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VERANO 1976

Finalmente las vacaciones habían llegado para Petunia, durante su periodo escolar se dedicó a sus estudios y a mejorar sus habilidades en el piano. En ocasiones se le podía ver a Geraldine sentada en la sala de música, llamada así por Lily, el lugar que fue acondicionado para ese valioso piano.

Se deleitaba con la música que interpretaba su hija, lo encontraba tranquilizante, su Harrison tenía razón ella era buena. Quizás fue la escaza convivencia, quizás el que solo estuvieran ellas dos en casa la mayor parte del tiempo o simplemente la edad y la enfermedad que la consumía la ablandaban en momentos así, pero al final siempre volvía a ser la mujer distante.

PETUNIA

Ha pasado casi un año desde que papá murió, lo que ha dejado a Geraldine decaída, ahora solo parece existir, se ha ido perdiendo a sí misma, por lo que su salud no ha mejorado absolutamente nada.

Este es mi primer día de vacaciones, sin embargo, mi verano esta lleno de planes. Como participante de un concurso de Piano me toca hacer un viaje a Paris, acompañada por mi tutor, en caso de no ser posible, mi maestro será mi representante y podré llevar a alguien más, es así que pensé en invitar a Geraldine, Lily podría ir con nosotras, únicamente pagaríamos lo correspondiente a boleto y hospedaje, lo que no sería mucho. 

A la hora de la cena, decidí comentarle los planes que tenía — Madre, hay un concurso de piano que se llevará a cabo en Francia, patrocinado por la escuela y puedo llevar a un acompañante ¿Te gustaría venir conmigo? Obviamente que Lily esta invitada a esto.

Ella se me queda viendo unos segundos antes de comenzar a hablar— No me apetece irme de mi casa. Vete tranquila, yo estaré bien. Tu hermana probablemente se quede en casa, vendrán algunas de sus amistades.— Y sin decir más continua comiendo. 

—Madre solo serán 10 días, nos iríamos dos días después de la llegada de Lily y volvemos para que Lily se divierta con sus amigos—  dije casi suplicante.

— He dicho que no, no insistas. Arruinarás mi apetito— su tono refleja fastidio 

Desde la muerte de Harrison y sin Lily aquí me ha resultado sumamente difícil seguir aguantando esta situación, estoy llegando a mi límite. Con las manos hechos puños conteniéndome de gritarle solo pregunto—¿Por qué?

Detiene su tarea de comer y posa su mirada interrogante se en mí— ¿De qué hablas?

— Hablo de ti, de mí. de nuestra relación como madre e hija ¿Por qué? ¿Por qué eres así conmigo? Solo nos tenemos una a la otra y ni siquiera puedo recibir una trato más afectuoso de tu parte— Lagrimas corren por mis mejillas y sin controlarlo más comienzo a gritarle— ¡Ya dime que no me quieres! ¡Dime que prefieres a Lily y que yo soy tu maldito premio de consolación para no quedarte sola! ¡Termina con mi dolor de una vez! Dímelo para poder marcharme sin remordimientos después de todo el daño que me has hecho— Su mirada es impasible, no se encuentra perturbada por mis palabras, únicamente esta en silencio, finalmente suelto un suspiro resignada— Estoy tan cansada de todo esto. Cuando termines de cenar vendré a recoger todo, le escribiré a Lily para informarle de mi viaje y si quiere acompañarme, le llamaremos a algún familiar que quiera cuidarte— mi voz carente de emoción sale en tono bajo

Me levante del comedor y ya iba a salir de la cocina, pero sus palabras me detuvieron, aun sin voltear a verla solo me quede parada.

— Eres tan parecida a mí, patética y anhelante, honestamente no me veo teniéndote amor— soltó sin más, todo lo dicho era carente de emoción alguna, por eso era más doloroso escucharla

Fueron unos segundos los que estuve estática, mis ojos desbordaron lagrimas contenidas, al final yo solo quiero gritarle, aborrecerla, odiarla, pero en algo tiene razón: soy patética y anhelante de algo que no se me dio. No le respondo nada, me marcho a mi habitación, fingiendo que no escuche nada, y ella no hace nada para detenerme.

Déjalo ser... 

Déjalo ser...

¡DÉJALO SER!

— Papá, te extraño muchísimo— suelto a la nada mientras lloro desconsoladamente tirada en mi cama, hasta que me quedo dormida.

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Paris, verano de 1976

Después de esa noche, Geraldine y yo hablábamos solo lo estrictamente necesario. Estaba cansada de lastimarme a mi misma y solo quería paz, es por eso que antes de partir le dije a Lily que me quedaría unas cuantas semanas en Forest Hill, aludiendo a que vería la propiedad y seguiría las instrucciones que me dejo papá, esto para mantenerla tranquila.

El día de hoy recién llegó al hotel en el que se hospedarían, obviamente que en este viaje no solo eran ella y su maestro, si no otros concursantes a diferentes ramos de los talleres artísticos, es decir, compañeros y compañeras de su escuela de diferente grados, con sus padres. De tal modo que en este viaje mínimo contaba con un buen amigo: Damián. Como el artista que era, él entró en la categoría de pintura. Iba acompañado de sus padres, quienes aprovecharían el viaje para ver a algunos familiares.

Decir que no fue inesperado cuando él se me declaro, sería mentir. Quizás debí esperarlo por sus detalles, su compañía, su forma de hablarme o el como me miraba podían delatarlo, sin embargo, mi mente y mi corazón estaban alejados del romance. Aun me afectaba pensar en Severus y todo lo que había sucedido, mi amistad con Damian me dio la calma y el consuelo que necesitaba, eso era algo que no quería perder.

Cuando se confesó atraído por mi persona, me sentí halagada, pero a sabiendas de que no estaba emocionalmente disponible para una relación con él se lo hice saber. Al principio todo fue raro: abandono sus clases de piano, ni la mirada me dirigía. Sentí que mi amistad no valía nada para él, tal como lo fue con Snape, pero días antes de salir de vacaciones habló conmigo y de como se sentía, además de que su madre le hizo ver que se estaba comportando como un idiota, cosa que le agradezco. Simplemente quedamos como amigos, con la promesa de retomar sus clases después del verano.

—Las damas compartirán habitaciones del lado derecho, del lado izquierdo los caballeros y padres de familia, pueden elegir de que lado.— Se escucho decir al coordinador del evento

—Vamos, Tuney. Antes de que te vayas a tu cuarto debo presentarte a mis padres— Esta vez Damian jalo mi brazo guiándome hasta donde estaban los mencionados —Mamá, papá, ella es Petunia Evans, mi amiga ¡Es una gran pianista!— dice lleno de emoción lo que hace que me sonroje

—Y-yo... es un placer conocerlos señores Brown— Me presento tímida ante la efusividad de mi amigo

—Un placer, querida. Soy Caroline. Nuestro Damian nos ha hablado maravillas de ti— Su voz es dulce y amable

—Mamá, por favor— Dice Damian desviando la mirada avergonzado

—Hijo es la verdad y eso no tiene nada de malo— dice esta vez su padre —Permíteme presentarme, soy Alexandre Brown, un gusto

Yo solo asiento con la cabeza y les regalo una sonrisa —Dime, Petunia ¿Vienes con tu madre? ¿Con tu padre? ¿Con ambos?

Las preguntas del Señor Brown hacen que mi semblante se llene de tristeza a lo que Damian solo le dice que basta 

—Esta bien, Damian.— Intento calmarle— Verá, mi madre esta delicada de salud para viajar y pues mi padre murió el año pasado... Así que...

—Lo siento mucho, fui imprudente, no tenía idea...— se apresuró a excusarse

—Esta bien, no sé preocupe— Digo para que el ambiente se aligere y cada quien tomó rumbo a sus habitaciones la verdadera aventura comenzaría mañana.

Dentro de los 10 días: 4 días serán de practicas y talleres; el quinto, sexto y septimo día serían las presentaciones de arte y danza; finalmente en el octavo día nos presentaremos los de musica. Las tardes quedarían libres, así como los dos últimos días para conocer un poco de Paris.

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1340 palabras aprox
Público esto sin mucho que decir
Mil besitos





Petunia... Dursley? JAMÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora