puñetazo al tipo, seguido de un expulso.

Si le preguntan a Joseph cuando se enamoro de elladirá que fue en ese momento, pero la realidad es  otra, él se enamoró mucho antes, solo que apenas fue capaz de admitirlo, es por eso que antes de que su cerebro se cordinara con su boca solto las palabras

—Cásate conmigo.

Ella lo miró sorprendida y confundida en partes iguales —Estas loco

—Por ti, sí. Casate conmigo, por favor— repitió con una sonrisa mientras su hermano veía la escena con enorme sorpresa

—Gracias, pero no, gracias. Me voy— tomó sus cosas y salió del lugar

Alarick fue abandonado por Joseph en el lugar, mientras este corría tras la pelinegra.

—¿Por qué no?— preguntó una vez que la alcanzó

—Apenas nos conocemos— expresó ella, sin detenerse de su caminar

—Tenemos toda la vida para hacerlo— rebatió —Además, soy un buen partido— presumió

—Ajá, mira no sé que se te metió a la cabeza, pero así no funcionan las cosas. Quiero casarme con alguien que me respete y me amé, quiero ser la única en su mundo y que la confianza lo sea todo entre nosotros, no tenemos nada de eso, ni siquiera una relación.

Él la detuvo y tomó su mano —Te prometo todo eso, y más. Dame la oportunidad y dejame ser tu esposo— finalizó besando la mano de ella haciendola sonrojar, ella no pudo responder —¿entonces tu silenció es un sí?

Se soltó del agarre de Joseph y besó su mejilla —Sigue siendo un no— Él se quedó estatico, dejando que ella se echará a correr por las iluminadas calles italianas hasta un punto de desaparción.

Joseph sonrío, sabiendo que aun tenía una oportunidad de encontrar el sí

---------------------------------------------------------------------

—Entonces, ¿Fue un ataque de celos lo que te hizo pedirle matrimonio?— Preguntó Amilcares a su abuelo, una vez que su abuela terminó el relato.

—Uhm, no fue que cuando Marissa le dio el puñetazo al tipo ese— respondió con un brillo de orgullo en sus ojos

—¡Cielos! Debí darte uno a ti también— expresó Marissa algo avergonzada

—En lugar de eso me besaste— dijo el hombre mayor besando la mano de su amada, haciendola sonrojar

—Quiero esto— interrumpió Ares

—¿Qué cosa, cielo?— preguntó su abuela

—Lo que ustedes tienen— suspiró —Ella lo es todo para mí

Sus abuelos lo mirarón con ternura, sin saber exactamente que decirle, hasta que Marissa lo hizo —No puedes tener lo que nosotros vivimos porque esa es nuestra historia, cielo. Tú construiras la tuya y esa jovencita formara parte de ella conforme avance el tiempo. No te desanimes, ni te consumas pensando en como tener algo como lo de tus abuelos.

—Ella tiene razón, Amilcares. Tú sabes lo que tienes que hacer, eres astuto, chico. juega tus cartas como mejor te convenga.— finalizó su abuelo guiñandole un ojo.

—Gracias— fue lo único que dijo el joven para abrazarles y después irse a su cuarto, pensando en como el día de mañana festejaría a su castaña. La historia de sus abuelos le hizo saber que era momento de decirle lo que siente, no importaba si ella lo aceptaba o no, solo quería que supiera lo amada que era. Con eso le bastaba, por ahora. De ese modo, dejaría en claro que no quería solo su amistad, podía conformarse con eso si no hubiese de otra, pero si existia una infima oportunidad de que ella quisiera corresponderle él la tomaría sin dudarlo: Se aferraría a ella y jamás la soltaría.

________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

1203 palabras

cortito, pero es que quería darles un poco de la historia de los abuelitos

MIL BESITOS <3

Petunia... Dursley? JAMÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora